¿Puede resistir Argentina una inflación del 40 por ciento?

El 2014 cerrará con una inflación del 40 por ciento, mientras que los pronósticos para el 2015 son aún peores. La Argentina sumergida en un flagelo que provoca serios daños en los cimientos de la actividad económica

"Si realmente la inflación fuera del 25%, el país estallaría por los aires”, afirmó la presidenta Cristina Fernández en 2012 ante los estudiantes de Harvard. La realidad muestra que en 2014 se va a terminar con una inflación que ronda el 40% y la profecía de CFK podría cumplirse.

Pese a la magnitud de la crisis económica que vive el país, esto no se ha hecho visible para muchos debido a los parches que ha venido implementando Axel Kicillof para detener este proceso, como los fallidos planes Precios Cuidados y Ahora 12, que han fracasado rotundamente, haciendo que la vida en el país vaya en franco declive y vivir en forma digna sea una actividad cada vez más difícil.

Ahora bien, es necesario que el árbol no tape el bosque. Una inflación sostenida en el tiempo del 40%, pudiendo trepar hasta el 50% en los próximos meses, no hace más que destruir el valor de la moneda, socavando el poder adquisitivo, ahuyentando inversiones y afectando la previsibilidad a la hora de hacer negocios. Eso no es todo ya que también produce una fuerte distorsión del sistema financiero y pone en jaque la actividad productiva del país, con la consecuente pérdida masiva de puestos de trabajo.

En diálogo con Hoy, la economista y profesora de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Católica (UCA), Nuria Susmel, reflejó que “el gobierno está teniendo una angustia muy grande porque tiene que financiar distintos programas, no tiene crédito externo, la presión impositiva está alta, tiene que cerrar las cuentas con una inflación creciente, y las medidas para solucionar esto requiere costos políticos que seguramente no está dispuesto a pagar o hacer”.

La economista miembro de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), asegura no ver que “el país pueda salir de este círculo en el cual alguien pueda invertir, con lo cual no tenés generación de empleo, no tenés crecimiento, la economía recauda menos, y se entra en un círculo en el cual no se ve una salida al corto tiempo positiva y la situación social va empeorando y se hace muy difícil vivir y llegar a fin de mes”.

El escenario argentino deja en claro que la emisión monetaria, es decir, hacerse adicto a la impresión de billetes para financiar el desorbitante gasto público improductivo que ha agigantado el kirchnerismo en la mal llamada década ganada. El remedio fue aún más grave que la enfermedad, alimentando un proceso inflacionario imparable.

“El equipo económico actual sostiene que la inflación no es perjudicial para la economía y que es incluso necesaria para impulsar el nivel de la demanda, y además afirma que no es un problema monetario el aumento de la emisión descontrolada, sino que es consecuencia de una actitud golpista de los formadores de precios, que son los empresarios”, afirmó a Hoy el especialista en mercados internacionales, Luis Palma Cané.

Para el economista, “hay un error de diagnóstico y un fundamentalismo ideológico, en el sentido de decir que el gobierno gestiona mejor que el sector privado, y por lo tanto el que tiene la culpa de todo es el sector privado. No hay peor enemigo para el sistema financiero que la inflación, y si a eso le agregamos una emisión descontrolada, el cóctel puede ser explosivo para la realidad social del país”. El despilfarro de recursos llevado adelante por el kirchnerismo viene siendo solventado por una inflación cada día más creciente y por una emisión monetaria que hace difícil que pueda sostenerse en el futuro. La profecía de la presidenta hecha en Harvard, puede llegar a darse y la economía estallar por los aires con consecuencias políticas y sociales muy graves.

El trabajo, el gran perjudicado

La inflación es un problema que recae sobre todo entre los que menos tienen, afectando el nivel de productividad, de compra de los trabajadores y enturbia  el clima laboral en el país.

El profesor de la Universidad Nacional de Rosario, Julio Gambina, señaló a Hoy que “la inflación es un tema delicado que afecta a la mayoría de la población que no está en condiciones de fijar precios, y quienes no pueden fijar precios son los trabajadores, porque la mayoría no están involucrados en convenios colectivos de trabajo”.

Para el presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, “los impactos de la inflación son bastantes negativos y hay una tendencia interesada tanto a nivel gubernamental como a nivel de las centrales empresarias, para intentar mostrar un menor índice de evolución de los precios para condicionar las convenciones colectivas de trabajo”.

“El gobierno y los empresarios usan este número menor para que las demandas de los trabajadores en el 2015 no esté anclada a ese 40% real, y en todo caso que sea más funcional a un nivel que le permita ir por encima de la actualización de salarios”, recalcó Gambina.

Pérdida de competitividad

La inflación es un síntoma, no es una causa. Lo que hay que atender son los fundamentos económicos que llevan a este proceso inflacionario. Toda volatilidad en los precios tiende a su mantenimiento en el tiempo.

“El primer efecto que se ha caracterizado es el de atraso relativo del tipo de cambio, al desplazarse algunos precios de la evolución general, se generan comportamientos distorsivos, al atrasarse el tipo de cambio, el primer perjudicado es esconder la inflación retenida y produce un serio problema devaluatorio del peso, de pérdida de competitividad financiera en la economía”, resaltó a Hoy el economista Gustavo Grinspun.

Para el hijo del exministro de Economía de Raúl Alfonsín, “en un estado de inestabilidad de precios como el que vive hoy la Argentina sostenida en el tiempo, lo que se genera es una retracción de la actividad económica, sea por caída de salario, por caída en la competitividad o por el retraso de la inversión, lo que genera un efecto negativo”.

La inflación en una década donde hubo recursos casi extraordinarios, con un país favorecido por el contexto internacional y que incorporó recursos a su economía, llevó a que la mala gestión de la política económica derivara en un proceso inflacionario autónomo y de recreación consecuente por al atraso en el tipo de cambio que produjo deformaciones en la economía.

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