Heritage core

Básicos de la aristocracia + colores sobrios + porte “rich”... y ropa interior deluxe

Las tendencias de los últimos tiempos se contrarrestan fuertemente. Hace poco más de un año se hablaba del estilo normcore, la anti-moda. Aunque parezca absurdo, la anti-moda se convirtió, al menos en un circuito mundial selecto, en moda. Lo que pregonaba el normcore era “dejar de esforzarse”, de “querer resaltar” entre la multitud, señalando esas acciones como inseguras y poco inteligentes y legítimas.  Así comenzaron a aparecer en las páginas de las revistas remeras y camisas blancas, negras, sin marca, jeans - color - jean y ropa de supermercado. Luego captada y  vendida desde el glamour de editoriales como la Vogue, claro. 

Ahora la industria intenta superar este capricho rebelde que tan poco la favorece. Y se renueva con un estilo nuevo para su lista, como otrora fue el retorno noventoso del seapunk, los aires hiphoperos del swag o el estilo refritado del soft grunge. Todos movimientos  de los que abunda prensa en la web. 

¿Qué es lo nuevo y superador? 

Según precisan las últimas revistas de tendencias, lo último es el Heritage core, o estilo de los herederos. Se trata de un estilo “clásico, tradicional y si se quiere hasta un poco retrógrado que va de sacar a relucir al millonario que se lleva dentro” explican los expertos.  El estilo deja de lado la idea de pasar desapercibidos entre la gran masa, y apunta a sentirse como la “nena o nene de papá”, que vive en palacetes de la zona alta de la capital y dedica sus ratos libres a lo hípico. ¿ Hípico? Sí, por eso llevan botas altas de caña y pantalones ajustados de color beige. Claro que algunas son opciones que el calor nos hará reservar.

Sencillez refinada y burguesa. Un toque colegial. Adiós a las camisas a cuadros de leñador. Notas “rich” a toda hora,  pero a la vez, burlándose un poco de ello. Una nota aparte merece la ropa interior: ahí sí está bien gastar el sueldo completo. Blanca siempre deluxe.  

El Heritage core es sentirse privilegiado, pero mofándose, como si se entendiera que los lujos son buenos pero, que para ser feliz, siempre se necesitan otras cosas.