Cómo afecta la política del Gobierno nacional

La economía M y los efectos en la industria nacional

El golpe de timón abrupto que realizó el Gobierno en la política de comercio exterior y la caída del consumo interno pusieron en jaque a los pequeños y medianos empresarios locales. Los despidos y el cierre de fábricas son una constante, y el futuro no avizora cambios 

Mientras la recesión es un hecho y el horizonte de crecimiento no está a la vista, muchas empresas han sido víctimas del modelo Macri a lo largo de 2016 y en los días que han transcurrido de este año.

Los números de la economía siguen coleccionando cifras negativas, en tanto que la actividad industrial continúa sin arrancar. De hecho, el pasado jueves el Indec confirmó el noveno mes consecutivo a la baja.

El cierre de fábricas, las suspensiones y los despidos ya son parte del paisaje en la era Cambiemos, y la industria nacional no para de recibir embates. Primero fue la apertura indiscriminada de las importaciones, desde la misma asunción del oficialismo. El ingreso al extranjero de los productos que se fabrican en el país, sumado al derrumbe del consumo, el incremento 

de las tarifas y la escalada del dólar (que aumentó el costo de algunos insumos) generaron un efecto de pinzas que viene siendo letal para la producción doméstica.

Como si fuera poco, el ministro de producción, Francisco Cabrera, amenazó du­rante la semana con profundizar la apertura importadora si no se reducen los precios. El funcionario nacional, lejos de establecer mecanismos de control para evitar la distorsión en los precios, apunta a seguir perjudicando el trabajo argentino. El propio Cabrera reconoció que la aplicación de una medida de ese tipo puede “provocar algún dolor, porque afecta o puede afectar el empleo”.

En este contexto de merma de los indicadores, el Gobierno intentó generar la idea de que se había incrementado el nivel de empleo, pero las mentiras del Presidente Mauricio Macri y sus ministros duraron muy poco tiempo.

Noviembre había sido presentado por Macri como un quiebre en la tendencia, sin embargo, en diciembre, el empleo formal en el sector privado registró un retroceso del 0,5 por ciento frente a noviembre, según los datos de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL), elaborada por el Ministerio de Trabajo, y la merma interanual es del 0,7 por ciento.

El comportamiento negativo se explica principalmente por dos sectores: la industria manufacturera y la construcción. Las actividades fabriles mostraron una baja de 0,6 por ciento mensual y 5,0 por ciento interanual, afectada por la caída de la demanda interna, la apertura comercial y las menores exportaciones.

La lógica del Gobierno nacional no muestra señales de un cambio, ni siquiera en el contexto de un año electoral. La desregulación del comercio exterior parece ser una tendencia que se mantendrá, a costa del empleo y los salarios.

Despidos: los casos más emblemáticos

Banghó 650 trabajadores: La decisión de Mauricio Macri de bajar el arancel a la importación de computadoras y tablets de 35% a 0% perjudicó a la industria local. Banghó tuvo su planta de Florida Oeste tomada luego de verse obligada a dar vacaciones y frenar la producción. 

Sus directivos dicen que deberán cerrar y quedarían en la calle 650 trabajadores. “No existe ningún producto que pueda competir con China, que se está quedando con el mercado mundial”, explicó Carlos Suaya, presidente de PC Arts Argentina, dueña de Banghó.

Alpargatas 550 trabajadores: La empresa cerró dos de sus siete establecimientos en el país (Villa Mercedes y Florencio Varela), debido a la baja de producción por la apertura de las importaciones, dejando como saldo 550 despidos. Alpargatas tiene dos actividades principales: calzado y textil. La sede de Villa Mercedes llevaba 34 años trabajando. “Esto ya lo vivimos en los 90 con la flexibilización laboral y no terminó generando más empleo”, reflexionaron desde el Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines. 

BGH 162 trabajadores: Finalizada su actividad del año 2016, la fábrica ubicada en el Parque Industrial de Río Grande cerró sus puertas y dejó sin empleo a sus 162 trabajadores. El secretario adjunto de la UOM Río Grande, Marcos Linares, afirmó que la medida fue “una consecuencia directa de la quita de aranceles para los productos importados resuelta por el Gobierno nacional”. La empresa está dedicada al ensamblaje de computadoras tanto para consumo masivo (bajo la marca Positivo-BGH), como para el Plan Conectar Igualdad. 

