Una central que sólo genera oscuridad

Escandalosos sobreprecios, contratos directos sin licitación previa y millones gastados en una obra inútil para solucionar la crisis energética. Todo esto confluye en una central termoeléctrica que promociona con inusual énfasis el intendente ultrakirchnerista de Ensenada

Aquellos automovilistas que transitan por la Autopista Buenos Aires-La Plata y hacen su recorrido por Diagonal 74, no tienen otra opción que leer los carteles instalados por el Ministerio de Planificación Federal que conduce Julio De Vido y por el intendente de Ensenada, Mario Secco, promocionando la central termoeléctrica Barragán como si fuese una gran obra que sirviese para el desarrollo energético. Supuestamente, según el relato oficial, con esta obra se iba a mejorar sustancialmente el servicio eléctrico a industrias y casas de familia, dotando “a la red de más flexibilidad y capacidad de suministro, especialmente en horarios pico de consumo”.  La realidad, como suele ocurrir, es totalmente opuesta.

Hechos lindantes a la corrupción como sobreprecios, falta de estudios sobre el impacto ambiental, violaciones a la ley de Obra Pública, contratos directos sin licitación previa, son sólo algunas características de este emprendimiento que representa un claro ejemplo de la putrefacción de la mal llamada década ganada.

Especialistas consultados por Hoy alegan que los millones que se gastó en esta obra se deberían haberse destinado a otro tipo de emprendimientos. ¿El motivo? El impacto de la central termoeléctrica es como si fuese un grano de arena en el desierto, que no sirve para modificar el complicado cuadro energético nacional y que sólo  tapa baches muy puntuales.

Ineficiencia en acción

Hace poco más de tres años, más exactamente en enero de 2012, el vicepresidente Amado Boudou, que va a quedar en la historia como uno de los personajes públicos más ligados a la corrupción, fue el encargado de inaugurar la Central Termoeléctrica Barragán en la ciudad de Ensenada, donde junto a Julio De Vido (sospechado de ser uno de los principales cajeros políticos del kirchnerismo) y Mario Secco, dieron rienda suelta a su alegría por empezar a cambiar “la historia argentina en materia energética”.

Ahora bien, la central termoeléctrica construida en Ensenada fue investigada por la Auditoría General de la Nación y los números no cierran por ningún lado. Por ejemplo, esta obra que había sido presupuestada en casi 1.500 millones de dólares, terminó costando más 2.340 millones, un 61% más de lo pautado, con graves sobreprecios y con el agravante de que la mayoría de las contrataciones fueron en forma directa, sin licitación y con la intervención de empresarios amigos del poder.

La evidencia del paso del tiempo volvió a jugarle al kirchnerismo una mala pasada ya que se ha podido demostrar la ineficacia de este tipo de obras, que no sirve para paliar la grave crisis que pasa el sector en nuestro país. En diálogo con Hoy, el exSecretario de Energía de la Nación, Emilio Apud, señaló que “la estación Barragán en Ensenada se hizo desde el Estado como una especie de salvaguardar a las empresas y no pensando una política energética de cara al futuro. De ahí que la misma sirva para muy poco y haya costado casi el doble de lo que estaba presupuestado en un comienzo”.

Para el exVicepresidente de la Represa Nacional de Salto Grande, “a largo plazo habría que ampliar la matriz energética, dando paso a las energías renovables, caso la eólica, la hidroeléctrica y la nuclear. El problema de las dos últimas, es que tardan entre 7 y 8 años, se requiere de mucho capital en un país que está cerrado al financiamiento externo y con un gobierno soberbio que no quiere reconocer que se equivocó. Y sólo piensa en sí mismo y no quiere que sea otra gestión quien inaugure obras centrales para el crecimiento del país”.

“El populismo llevado a la energía lleva a este tipo de situaciones, donde se fija en propulsar la demanda como sea, desentendiéndose de la oferta de gas y electricidad. Después de 12 años, vemos que ni siquiera se ha instalado la mitad de lo que se tendría que haber instalado en este tiempo en materia de infraestructura energética, en un escenario donde la demanda eléctrica creció menos que en la década anterior y con obras como la estación Barragán que no sirven para paliar la crisis del sector”, sentenció Apud.

Hay números que hablan por sí solos: en la actualidad se produce un 25% menos de petróleo que en 2003; las reservas de gas son la mitad; la producción de gas se mantuvo lineal  mientras que la oferta y la demanda crecieron un 60%. Desde que el kirchnerismo asumió el gobierno, en la Argentina no ha parado de caer la producción de hidrocarburos. Claros síntomas de una década perdida.

Números que no cierran

La falta de transparencia para beneficiar a los amigos a través de contratos directos, haciendo las obras con gente ligada al poder oficial, ha sido una de las particularidades esenciales del kirchnerismo y que no ha servido para hacer crecer la producción energética en el país.

Las centrales que se han construido en los últimos años suman 3.000 megavatios en los casi 12 años que ha estado el kirchnerismo en el poder, cuando según los especialistas se tendrían que haber puesto por lo menos en marcha entre 12.000 y 13.000 megavatios para poder satisfacer la demanda interna.

En ese contexto, el equipamiento que el gobierno suele mostrar en anuncios grandilocuentes, donde se habla de más de 7.000 megavatios implica obras menores como haber terminado una parte de la Central Atucha II que tendría que haber costado 750 millones de pesos y se gastaron más de 4.000 millones. A ello se les suman los trabajos de Yacyretá, donde se subió la cuota del embalse en una central que da señales de desgaste por muchos lados.

Desde el gobierno se quiere vender como grandes logros obras con graves problemas de infraestructura, donde la corrupción salta por todos lados con sobreprecios que muchas veces oscilan entre un 100 a 300% de lo presupuestado. Este sistema oscuro es el que lleva a que, año tras años, se repitan los cortes de luz y se deba gastar cientos de millones de dólares en importación de hidrocarburos.

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