Industrial Textil Argentina (CITA)

Histórica cooperativa de la región al borde del cierre

En nuestra ciudad, la Cooperativa Industrial Textil Argentina (CITA) sufre el ajuste cruel y se debate entre alternativas urgentes y el cierre definitivo. En los años ’30 se estableció en la ciudad y cuando en los 50’ quebró, sus trabajadores lograron recuperarla, constituyendo el primer caso en el país en tiempos de Perón

Eran 500 trabajadores que producían un millón de metros de tela por mes, para unos 400 clientes. Ahora quedan 30 socios, de los cuales el 50% está de licencia por la falta de trabajo y de recursos para producir, subsistiendo por el método “a fasón”, es decir, pueden vender “la mano de obra” sólo cuando los clientes les acercan los insumos. En ese proceso vuelven a rugir los motores de las máquinas que dan el producto final: tejidos planos y teñidos, con destino mayoritario a hospitales

Pero los ruidos se oyen cada vez menos en la Cooperativa de Trabajo CITA Ltda. Se trata de una histórica textil de La Plata que ocupa tres cuartos de manzana en pleno barrio El Mondongo, con ingreso por calle 115 entre 61 y 62. “Sólo las tarifas nos superan por todos lados, con un aumento de 400%. Si no podemos financiar costos operativos, se cierra y a otra cosa” se sincera en plena tormenta el gerente Marcos Silveira (62), quien tomó la visita del diario Hoy como una posibilidad de mandar varios pedidos desesperados a las autoridades. “Tanto las cooperativas como las pymes necesitamos ya no solo un paliativo por los impuestos, sino la reactivación en la comercialización”, dijo.

“En el ’52 los trabajadores decidimos la continuidad del trabajo de 500 personas pagando las máquinas con la plata de las indemnizaciones”, recordó Silveira, que se deja herir por el espíritu de la pesadumbre. Y saca pecho con la sabiduría de los viejos laburantes: “al muerto no se lo ayuda”, dice. En 2005, para evitar una quiebra, vendieron el taller de tintorería de 7 y 63 que tuvo 300 socios. Con esta decisión obligada perdieron el valor agregado del estampado.

El presidente Sergio Yosco (50) y el secretario Omar Ceballos (51) llevaron a nuestros periodistas en un recorrido casi fantasmal por las instalaciones de 9000 metros cuadrados y 7000 de superficie. “Están entrando productos textiles y lo que es peor ya lo hacen a modo de tela. La crisis es parecida a la del gobierno de Menem, cuando con la libre importación de Cavallo entraba mercadería de países del sureste asiático (China y Taiwan)”, explicaron los socios. Y hoy, como ayer, la imposibilidad de competir con los precios de las prendas importadas repercute en más talleres textiles de todo el país, que precisamente son los clientes de las cooperativas. Política de por medio, cayeron la producción y las ventas. 

Para CITA, el primer escollo duro fue el concurso de acreedores de 1998 que aún se dirime en el Juzgado en lo Civil y Comercial Nº 6 de La Plata. “Le hemos solicitado al juez el levantamiento del concurso ya que hemos cumplido con el pasivo pagando las obligaciones y tener la libre disponibilidad de nuestros activos para recapitalizar la empresa. Somos todavía una empresa en riesgo que no es pasible de créditos”, definió Silveira.

 ¿Esperanza?

A las importaciones y a los tarifazos, “se suma la economía desacelerada y el impacto inflacionario que redunda en menos poder adquisitivo, que frente a la necesidad básica como es comer, la tela queda relegada al noveno lugar. Además –agregó Silveira-, con la suba del dólar un producto que pagábamos a 9,50 hoy cueste 15, ya sea para los productos químicos, la anilina y los repuestos de las máquinas”.

CITA siente el raro privilegio de ser la primera cooperativa de trabajo del país. Sus pares la premiaron con la vicepresidencia en FECOOTRA, donde 120 cooperativas de todos los rubros resisten como pueden en la carrera loca de la rentabilidad y la competitividad. Resisten a la coyuntura desde un sector de la economía al que románticamente le llaman “autogestión”. Resisten los que producen el cuero, el papel, el metalúrgico, el textil. Resisten a éste Gobierno al que le desean que le vaya bien, pero…

Ante nuevos atropellos, proponen alternativas que ansían “eco” en las autoridades: “Un punto a tratar es la estructura edilicia, que por la ubicación le podría servir al Estado provincial”. La búsqueda de soluciones los llevó a la Facultad de Ingeniería para contar con apoyos técnicos alternativos ante la difícil situación. Y otro proyecto con el Municipio articula un trabajo conjunto en lo productivo y social con el fin de salvaguardar las 30 fuentes de trabajo. Pero la cortina metálica de la entrada a media asta es un síntoma de la enfermedad. Esta textil simboliza el silencio industrial de la otrora rica Argentina. “O se produce o es un cementerio de máquinas”, oímos al bajar las escaleras, mientras en un rincón -no por casualidad- un tejido extraño llamaba la atención... Era el una de araña, esas que engendra el Estado cuando está lejos de la gente.

De Perón a la gran desazón

SAISA S.A. (Sociedad Anónima Industria Sérica Argentina) fue una empresa que se estableció en la ciudad en la década del ’30. Veinte años más tarde entró en quiebra y los trabajadores se pusieron al frente para recuperarla (la mayoría eran extranjeros que venían de perder sus empleos en los frigoríficos Armour y Swift). 

Según se recuerda y hay en la sala de reuniones una foto que lo atestigua, el acuerdo y firma del acta fundacional para pasar a Cooperativa se llevó a cabo en la Casa de Gobierno con la presencia del presidente Juan Domingo Perón, la patronal y los trabajadores. 

Otro caso en la Provincia

Desde Pigüé, ciudad cabecera del distrito de Saavedra, Hoy consultó a la que fuera la casa matriz de Gatic (Adidas), que tras el ceirre en 2004 se recuperó en la figura de cooperativa como Textiles Pigüé. El lunes recibieron la tarifa de luz con un cero demás: $150.000 contra los $70.000 de la última.

Para el cooperativista Sebastián Isla “la retracción de la producción del 30% real” y “la incertidumbre que se da por las importaciones en las a nuestros clientes les permiten importar los productos que proveemos, puede dejarnos sin trabajo de la noche a la mañana”.