Tibio incremento

Jubilados pobres, precios por las nubes

El gobierno anunció un incremento jubilatorio del 15,3%: el haber mínimo no llegará a $5000, cuando la canasta de la Tercera Edad supera los $9000. Macri reconoció que la inflación llegó a “niveles inaceptables”. La diferencia entre decir y hacer

En un contexto marcado por una inflación que no da tregua, con precios de la canasta básica que se encuentran por las nubes y un marcado deterioro del poder adquisitivo, el gobierno del presidente Mauricio Macri ayer intentó retomar la iniciativa política con una serie de anuncios positivos. Por ejemplo,  informó que se aplicará un aumento de la Asignación Universal por Hijo, hizo un retoque en las asignaciones familiares (ver aquí) y presentó un tibio incremento jubilatorio: la mínima pasará de 4299 a 4959 pesos. Esto representa una suba del 15,35 por ciento, dando cumplimiento a lo que establece la ley de movilidad que, cabe destacar, fue un invento de Cristina Kirchner que está muy lejos del 82% móvil que garantiza la Constitución y los distintos fallos de la Corte Suprema de Justicia.

Pesada herencia K

La realidad es que, tras 12 años de gobierno kirchnerista, las situación de los jubilados es extremadamente complicada ya que los recursos de la Anses fueron saqueados por los K. Se utilizaron para cubrir agujeros fiscales de todo tipo y color. También sirvieron para financiar estructuras clientelares, sostener el programa Fútbol para Todos y hasta para hacer negocios petroleros con el régimen chavista de Venezuela. 

Además, durante la era K, se produjo un achatamiento de la pirámide previsional producto de que los recursos para que se pudieran jubilar personas sin cumplir con los respectivos años de aportes (una medida que es positiva) no se generaron aplicando más impuestos a los bancos, a los casinos o las tragamonedas. Salieron de los propios jubilados, es decir, de las cajas de la Anses. Jubilaron a personas haciendo más pobres a otros jubilados. Producto de ello se generó el mismo efecto que suele registrarse en los sistemas económicos centralizados, como regían en los países comunistas que colapsaron cuando cayó el muro de Berlín: 7 de cada 10 integrantes de la clase pasiva terminaron cobrando la mínima, es decir, montos miserables.

El otro rubro esencial para la clase pasiva, como es el de los medicamentos, también es crítico dado que el PAMI atraviesa por una situación casi terminal y sus afiliados deben afrontar un sinnúmero de dificultades. A esto se le suma que aún hay más de 500 mil jubilados que iniciaron juicios para que el estado les pague el 82% móvil, que no están teniendo ninguna respuesta. 

Ante este panorama, hubiese resultado positivo que, además del mero acto de anunciar el tibio aumento jubilatorio, se presentara un programa tendiente a cumplir con lo que le corresponde a los jubilados. Que es más ni menos que llevar a la práctica los diversos fallos judiciales.

Plan contra la inflación

Algo similar ocurre con la actitud que está asumiendo el gobierno nacional respecto a la inflación. Es un dato positivo que, luego de años en que el problema se intentó esconder debajo de la alfombra, destruyendo el sistema estadístico y manipulando las cifras del INDEC, ahora se reconozca oficialmente el problema de los aumentos sostenidos y sistemáticos de precios.

“Queremos revertir una Argentina, una sociedad que sufre el flagelo de la inflación desde hace más de 7 u 8 años, a niveles inaceptables, y está llegando a un momento en el cual el daño que se ha ocasionado es mucho. Estamos trabajando sobre las cuestiones de fondo en un gobierno que tiene que saber administrar sus recursos igual que ustedes en sus casas, sin gastar más de lo que entra", dijo Macri, ayer, al presentar los incrementos de haberes.

Ahora bien, si bien nadie puede estar en desacuerdo con las afirmaciones del presidente, con frases hechas y simples diagnósticos no se soluciona mucho. Por el contrario, ante los momentos complejos en materia económica, se hace necesario que se instrumente un plan integral antiinflacionario que apunte, específicamente, a desarrollar la oferta. ¿Qué quiere decir esto? Que se instrumenten distintas medidas para mejorar y hacer más eficiente la producción de bienes y servicios, satisfaciendo la demanda y dando respaldo a la emisión monetaria. Esto necesariamente implica trabajar en pos de que las pymes y la industria nacional puedan salir a flote, al igual que las economías regionales que siguen con la soga al cuello. De hecho, pese a la devaluación del peso aplicada a fines del año pasado, los productores siguen tirando toneladas de frutas porque están en quiebra y no pueden cubrir sus costos. 

Si no existen programas a corto, mediano y largo plazo, que apunten a solucionar los graves problemas estructurales heredados de la mal llamada década ganada, el camino de la recuperación y del progreso se hará cada vez más cuesta arriba.