Georgalos 50 trabajadores: La fábrica, que se ubicaba en el Parque Industrial de Villa Mercedes, cerró y dejó a todos sus trabajadores en la calle sin el pago de indemnizaciones. 

Los obreros que quedaron a la deriva denunciaron que el cierre no se debió a la crisis económica, sino a la mentada “reestructuración de la empresa”. 

Es decir, reubicarán la empresa en otro lugar, que podría ser Córdoba, y contratarán mano de obra en situación de precariedad.

Herzo / Puma 220 trabajadores: Tras más de 30 años de trayectoria y un tiempo similar de relación con la marca Puma, la firma Herzo, una pyme de capitales nacionales con sede en la comunidad puntana de Concarán, cerró sus puertas el primero de diciembre pasado. 

Los 200 empleados de la fábrica y su principal cliente se enteraron de la decisión el 29 de noviembre, cuando llegaron los telegramas de despido. El desplome del mercado interno sumado a la apertura de importaciones afectaron al sector.

SanCor 4.000 trabajadores en riesgo: La histórica compañía de productos lácteos reconoció que su capacidad productiva y su desempeño económico se vieron afectados y se encuentra al borde del cierre. Es la segunda firma en relevancia en el mercado y da trabajo a 4.000 personas. 

La empresa sufrió en 2016 pérdidas por $2.400 millones, contra un saldo negativo de $400 millones del año anterior.

La Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra) expresó la “honda” preocupación que hay en la representación sindical respecto al futuro de la cooperativa.

Advierten que seguirá cayendo  la industria lechera y habría aumentos

El sitio especializado en la agroindustria, Valor Soja, alertó por medio de un informe que en 2017 seguirá en caída la producción láctea, que ya había registrado un recorte del 14% en 2016. 

“La Argentina se encuentra en emergencia lechera. Peligra la sostenibilidad de muchas empresas y empleos en la cadena de valor láctea, la cual, por sus características estructurales, tiene un costo de entrada muy elevado una vez que se sale de la misma”, manifestó el reporte.

Según los datos oficiales, la producción argentina de leche en 2016 fue de 9.711 millones de litros, 14,1% inferior a la de 2015 y la más baja desde 2007. 

Esta situación se ocasionó debido “al impacto combinado de un desastre climático con una crisis económica promovida por el régimen kirchnerista y agravada por la falta de políticas de mitigación de daños de la gestión macrista”, señala el documento.

En las últimas semanas se registraron lluvias torrenciales que volvieron a complicar la producción en zonas de alta productividad de las cuencas lecheras de Santa Fe,  Córdoba y Buenos Aires.

Uno de los efectos de esta situación es que, ante la escasa oferta de leche que podría haber en el mercado, se elevarían los precios. 

Los desastres generados por los temporales ocurridos en abril de 2016 y enero de 2017 causaron graves consecuencias en las regiones en las que se concentran las principales industrias lácteas exportadoras.

Sin horizonte para la recuperación

Los efectos del clima agravaron los problemas del sector lechero, el cual atraviesa una de las crisis más grandes de la historia, con productores que han tenido que cerrar sus tambos, otros que trabajan por debajo de sus costos de producción y ante la presencia de intermediarios que se llenan los bolsillos amparados en la falta de acciones de control por parte del Gobierno.

El 2016 fue un año perdido para la lechería en la Argentina y los signos de recuperación no se ven hoy a primera vista. Si hay medidas económicas efectivas, y siempre y cuando las condiciones climáticas acompañen, se espera una recuperación del sector recién para 2018. 

Lo que se viene en los meses que se avecinan no es alentador. Los problemas del rubro lechero, además del incremento en los precios de la leche, podrían generar el faltante en productos básicos como el yogurt y el queso u otros alimentos que ya forman parte de la mesa de los argentinos, como el dulce de leche.

Otra de las consecuencias adversas es que los productores argentinos encontrarán un gran escollo para poder exportar ante la gran caída de la producción en el mercado interno.

 

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