Kicillof esconde la basura bajo la alfombra

En una clásica actitud K, el ministro de Economía negó la pobreza en el país y afirmó que su medición es “estigmatizante”. La constante apelación del kirchnerismo a un discurso sin sentido contra la miseria y la marginación

El relato oficial habla sobre la enorme cantidad de argentinos que han dejado de ser pobres a lo largo del gobierno kirchnerista, efecto directo de la política “nacional y popular” que dicen llevar a cabo. La realidad, como en tantas otras cosas, le pega una fuerte cachetada a la ficción K.
 
"Cuántos pobres hay es una pregunta bastante complicada. Últimamente no tengo el número de pobres, me parece que es una medida un poco estigmatizante", aseguró ayer el ministro de Economía Axel Kicillof, levantando honda polvareda en la sociedad, que ve cómo el gobierno sigue empecinado en su postura de negar los escabrosos índices sociales que ha dejado la mal llamada década ganada.
 
La falta de datos certeros sobre los índices de la Argentina, es una herencia que dejará el oficialismo al gobierno que asuma en diciembre, ya que 8 años de intervención del Indec, ha llevado a que el organismo público sufra una pérdida total de legitimación.
 
Este error gigantesco en la política K, que Kicillof incrementa en vez de bajar, llevó a la Argentina a sufrir grandes humillaciones, porque en los países serios, las estadísticas son intocables y poseen una claridad notable y la sospecha sobre cualquier manipulación queda totalmente de lado, algo que en nuestro país no ocurre.
 
Julio Gambina, profesor en la Universidad Nacional de Rosario y Universidad Nacional de Buenos Aires, aseguró a Hoy que “se sigue negando la falta de credibilidad de los datos del Indec. El Indec en los últimos años nos ha hecho no creer en las estadísticas oficiales y se vienen escondiendo una serie de estadísticas que no nos permiten identificar bien los datos de la inflación, ni los datos del PBI, ni los datos de pobreza e indigencia”.
 
Para el economista y Doctor en Ciencias Sociales, “esto tiene una connotación política, es parte de la discusión de cuál es el impacto social de la política económica llevada adelante por el kirchnerismo. Eso llevó a Kicillof a hacer declaraciones sobre el impuesto a las ganancias, subestimando el reclamo de los trabajadores sobre la actualización del mínimo no imponible”.
 
Los datos del propio Indec y del Ministerio de Trabajo, hablan de que el promedio salarial en la Argentina es menor a 6.000 pesos, lo cual demuestra que hay una situación de inequidad del impacto que genera la política económica y por lo tanto para modificar la situación de pobreza en la Argentina.
 
“La solución real al problema de la pobreza pasa por modificar la orientación de la política económica y los beneficiarios. Hay que reorientar las políticas para hacer una política industrial que no que existe ahora, que no haya una política energética que favorezca el modelo extrativista primario exportador, sino una que vaya en pos de los intereses de la población”, sentenció Gambina.
 
El querer tapar el sol con las manos, negando lo obvio, como lo es el crecimiento de la pobreza, la marginación y la miseria en nuestro país, ha sumergido al kirchnerismo en una debacle muy grande de la cual no tiene idea cómo salir.
 
Las cifras oficiales, que son las que mueven a un Estado para hacer sus negocios tanto dentro como fuera del mismo, como por ejemplo negociar con los hold out, son indispensables para la construcción de un país serio. Mientras siga intervenido el Indec y se quiera esconder la basura bajo la alfombra, la salida para el descalabro social y económico que vive la Argentina será cada vez más grande y complicado de sortear.
 

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