Inmoralidad al extremo

Tal como estaba previsto, el espectáculo que ayer dio la presidenta Cristina Fernández y el círculo de obsecuentes y aplaudidores que la acompañaron al Vaticano fue muy penoso.

El gesto del Papa Francisco, al recibir a la primera mandataria en un contexto donde el poder y la gobernabilidad de los K se está escurriendo como agua entre los dedos, fue absolutamente desaprovechado por el kirchnerismo. Una vez más, intentaron utilizar la figura del Sumo Pontífice –al que denostaban cuando era Jorge Bergoglio, Arzobispo de Buenos Aires- para intentar reforzar las mentiras del relato.

El kirchnerismo buscó manipular la figura del Papa, uno de los hombres más influyentes del mundo, el máximo conductor de más de mil millones de fieles católicos, para intentar meterlo en la pelea con los fondos buitres. Disputa que, dicho sea de paso, se generó a partir de la impericia e ineptitud de la administración K que, habiendo sido el gobierno que más pago deuda externa en la historia de la Argentina, al punto que desembolsó la friolera suma de casi 200 mil millones de dólares en la última década (6 veces las reservas que hoy tiene el Banco Central), igual llevó al país al default.

Aún más grave es que todo el dinero que se despilfarró –ni siquiera se hizo una mínima auditoria de la validez de los compromisos externos que se pagaron,  muchos de los cuales son ilegales e ilegítimos- se hizo a costa de hundir aún más a la Argentina en el atraso y en el subdesarrollo.

Fue tan grotesco el espectáculo de ayer, que los resultados del encuentro, en lo que se refiere a las declaraciones contra los fondos buitres,  sólo se conocieron de boca de Cristina y de su comitiva. Desde el Vaticano, nada se dijo al respecto. Al contrario, se guardó un prudente silencio.

En la Santa Sede, además, se pudo ver el desfile de numerosos impresentables del kirchnerismo que parecían querer limpiar sus pecados saludando al Papa. Estuvieron varios dirigentes de La Cámpora y del Movimiento Evita, agrupaciones integradas por militantes rentados, que cobran del Estado y cuyos abultados sueldos, en un país donde un jubilado debe sobrevivir con poco más de $3200 por mes, pagamos todos los ciudadanos con nuestros impuestos. Como si todo esto fuera poco, también estuvo el inefable senador Aníbal Fernández, uno de los funcionarios más polémicos de los últimos años y cuya gestión, primero como Ministro del Interior y luego como jefe de Gabinete, según denunciaron desde distintos espacios de la oposición, coincidió con el crecimiento exponencial que tuvo el flagelo del narcotráfico en nuestro país. Durante la mal llamada década ganada, la Argentina dejó de ser un país de paso de los mercaderes de la muerte que manejan el negocio de la droga, y se convirtió en un territorio donde se han instalado y consolidado varios de los principales carteles narco del continente americano.

¿Qué tipo de señal quiere dar CFK al ser acompañada por estos personajes, que quisieron dar la nota regalándole a Francisco una remera de La Cámpora? Evidentemente, quieren mostrar que ha decidido recostarse en el ala más dura y obsecuente de su espacio político. Es decir, en aquellos imberbes funcionarios que, con Axel Kicillof a la cabeza, han llevado a que la Argentina tenga 40% anual de inflación, en medio de una aguda recesión.

Si algo faltaba para terminar de comprobar que el país está en crisis, ocurrió el miércoles pasado cuando el dólar blue superó la barrera de los $15 pesos y cerró la semana en niveles récord. El comportamiento de la verde divisa en el mercado informal es un claro termómetro de cómo se están moviendo los actores económicos, que buscan refugiarse en la divisa norteamericana ante la inflación. A esta altura, el peso -la moneda nacional- es menos que cartón pintado.

Debido al viaje de CFK, el Poder Ejecutivo volvió a quedar en mano del vicepresidente Amado Boudou, procesado por su participación en el escándalo de la exCiccone e imputado en diversas causas por hechos de corrupción. Solamente en un gobierno absolutamente inmoral, pueden darse este tipo de situaciones. El kirchnerismo ya no sólo se está caracterizando por cometer un error tras otro. También está desaprovechando oportunidades de poder parar la pelota y empezar a instrumentar algunos cambios que permitan, por lo menos, que haya una transición ordenada.  Los K insisten con su relato violento y maniqueísta, que busca reducir todo lo que sucede a una suerte de gran confabulación internacional, que sólo existe en la imaginación de algunas mentes afiebradas que pululan por la Casa Rosada.

Ahora bien, la situación también plantea un enorme desafío para todos aquellos que buscan suceder a Cristina, tanto oficialistas como opositores. En ese sentido, argumentando cuestiones de salud, el gobernador Daniel Scioli optó por un impasse y recién hoy volvería al país, luego de varios días en Europa,  donde además de hacer consultas médicas, estuvo exponiendo sus ideas y buscando apoyo económico para su proyecto presidencial.

El cimbronazo político que significó para el gobierno provincial la adopción del régimen académico en la escuela primaria, que elimina aplazos y facilita promociones, hizo dudar a más de un sciolista sobre la conveniencia de seguir al pie de la letra cada una de las bajadas de línea del kirchnerismo.  En otras palabras, el mandatario provincial está en una verdadera encrucijada: intentar ser el heredero de un gobierno en retirada, y cuyos referentes hacen todo lo posible para impulsar a otros candidatos, o buscar convertirse en una opción más independiente.  Todo indica se viene una época de definiciones.

Juan Gossen
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