Ferrocarriles: maniobras de encubrimiento

El Gobierno ordenó comenzar los trámites para rescindir el contrato con las empresas que realizan la gestión y gerenciamiento de los servicios de pasajeros de las líneas ferroviarias Mitre, General San Martín, General Roca y Belgrano Sur.

 El oficialismo cercado por su inacción, acude a medidas electoralistas para intentar tapar uno de los grandes fracasos de su gestión

En el día del Ferroviario y 67 años después de que Juan Domingo Perón anunciara la nacionalización de los ferrocarriles, la presidenta Cristina Fernández anunció ayer en la Asamblea Legislativa, que enviará un proyecto de ley al Congreso para estatizar la administración del sistema ferroviario.

La primera mandataria afirmó que la medida es para "mejorar la eficiencia" y "no está motivada por ningún afán estatista. Esta medida nos permitirá un ahorro de $415 millones". Además, expresó que en 2015, la operadora estatal que administra la línea Sarmiento aumentó sus gastos un 17%, mientras que los gerenciadores privados de la línea San Martín, Roca y Mitre incrementaron 77%, 27% y 51% respectivamente.

Lejos de ser un proyecto de liberación económica como el que hiciera Perón a mediados del siglo pasado, el plan kirchnerista lo único que intenta es intentar tapar la deficiente e inadecuada política que ha tenido durante 12 años en cuanto a los trenes argentinos, y evitar que muchos de los hechos lamentables de dichas acciones (que generaron muertes, como las 52 víctimas de estación Once), deriven en funcionarios presos.

El oficialismo, con Florencio Randazzo a la cabeza, cayó en los mismos desaciertos de la década menemista. La falta de un plan estratégico por parte del gobierno ha hecho que los costos se incrementaran en las explotaciones en general por incorrectas políticas de mantenimiento o por obras de baja calidad de ejecución, a pesar de sus exorbitantes precios.
 
Nuevamente la realidad hace chocar al relato K contra la pared, ya que lo único que puede verse es que más allá de las lindas palabras de la Jefa de Estado, los hechos marcan que durante la mal llamada década ganada se ha seguido profundizando la política de los años ’90 de desguace del sistema ferroviario.

Continuidad del desguace

En estos años, no se varió en absoluto el esquema privatista y se profundizó el modelo de los subsidios masivos, tanto en forma directa como en forma indirecta, recayendo todo sobre los bolsillos de los usuarios, que pagan cada día más caro el viajar en un servicio altamente deficiente.

De eso nada habló Cristina Kirchner para dar cuenta del fracaso de su casi nula política ferroviaria. Se limitó a diagramar las “bondades” del modelo oficial, sin caer en la cuenta que fue el propio Randazzo, artífice central en la continuidad de la destrucción del sistema ferroviario nacional, el que hace poco más de un año atrás reprivatizara la gestión de las líneas Mitre y San Martín, a manos del Grupo Roggio; y Roca y Belgrano Sur, a Emepa del Grupo Romero.

La adjudicación masiva de subsidios que se dio durante años desde el Estado a empresas privadas para realizar tareas de servicios públicos, sólo sirvió para acrecentar los abultados bolsillos de empresarios socios del poder, y donde era el propio estado nacional el que debía hacer responsable de los arreglos de vías y maquinaria, sacando los capitalistas amigos ganancias mayúsculas y los argentinos un servicio cada vez peor.

En su inacción, el gobierno llevó adelante una infinidad de postulados que han demostrado una enorme falsedad. Entre ellos están los anuncios hechos por Randazzo de reactivar los Talleres Ferroviarios, o el realizado en más de una docena de veces de electrificación del Ferrocarril General Roca, rehabilitación de ramalesen el interior del país que no se han dado, fracasos en los servicios del Gran Capitán y del Tren de los Pueblos Libres que unía Argentina con el Uruguay, reacondicionamiento de vías y vagones, frecuencia en la salida de coches, todas proclamas que han quedado en la nada. No existió a lo largo de estos casi 12 años de gobierno kirchnerista una política ferroviaria, lo que más bien hubo fueron negocios puntuales en torno al tren, mientras el conjunto del sistema siguió su lenta agonía y colocó al mismo al borde del abismo.

Los desastres del sistema K

Los siniestros en Once, Castelar y Flores, que dejaron más de 60 muertes, dieron cabal cuenta del cataclismo del sistema ferroviario nacional, que el relato no podía ocultar y que lo obligaron a tomar medidas, la mayoría de ellas desacertadas y que sólo sirvieron para profundizar la hecatombe.

La falta de obras, de controles y la complicidad de distintos funcionarios kirchneristas, sumergieron a los ferrocarriles en una crisis terminal de la que costará décadas salir adelante.

A todos los incidentes se les sumó las jornadas de violencia que se vivieron en estaciones como Haedo, Ramos Mejia, Constitución y Ciudadela, que terminaron con la quema de vagones y rotura de instalaciones ferroviarias, debido a la indignación de los usuarios por tener que viajar peor que el ganado y en condiciones infrahumanas.

El anuncio de la estatización del servicio ferroviario por parte del gobierno, pareciera más una suerte de de generar balas de fogueo para de esa manera no poner el acento en lo central de este drama, que es la falta de inversión y de infraestructura a lo largo de la última década.

Noticias Relacionadas