Detalles de una jornada de terror en Abasto

La familia del abusador detenido fue agredida por 80 personas, quienes exigen que se vayan del lugar. Tres policías resultaron heridos, uno de ellos fracturado, mientras que cuatro personas terminaron tras las rejas. El barrio, en vilo

La localidad de Abasto continúa conmocionada por lo que ocurrió anteanoche, cuando una pueblada estuvo a punto de terminar en tragedia tras el ataque de un numeroso grupo de vecinos a la familia del violador del barrio, creyendo que el mismo había sido liberado y se encontraba ahí. 

En la revuelta, como informó ayer diario Hoy, resultaron heridos tres policías y se aprehendió a cuatro personas, acusadas de haber formado parte de la turba. 

Si bien la parte más grave se desarrolló a partir de las 21.30, durante todo el día se palpó en el ambiente un clima hostil. Agentes de la Jefatura Distrital Oeste se dirigieron hacia la vivienda del imputado, en 183 entre 36 y 37, ya que tenían la certeza de que los vecinos iban a buscar venganza, quemando el lugar y obligando a los presentes a marcharse del barrio. 

“A las 16 del jueves, unas 50 personas ocuparon el pavimento, frente a la finca en cuestión, encendiendo varias cubiertas y lanzando amenazas”, le contó a este medio un jefe de la fuerza. Ante el peligro inminente, se hizo presente el jefe del Distrito Oeste, Sebastián Perea, con la colaboración del Grupo de Apoyo Departamental (GAD). “Se trató de mantener el diálogo en todo momento con los manifestantes, quienes no quisieron retirarse y arrojaron piedras a la casa desde distintos ángulos. También alimentaron el fuego ya existente arrojando más cubiertas y elementos tan combustibles que hicieron que se incendiaran los árboles”. 

Un policía fracturado 

A las 19 ya había unos 80 sujetos y arribó una dotación de Bomberos, que fue atacada por los revoltosos, quienes también lanzaron objetos contundentes contra la Policía. Se llamaron más refuerzos y tres grupos de Infantería. Cuando la situación pasó a mayores, utilizaron las escopetas de posta de goma, que hicieron retroceder a los responsables hasta 183 y 36. 

“Los manifestantes usaban gomeras y tiraban piedras grandes, que impactaban en los escudos y cascos de los uniformados”, agregó el vocero. Así, terminaron heridos el capitán Marcelo Corrales (cortes en el rostro), el oficial Rodrigo Ponce (una pedrada en su pie derecho) y el sargento Claudio Juárez (fractura en su dedo meñique derecho y lesión en el anular de la misma mano). 

Finalmente, tras hacerlos retroceder 200  metros, arrojando también gases lacrimógenos, se pudo capturar a cuatro individuos (un empleado de 33 años, una mujer de 34 y dos albañiles de 35 y 24), bajo los cargos de “lesiones graves, instigación a cometer delitos e intimidación pública”. 

Del lugar se incautó un Renault 12 que tenía en su baúl varias cubiertas para incendiar y un capó de vehículo que había sido utilizado como escudo.

Por último, se informó que las ocho personas (mayores y menores) que había en la propiedad atacada no recibieron lesión alguna.

El relato de una de las víctimas del violador 

Gloria es una de las tantas víctimas de Osvaldo Sequeira Álvarez, el hombre que estaba condenado por abuso sexual y gracias a un polémico fallo de los camaristas de la Sala Cuarta de Apelaciones y Garantías en lo Penal, los jueces Carlos Ariel Argüero y María Elia Riusech, se le otorgó la libertad condicional. Ya en la calle, volvió a atacar. 

La Justicia cree que, al menos, intentó violar a cuatro mujeres, una de las cuales es precisamente Gloria, una joven de 22 años y nacionalidad paraguaya, que llegó a Olmos hace tan solo 22 días junto con su marido y su hija. 

En diálogo con Trama Urbana, contó que salió el lunes después del mediodía a llevar a sus dos sobrinas al jardín. Iba por 183 y 37 cuando notó que un hombre empezó a seguirla. 

“Me agarró de los brazos y me puso un cuchillo en el cuello. Le quise dar mi celular, que era lo único que tenía”, narró. Sin embargo, el sujeto le dijo que fuera hacia un descampado que está al costado del camino. Ella empezó a gritar. 

Fue entonces cuando él le hizo dos tajos: uno en el muslo y otro en la rodilla. “Parecía una navaja más que un cuchillo”, contó. 

A continuación la agarró de las manos y, mientras con una mano la seguía sujetando, con la otra sacó sus genitales e intentó ponérselos en la boca. “Comenzó a masturbarse. Yo me resistí y aproveché que me aflojó la presión sobre la muñeca para salir corriendo”. 

Manifestó que llegó “a una casa tras el descampado” y ahí contó lo que le había pasado, en shock. Más tarde, con su esposo, volvió al lugar del hecho y encontró su celular tirado. “Concluimos que este tipo no quería robarme, sino que era un abusador”. 

Lo reconoció como un “hombre flaco, alto, morocho, que estaba vestido con un buzo blanco, pantalón negro y una gorra”. Calculó que tenía “entre 25 y 27 años” y certificó que la secuencia no duró “más de cinco minutos”. 

Por último, puntualizó que al sujeto “nunca lo había visto antes, pero soy nueva en el barrio, así que no conozco a tantas personas”.

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