TIEMPOS de HOY // CIENCIA

Biohacking: ciencia extrema en el garaje de casa

Crecen las comunidades de entusiastas que trabajan, sin títulos habilitantes, modificando organismos vivos. Incluso, a ellos mismos

En un futuro cercano, mucha gente podrá manejar sus propias células madre, cultivarlas en su garaje y guardarlas en la heladera. Al menos eso cree mucha de la gente dedicada al biohacking. Puede sonar increíble, pero aprender qué es el ADN, cómo es codificada la información genética y otros conceptos básicos pueden ser aprendidos en 2 horas. Otras dos semanas intensivas en un laboratorio con un instructor y ya se podrá trabajar con ellos.

Cuando se habla de biohacking se señala una práctica cuyo propósito es acercar la ciencia a la gente en general; trasladando los laboratorios de investigación a los hogares. Estos “programadores de la materia viva” se mueven en todos los campos imaginables de la biología genética.

El biohacking es un concepto nacido de la “biología” y el “hacking”. ¿Esto qué quiere decir? Como hacker señalamos a aquellos expertos en computación –que mayormente operan desde las sombras- que logran superar las puertas de acceso a cualquier ámbito informático.  Cruzando el término con la biología, estamos hablando de entusiastas dedicados a temas orgánicos.

Estos interventores de la biología biología casera, del “hágalo usted mismo”,  reclaman la alfabetización científica de la sociedad “para ser colaboradores activos de su propia salud, la calidad de su comida, agua y aire, sus interacciones con sus propios cuerpos y el complejo mundo que les rodea”, afirma Meredith Patterson, autora del manifiesto de la disciplina.

Un ejemplo de biohacking es “Circadia”, un implante que puede leer datos biomédicos y transmitirlos a Internet a través de bluetooth y puede mostrar (mediante LEDs a través de la piel) mensajes, advertencias o textos desde un smartphone con Android al implante.

Y como es lógico, no son pocos los que cuestionan estas prácticas.

 

Biohacking y ciborgs en Argentina: ya una realidad

Reciclar una heladera vieja y convertirla en una incubadora, criar plantas fluorescentes, discutir sobre bioética y los riesgos de la manipulación genética son algunos de los temas presentes entre las comunidades de biohackers de Argentina. Se trata de grupos de entusiastas que se congregan a través de las redes sociales, para enseñar y trabajar sobre la biología.

Pero eso no es todo. Así como mucha gente se hace tatuajes o pone aros por doquier, están quienes experimentan implantándose bajo la piel chips, imanes y lámparas leds. Por increíble que parezca, también se venden online en nuestro país, implantes RFID. Fácilmente pueden encontrarse las ofertas en Facebook.  Se trata de chips de radiofrecuencua que convierten a sus usuarios en “ciborgs” o humanos con una parte robótica. No pensemos en superpoderes. Pero tampoco minimicemos  el asunto: con esta clase de dispositivos pueden abrirse puertas con lectores o manejarse celulares, solo exponiendo la zona en donde esté implantado. Otra generación de estos chips, más moderna, promete geolocalizar a una persona en el mundo. En México hay muchas ofertas aprovechando los altos índices de secuestros: quien posea implantado en su cuerpo un RFID, podría ser rastreado satelitalmente.