La crisis pega fuerte en las pymes de la región

Ante el látigo de la inflación y retracción del consumo, el sector productivo del Gran La Plata está con la soga en el cuello. Testimonios en primera persona de pequeños y medianos industriales que buscan hacer frente a la crisis

Como dice el cliché popular, todo tiene que ver con todo. Hasta un contenedor o un canasto donde se deja la basura puede ser índice del factor económico. “El comerciante medio que sacaba 60 cajas diarias para que junte el recolector, ahora deja unas veinte en la vereda. Por eso acá no tenemos materia prima, no hay cartón”, se queja Pedro Montes, el presidente de la Cooperativa Unión Papelera Platense, cita en Gonnet, otro bastión recuperado tras la brava  crisis de 2001. La exSan Jorge este mes tuvo que cesantear a los últimos diez contratados. Tarifas letales “de $700.000 pasamos a pagar $ 1.600.000”, confesó el presidente, que actualmente tiene como caballittos de batalla de ventas la fabricación de papel higiénico, papel sulfito fino (para envolver peras y manzanas) y con todo el rejunte del papel callejero produce cartón.

La cadena de la producción está cortándose peligrosamente. Hoy recogió nuevos testimonios, como esta pyme del Papel donde se está trabajando a pérdida.  El combo empezó a “inflarse” en enero con insumos dolarizados, cobertura social,  seguros... “Hasta el reciclaje del papel que pasó a pagarse de $1/kilo a $4. No alcanzamos a cubrir los costos ya que trasladárselos a los productos implica que los clientes dejen de comprarnos”, dijo Montes de la conocida papelera que es el sustento de 60 familias e indirectamente da trabajo a unas 200 personas. El mal momento no significará romper con el cumplimiento de los servicios públicos, “esto que  no hicieron los patrones cuando quebraron; nunca vivimos del Estado, nunca nos subsidió. Pero le pedimos al Ministerio de Producción de Provincia o Nación que tenga contemplación con este tipo de empresas”.

En Lisandro Olmos está Madexa, fábrica de matrices para la extrusión de aluminio (rubro en el que se cuentan muy pocos). Su propietario Diego Príncipi respondió a la consulta de nuestro diario sobre los efectos del temporal inflacionario que llevó a tantos a prender una vela. “Entre los principales inconvenientes está la materia prima, que en nuestro caso son aceros especiales que no se producen en Argentina, teniendo que lidiar con la escasez, y más allá de resolver o no esa cuestión, se nos complicó como exportadores con el agravante de que nuestros clientes locales están pudiendo acceder a estas matrices en el exterior. No es que no podían antes, pero las barreras de regulación de la industria nacional están tendiendo a caer... Tuvimos la lucidez de tomar acciones, pero no todas las industrias nacionales tomaron medidas preventivas y son las que más se las están viendo complicada”.

El relevamiento de Hoy días pasados fue al corazón de una textil que en El Mondongo era visitada por miles de clientes y hoy sólo tiene quince trabajadores.

Cómo producir dulce de leche y no “cortarse” en el intento

Desde hace 50 años Vacalín es “la empresa de Bavio”, motorizando prácticamente toda la economía del partido de Magdalena. No hay muchas más empresas en la localidad de General Mansilla salvo esta de las “medianas” cuyos volúmenes van un poco más allá de las Pymes tradicionales. Un dato es por demás elocuente: recibe de lunes a lunes 250.000 litros de leche para  la elaboración de dulce de leche y quesos, y otros productos como manteca, leche en polvo y helados.

Golpeada la lechería como pocas veces por las inundaciones y por una crisis internacional en la caída del precio, a esta láctea de la región se le hace duro el 2016 con un “extra” para los registros contables: en marzo se incedió la sección quesería.

Hoy consultó al gerente Néstor Alonso sobre los pasos que dieron ante la coyuntura del sector y de un país que castiga por todos lados al que produce. “El cambio de precios por la devaluación y actualización de tarifas, como luz y gas que sacó los subsidios sociales, impactó mucho a la compañía que de alguna manera mantiene los puestos de trabajo, buscando la eficiencia y haciéndola rendir para poder mantener el pago a proveedores y a 250 empleados”.

La situación vivida en la cuenta lechera de Santa Fe los obligó también a aguzar los recursos. “Cayó el volumen de recepción pero pudimos seguir andando. Bancamos a los tamberos y les mantuvimos los plazos de pago, porque ellos tienen sus complicaciones financieras, de energía, mano de obra, costos, etcétera, y si nosotros no tenemos la leche, no podemos hacer nada. Y aunque estén inundados nos pudieron entregar la materia prima con el sistema que se llama ‘cautivo’, con un mecanismo especial para poder retirarla de esos campos”.

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