Transporte: feroz interna por la crisis

Tras las críticas de los familiares de las víctimas del siniestro de Once, trascendió la posible salida de Florencio Randazzo del Gabinete. Los negocios oscuros con empresarios: una marca registrada K

Este fin de semana, tras el imponente acto que realizaron el viernes los familiares de las víctimas del siniestro de Once, circuló la posibilidad de la salida de Florencio Randazzo del Ministerio del Interior y Transporte. El dato da cuenta de la profunda crisis en la que se encuentran el área que con la llegada del kirchnerismo profundizó el desmantelamiento tanto del sistema ferroviario como del transporte público en general, profundizando los negocios turbios con empresarios afines.
No es casualidad que el Gobierno Nacional tenga a los dos últimos secretarios de Transporte procesados: en un caso (el de Ricardo Jaime) por haber recibido dádivas de los dueños de las compañías que debía controlar  y en el otro (el de Juan Pablo Schiavi) porque su actuación al frente del organismo fue determinante para que ocurriera la masacre de Once (Jaime también está procesado por esto).

El mismo rumbo
Más allá del cambio de figuritas al frente de esta área tan sensible, lo que ha prevalecido es la misma política. Florencio Randazzo continuó al pie de la letra con el rumbo que desde la Casa Rosada se estableció para el transporte en general.
En ese sentido, los familiares de las víctimas de Once fueron claros en el documento leído el viernes: “Cumplir con los deberes de funcionario público no es una revolución”, en referencia a los dichos del Ministro, que había asegurado estar realizando una “revolución en materia ferroviaria”.
Además, las supuestas mejoras que anunció Randazzo para la línea Sarmiento no fueron tales: las obras de reparación de las vías demoraron más de cinco meses para comenzar (mientras, se seguían produciendo accidentes); en el caso de las formaciones, apenas se pintaron algunas que continúan en un peligroso mal estado; siguen siendo constantes los retrasos y las cancelaciones en este ramal, entre otras falencias que muestran que los cambios tras el fatal accidente prácticamente no existieron.
Pero el manejo del área por parte de este funcionario tiene además otros aspectos polémicos. Como ya ha publicado este diario, dentro de la Agencia Nacional de Seguridad Vial -también bajo control del Ministerio que encabeza Randazzo- existe un observatorio de características similares al Indec, que tergiversa las estadísticas referidas a la cantidad de accidentes de tránsito.
Por esta razón, se han registrado diferencias gruesas entre las estadísticas gubernamentales sobre víctimas en accidentes de tránsito y las que computó la ONG Luchemos por la vida. Por ejemplo, en todo 2011 el Gobierno calculó 5.040 muertos, mientras que el organismo no gubernamental registró 7.517.
En el mismo sentido, la situación catastrófica de las rutas tras diez años de crecimiento económico es el símbolo claro de la pésima gestión de la Casa Rosada, que sólo benefició a las concesionarias viales amigas del poder con millones de pesos en subsidios además del cobro de peaje.

Sin controles en los trenes

Queda claro que al Gobierno no le interesan los controles de ningún tipo, y el caso del sistema ferroviario claramente no es la excepción.  

De hecho, por la falta de aprobación del reglamento sancionatorio, la Comisión Reguladora del Transporte (CNRT) no puede aplicarle ninguna clase de multa a la UGOMS (la concesionaria de los trenes Mitre y Sarmiento, que tiene participación estatal), a pesar de las múltiples denuncias que se le han efectuado.

El mismo panorama irregular se registra con los servicios de los ferrocarriles San Martín, Roca y Belgrano Sur que fueron restatizados por la administración kirchnerista entre 2004 y 2007.

Esta situación fue advertida por la Defensoría del Pueblo de la Nación a fines de la año pasado, que aseguró: “La inexistencia de un reglamento de penalidades en una concesión deviene en un control abstracto”.

Una máquina de dilapidar subsidios

El hecho de que el transporte público -el que utilizan las familias de clase media y los sectores más postergados- se haya transformado en un verdadero peligro tiene como trasfondo la dilapidación de una enorme cantidad de fondos del Estado que financiaron a las empresas concesionarias sin que se haya derivado un solo centavo al mantenimiento del servicio.

El caso del sistema ferroviario es paradigmático en ese sentido: desde que asumió al frente del Gobierno, el kirchnerismo gastó una cifra cercana a los 37.000 millones de pesos, lo que, en promedio, equivale a dos millones de dólares diarios.

En ese marco, durante 2012 se necesitaron 4,2 millones de dólares diarios para sostener a los trenes, y en 2011 el gasto fue aún mayor: 4,8 millones de dólares por día.

En el camino quedaron anuncios rimbombantes de obras que nunca fueron terminadas: entre ellas se destacan el soterramiento del Sarmiento y la electrificación del tren Roca.

Pero además, se compraron formaciones a España y a Portugal cuando era Ricardo Jaime el titular de Transporte, y más la mitad de están tirados como chatarra.
De la misma forma ocurrió con el contrato que firmó el Gobierno con Emfer (empresa de la familia Cirigliano), para construir trenes doble piso, que en cinco años tiene apenas un 23% de ejecución.