Otra infame entrega de los K

Los gobiernos de China y Argentina acordaron construir una estación espacial en el sur argentino. Pero el Estado nacional no tendrá injerencia en su funcionamiento. La oposición denuncia irregularidades y asegura que el kirchnerismo cedió la soberanía del país

En los últimos días el kirchnerismo volvió a mostrar las grietas en su controvertido relato de la realidad. En pleno “patria o buitres”, la propia presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, firmó un acuerdo de cooperación con su par chino, Xi Jinping, y cedió buena parte de la soberanía nacional sobre territorios pertenecientes a la provincia de Neuquén. Según prevé el proyecto oficial convalidado ayer por el Senado de la Nación, allí se instalará una estación espacial y satelital de origen chino, sobre la cual el país no tendrá ningún tipo de injerencia.

Fiel a su estilo y conociendo la amplia mayoría que detenta en el Congreso, el Gobierno no esperó siquiera a que la Legislatura convalidara la medida. En cambio, las obras en la localidad neuquina de Bajada del Agrio, que costarán unos 300 millones de dólares, ya comenzaron hace varios meses y se estima que estén terminadas para principios de 2016.

La premura de la Casa Rosada causó gran inquietud entre propios y ajenos. Incluso el propio senador kirchnerista y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, Ruperto Godoy, solicitó la presencia de autoridades de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales para brindar precisiones sobre la temática. Ayer, el secretario general de esa organización, Félix Menicocci, respondió a la solicitud, pero el especialista dejó más dudas que certezas.

“Esto es un abuso. Se trata de un proyecto que se ha mantenido oculto, a pesar de que se trata de algo muy importante, como una sesión de territorio para la instalación de una base de seguimiento satelital de tipo cívico-militar”, aseguró a Hoy el senador nacional por el Frente Amplio UNEN y miembro de la mencionada comisión, Pino Solanas. En el mismo sentido el legislador señaló que “este es un asunto realmente grave” y que el rédito para el país será ínfimo, ya que los científicos argentinos sólo podrán disponer de la estación un 10% del tiempo disponible o, lo que es lo mismo, 2 horas y 40 minutos diarios.

Tras una breve sesión, el oficialismo convalidó la preocupante medida y dio vía libre a las autoridades Chinas, para hacer y deshacer a gusto sobre una vasta porción de territorio argentino. “Esto es un escándalo, no hay información y pareciera tratarse de un secreto de Estado”, concluyó Solanas en diálogo con nuestro diario.

La oposición parlamentaria declama explicaciones y la realidad indica que hay numerosas razones para exigirlas: el proyecto estipula que la empresa china Satelite Launch and Tracking Control General gozará de al menos 50 años de exención impositiva; que el personal será exclusivamente de origen asiático y trabajará bajo las disposiciones de Pekín; y prevé la instalación de una “red de telemetría, seguimiento y comando” cuyo alcance se desconoce; entre otras inciertas disposiciones. Las preguntas son muchas y las respuestas inexistentes.

El Gobierno busca préstamos en China que podrían no llegar nunca

El pasado lunes una delegación argentina liderada por el ministro de Economía, Axel Kicillof, y su par de Planificación Federal, Julio De Vido, visitaron la República Popular China, en lo que trascendió como un intento en destrabar préstamos provenientes de ese país para paliar la grave crisis económica y financiera que atraviesa la Argentina de la mal llamada década ganada. Sin embargo el protocolar encuentro en Beijing podría haber tenido una razón mucho más oscura: muchos analistas indican que los funcionarios viajaron para coordinar los últimos detalles de la instalación de una polémica central espacial de origen asiático, que ya comenzó a ser construida en pleno sur argentino, en la provincia de Neuquén.

El oficialismo, sin embargo, informó que la comitiva buscó destrabar unos 18 mil millones de dólares en préstamos. Entre esos fondos se encuentran 4.700 millones para construir las cuestionadas represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernik en Santa Cruz, otros 2.100 millones para ferrocarriles y 11.000 millones más para el swaps de monedas negociado entre el Banco Central de la República Argentina y el Banco del Pueblo de China.

Lo que pareciera ser una buena noticia entre los enormes problemas que dinamitan la economía nacional, podría no serlo tanto. Es que la Argentina enfrenta un grave problema: una de las cláusulas del acuerdo firmado con las autoridades chinas prevé lo que se conoce como “default cruzado”, lo que implica que si la Argentina ingresa finalmente en una cesación de pagos con los bonistas de su deuda, automáticamente caerá en default con los bancos chinos y por tanto estará imposibilitada a recibir las sumas de dinero previstas.

La euforia económica por la promesa de arribo de divisas al país duró poco en el mercado local y tiempo después de los anuncios oficiales la realidad retomó su caótico cauce. Ahora se espera que la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, visite a la potencia asiática en los próximos días e, irónicamente, firme nuevos acuerdos con ese país, cuyas condiciones serían similares a las que no acepta en su feroz pelea con los holdouts.