La cosecha de trigo pone en jaque el precio del pan

La campaña 2015/2016 del cereal será un 7% menor que la actual, despertando el temor a un posible aumento en el precio del pan. La falta de un plan estratégico para el campo pone en riesgo el delicado presupuesto de las familias argentinas

El bolsillo de los argentinos sigue sufriendo golpe tras golpe, y es que tras los constantes efectos negativos que produce la inflación en los malogrados presupuestos familiares, se le suman factores de la producción nacional que no hace más que afectar el delicado equilibrio familiar.

La Bolsa de Cereales de la provincia de Buenos Aires emitió un informe en donde especifica que la superficie a sembrar con trigo en la campaña 2015/16 será de 4,1 millones de hectáreas, un 7% por debajo de los 4,4 millones de la temporada previa, lo que ha despertado la alarma en diversos sectores de la población ante la posibilidad de que ello pueda llegar a elevar aún más el precio del pan.

El gobierno nacional haciendo uso de su habitual sordera ante los reclamos de la población, mira para otro lado y parece no darse cuenta de la situación. La presión tributaria, las altas retenciones, los cupos para las exportaciones y la consolidación de un sistema que beneficia a las multinacionales y grandes productores en detrimento de los más chicos, son algunas de las causas que han llevado a esta disminución en la producción.

El pan representa para una canasta básica hoy un alto precio, ya que está entre los 20 y los 30 pesos el kilo en promedio y se lleva buena parte del presupuesto familiar diario. “Todo lo que sea baja en la producción de trigo, termina siempre perjudicando al consumidor, ya que eso se ha traducido históricamente en un aumento del producto en las panaderías”, le expresó a Hoy la titular de la Asociación de Defensa de los Consumidores y Usuarios de la Argentina (ADECUA), Sandra González.

Para la representante de los consumidores, “hay mucha gente que a la noche su cena, ante la imposibilidad de poder consumir otra cosa, es un mate cocido con un pedazo de pan o con una tostada, y si aumenta su precio eso se verá alterado en forma muy fuerte, con lo cual también repercutirá en la dieta de los argentinos”.

Todo aumento perjudica al consumidor, y se puede hacer un paneo en cuanto se ve a la gente que está peleando paritarias esperando aumentos de salarios, pero también hay mucha gente que no tiene aumentos de salarios porque trabaja en negro y tiene estos aumentos que le hacen disminuir cada vez más su capacidad de compra.

“Me parece que lo que hacen falta son políticas de Estado en materia agropecuaria, y el gran problema que tiene el país es que en la última década no las ha habido, lo que ha servido para que se profundice la sojización del país por sobre los otros cereales. Faltan políticas para llevar adelante y que se consulte a especialistas que sepan del tema y no que se improvise de la manera en que se ha venido improvisando”, destacó González.

La carencia de un plan estratégico ha sido una de las grandes falencias de la mal llamada década ganada, que no ha sabido poner en práctica una política a largo plazo, poniendo parches a la situación y nunca solucionando realmente los problemas de la Argentina.

A la dinámica inflacionaria que no para de crecer, se le suman elementos extras como la baja en la producción del trigo, que pone en jaque el bolsillo de los consumidores y que abre un panorama por demás cargado de incertidumbre para las familias argentinas.

Los costos económicos para la Provincia

La caída en la siembra del trigo es un dato que perjudica a toda la economía nacional, pero principalmente hace mella en la provincia de Buenos Aires, ya que el 70 por ciento de la producción de este cereal sale de territorio bonaerense.

El trigo representa a la Provincia lo mismo que significa la vid para Mendoza, es decir, un elemento nato de su producción que sirve para el crecimiento de la economía bonaerense.

Esta merma en la producción de trigo, traerá aparejado un menor nivel productivo para el interior bonaerense, que en su gran mayoría depende de la productividad rural, y lleva al productor a una situación límite de la cual es muy difícil salir al corto y mediano plazo.

Hay una enorme pérdida de competitividad en los campos en los últimos años, con una caída muy importante en la rentabilidad, donde los más afectados son los productores más pequeños, que en muchos casos, terminan vendiendo sus tierras a los productores más grandes, con la consabida disparidad que ello conlleva para el sector.

Intermediación en la mira

A pesar de que el trigo cada vez influye menos en relación a lo que es el precio del pan, ya que el kilo del cereal vale unos 80 centavos, el pan no para de aumentar en las panaderías.

Tal como sucede con otros sectores de la producción agropecuaria, el tema de la intermediación es algo que no tiene límites por parte de las autoridades, logrando que los precios de muchos de los productos de la canasta básica de alimentos, no paren de subir.

En diálogo con Hoy, el vicepresidente segundo de Federación Agraria (FAA), Jorge Solmi, aseveró que “el trigo tiene una influencia en el precio del pan que no llega al 10 por ciento, el resto es todo extra que le agregan los intermediarios, por lo que ahí deberían actuar los funcionarios del gobierno nacional, que por ahora miran para otro lado y dejan que este sector actúe sin que tengan ninguna clase de consecuencias por sus actos”.

Para el exdiputado provincial, “todo lo que se produce en el sector agropecuario está divorciado de la realidad al momento de llegar a la góndola. No hay un correlato entre lo que se le paga al productor y lo que le llega al consumidor. El gobierno se dice nacional y popular, y vemos que nada de eso ha sucedido en este tema, y menos  con los alimentos, que siguen subiendo sin que se haga nada por parte de las autoridades”.

Panorama complicado es el que atraviesa el campo argentino, con cuestiones ajenas a los productores que hacen que la situación empeore en vez de mejorar, y con un gobierno sordo a sus reclamos que deja al productor rural contra las cuerdas y sin respuestas oficiales.