Se empieza a definir el futuro político del país

Mañana se realizarán las primarias en Capital Federal. El proyecto presidencial de Macri está atado a cómo se resuelva la interna de su propia tropa. Scioli se mantiene a la expectativa

Los resultados de las primarias que se realizarán mañana en Capital Federal, que tendrán como principales protagonistas al jefe de gabinete porteño Horacio Rodríguez Larreta y a la senadora Gabriela Michetti, que buscan suceder a Mauricio Macri en la conducción de la capital del país, tendrán impacto en el tablero político nacional. ¿El motivo? Un triunfo de Michetti o una ajustada diferencia a favor de Rodríguez Larreta en el escrutinio provisorio que genere sospechas o suspicacias como las que se registraron en la provincia de Santa Fe (faltaron contabilizar 200 mil votos), dejaría a Macri en una posición difícil. Hasta pondría en serio riesgo su proyecto de llegar a la Casa Rosada.

El candidato presidencial del Pro mostró una marcada incapacidad a la hora de tener que ordenar a su tropa en su propio pago chico. Gabriela Michetti no sólo lo desafió cuando se negó de forma reiterada a bajar su candidatura, sino que además, con sus declaraciones, le clavó un puñal en áreas más que sensibles de la administración porteña como son los vínculos que tejió el macrismo con el empresario K Cristóbal López y, consecuentemente, con el multimillonario negocio del juego. Eso no fue todo: la senadora Michetti también se introdujo en un tema donde el Pro prefiere mirar para otro lado como es el narcotráfico, que avanza a pasos acelerados en la ciudad de Buenos Aires. La alarmante situación de la villa 1-11-14, donde se denunció la existencia de 10 cocinas de cocaína de máxima pureza, es una clara muestra ello.

Al fracasar en su intento de convencer a Michetti de que decline su postulación, Macri decidió jugarse todo por el todo apoyando públicamente a Rodríguez Larreta. Lo más llamativo es que, en lugar de recibir el apoyo unánime de su gabinete, varios de sus ministros, que fueron designados por él, se encolumnaron detrás de la senadora, en lo que constituye una abierto desafío y una muestra cabal de la falencia de liderazgo que tiene el expresidente de Boca.

En este escenario, Daniel Scioli seguirá con atención el domingo el resultado de los comicios desde su residencia de Villa La Ñata, acompañado por Karina Rabolini. Si bien desde lo formal expresó un apoyo –que por cierto fue muy tibio- a la candidatura del camporista Mariano Recalde como jefe de gobierno porteño, los ojos del gobernador bonaerense estarán puestos en la interna del Pro. Un posible triunfo de Michetti significaría un robustecimiento de su proyecto presidencial ya que dañaría seriamente a su principal competidor, como es Macri. En tanto, Sergio Massa, volverá ser un mero espectador ya que su candidato porteño, el economista Guillermo Nielsen, apenas mide un par de puntos. Por eso, tras la contienda porteña, es muy probable que se intensifiquen los reclamos de los intendentes bonaerenses que forman parte del Frente Renovador, para que el exjefe comunal de Tigre decline la candidatura presidencial.  

En la actualidad, en todas las encuestas, el gobernador bonaerense le saca algunos puntos de diferencia a Macri, quien está teniendo muchas dificultades en lograr un armado competitivo en el principal bastión electoral del país como es la provincia de Buenos Aires. Su candidata a gobernadora María Eugenia Vidal no mueve el amperímetro y su alianza con los radicales tampoco le ha permitido sumar una figura de peso. 

A su vez, los sectores ultrakirchneristas más fanáticos que miran con recelo la postulación de Scioli están implorando por un triunfo de Rodríguez Larreta. Saben que la postulación de Recalde es meramente testimonial, y hasta podría quedar en tercer lugar, detrás de Martín Lousteau. Por eso, apuestan por el fortalecimiento de Macri ya que creen que en caso de que el jefe de gobierno porteño llegue a la Casa Rosada, Cristina Kirchner se convertirá en jefa de la oposición luego del 10 de diciembre. 

Ahora bien, en lo que se refiere a los armados electorales, los sectores ultra K están quedando cada vez más marginados. Hasta CFK, que desconfía profundamente de Scioli y no ha dudado en vapulearlo públicamente, tuvo que volver sobre sus pasos. Tomó distancia de los más fanáticos y estableció una suerte de acuerdo de convivencia con el mandatario bonaerense. Esto implicó dejar de ponerle palos en la rueda a su candidatura. Por eso, en la semana que pasó, CFK declaró no tener favoritos en la disputa por su sucesión, lo que terminó de sepultar las aspiraciones de Florencio Randazzo que venía presentándose como “el elegido” de Cristina Kirchner.

Una actitud similar a Cristina asumieron otros exponentes del fanatismo K como los diputados Carlos Kunkel y Diana Conti que no dudaron en recurrir a un pragmatismo extremo al avizorar que, en caso de que en la Casa Rosada haya un gobierno no peronista, muchos de los que hoy detentan el poder político podrían pasar a retiro o terminar tras las rejas. Por eso, las habituales críticas que solían realizar estos personajes a Scioli se transformaron en elogios.

Por el momento, su estrategia de llegar a la Rosada obliga a Scioli a no tener que sacar los pies del plato. Su pacto con CFK se sustenta en la necesidad de obtener el voto clientelar que aportan aquellos sectores que dependen de la asistencia del Estado nacional.  Ahora bien, nada es eterno en la vida. Muchos de los que conocen al gobernador aseguran que Scioli no olvida ni perdona, y tiene presente cada uno de los maltratos recibidos. Por eso, dicen, la historia podría ser radicalmente distinta a partir del 10 de diciembre.

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