¿Hacia dónde vamos?

EN FOCO

Hoy el país está absolutamente paralizado por un plan de lucha que fue convocado por distintas centrales gremiales y que apunta, básicamente, a reclamarle al gobierno que modifique el mínimo no Imponible del Impuesto a las Ganancias. Se trata de un gravamen que, producto de la inflación, cada vez afecta a más asalariados.

En distintas oportunidades, en las páginas del diario Hoy planteamos que es una verdadera aberración jurídica que actualmente haya cerca de un millón de trabajadores alcanzados por este tributo. En rigor, “la ganancia” o plusvalía es lo que obtiene el empleador producto del trabajo de su asalariado, y como tal abona impuestos por dicho concepto. En otras palabras, para sostener el gasto público improductivo, el fisco termina haciendo una doble imposición que recae con mayor peso, principalmente, sobre la clase media. ¿Qué obtienen a cambio los asalariados, muchos de los cuáles dejan sumas equivalentes a un medio aguinaldo en las arcas del Estado? Prácticamente nada ya que este mismo Estado, que es voraz a la hora de cobrar impuestos, brinda servicios cada vez más deficientes en materia de salud, educación y seguridad.  

Ahora bien, en torno al debate que se reavivó en los últimos días, muchos plantearon que la no suba del mínimo no imponible es una suerte de capricho de la primera mandataria. La realidad es diferente: si en un año electoral por el que estamos atravesando el gobierno nacional no modifica este tributo, es porque al kirchnerismo ya no le quedan cajas del Estado por saquear. Para sostener su enorme aparato clientelar, conformado por multimillonarios subsidios que se otorgan sin ningún tipo de control y planes sociales que atentan contra el trabajo genuino, y condenan  a los pobres a ser cada vez más pobres, el kirchnerismo ya ha vaciado la Anses, el Pami y las reservas del Banco Central. Está raspando la olla y la maquinita de imprimir billetes de $100, que ha provocado una emisión monetaria sin precedentes, con el consecuente impacto inflacionario, no da abasto.

El Estado recauda anualmente cerca de 50 mil millones de pesos en concepto del Impuesto a las Ganancias que pagan los trabajadores. Cabe plantearse entonces de dónde se podrían obtener los recursos que se dejarían de recaudar en caso de  existir la decisión política de modificar el gravamen en cuestión. En este contexto, resulta insostenible que los bancos sigan sin pagar un solo peso por su renta financiera. Pero crear esa imposición sería tan sólo un parche. Para que los trabajadores dejen de pagar Ganancias y tengan una sensible mejora de su poder adquisitivo, que permita hacer frente a una inflación que no baja del 30% anual, se requieren cambios estructurales. Hay que desterrar el nefasto modelo económico del kirchnerismo, que hoy se encuentra agonizante, y que ha llevado a que se profundice el subdesarrollo durante la mal llamada década ganada.  

El panorama actual plantea todo un desafío para el movimiento obrero cuyos dirigentes parecen sólo circunscribirse al mero reclamo salarial. Obviamente, los sindicatos tienen que luchar para que sus representados ganen más y mejor. Es su razón de ser. Ahora bien, en un contexto de recesión como el que estamos viviendo, donde diariamente se destruyen puestos de trabajo, los dirigentes sindicales no pueden mirar para otro lado ante un modelo económico que está causando estragos en la Argentina.

Nada y nadie impide que, desde el movimiento obrero organizado, se impulsen planes estratégicos y propuestas superadoras que apunten a la reactivación del aparato productivo y al de-sarrollo del mercado interno, que es la única forma de generar empleo genuino. Si Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Miceli, que son los que lideran las distintas centrales que convocaron al paro de hoy, no plantean está discusión, es porque no lo saben hacer o no lo quieren hacer.

 Si casi todos los sectores apuntan a sobrevivir con la teta del Estado, la Argentina no tendrá salida y serán cada vez más las fábricas, las pymes y los comercios que se verán obligados a bajar sus persianas. El desafío no pasa solamente en mejorar la distribución de la riqueza. La Argentina requiere, principalmente, incrementar sus riquezas, produciendo con mayor valor agregado, algo que solamente se puede lograr .-en un mundo globalizado- con políticas del Estado activas que vinculen la producción con el desarrollo de la ciencia y de la tecnología. Que así sea.