Le atraviesan el corazón a estudiante universitario

Un joven de 22 años fue asesinado de una puñalada en el barrio El Mercadito cuando quisieron asaltarlo a metros de su casa. Estudiaba ingeniería y trabajaba. Conmoción

Un estudiante de 22 fue asesinado en las últimas horas en el barrio El Mercadito cuando, aparentemente, se resistió a un robo en la puerta de una cochera ubicada a la vuelta de su casa, por lo que recibió una puñalada en el corazón, informaron ayer fuentes policiales.

Todo ocurrió anteanoche, cuando alrededor de las 22.30 Hernán Páez La Valle regresaba de la Universidad Tecnológica Nacional, donde estudiaba Ingeniería electrónica, hacia su vivienda de 120 entre 526 y 527. Allí vivía junto a sus padres y dos hermanas y, en una tarea que hacía todos los días, se desvió hasta 527 y 120, para dejar su Fiat Uno en una cochera.

Entonces, apareció al menos un delincuente, le exigió las pertenencias y, por causas que aún son motivo de investigación, le asestó una puñalada en el corazón con un arma punzocortante. Luego del ataque, el ladrón huyó y el joven cayó malherido al piso, tras tambalearse.

Un trapito que se encontraba en la puerta del restaurante El Viejo Luiggi (ubicado en 120 y 527) vio la escena y detuvo a un patrullero que pasaba por el lugar, con el comisario y el jefe de calle de la comisaría Sexta a bordo. Ellos subieron al estudiante y lo trasladaron al Hospital Rossi en el móvil del CPC. Allí ingresó con mucha pérdida de sangre y sufrió un paro cardiorespiratorio en la guardia, pero lograron estabilizarlo y operarlo, aunque terminó falleciendo durante la cirugía.

“Mataron a un talento”

“No tenía problemas con nadie”, le contó su padre, Carlos Páez, a Trama Urbana. “Un malviviente le sacó la vida por nada, por un celular de la empresa, porque el suyo y la billetera los dejó en casa. Lo atacaron al azar”, agregó y dijo luego que “mataron a un tipo con grandes cualidades, muy despierto. Mataron a un talento”.

Sobre la inseguridad que se vive en la zona, como en el resto de la ciudad, manifestó que “al intendente le pido haga algo porque están matando gente inocente. Hay que poner mano dura y atacar el flagelo de la inseguridad. Esta zona no es limpia, siempre puede pasar algo”.

Por su parte, la madre del chico, Silvia, aseguró que su hijo “llegó en muy mal estado” al nosocomio, ya que la puñalada ingresó en el “ventrículo izquierdo, con orificio de entrada y salida”. Y estableció que “fueron directamente a producirle un daño grave; fue un robo, no sé si al voleo o si se resistió, pero fue un robo, pese a que no se llevaron ni el auto, que sigue en la cochera”. Por último, pidió “justicia, porque se llevaron una vida joven y con un futuro brillante. Siento una angustia que no puedo describir. Nada me lo va a devolver”. 

Investiga el Gabinete de Homicidios de la DDI y la UFI número 5 a cargo de Leila Aguilar, quien calificó la causa como “homicidio”.

Por su parte, los pesquisas -que le tomaron declaración a dos testigos-confirmaron que se trató de un “intento de robo” y aseguraron que “hubo vecinos que vieron el ataque, pero no se animan a hablar. Pedimos la colaboración de todos ellos bajo reserva de identidad para que el caso no quede impune. Aquellos que observaron lo que pasó, pueden dirigirse a la DDI o a la UFI 5”. 

Le mandó un mensaje al padre una hora antes de morir

Hernán Páez La Valle, el joven de 22 años asesinado a metros de su casa por al menos un delincuente que lo apuñalo directamente en el corazón en el barrio El Mercadito, tenía dos pasiones: su estudio y el fútbol.

“Había empezado a trabajar hace poco tiempo en una empresa relacionada con su estudio de ingeniería eléctrica”, contó su padre, Carlos. “Iba su trabajo de 8 a 17 y, de ahí, salía para la facultad, donde se quedaba hasta las 22. Cursaba tercer año, y estaba rindiendo algunas materias de segundo. Era muy tranquilo. No solía salir a bailar, porque muchas veces se quedaba estudiando los domingos”.

Dijo que “ayudaba a sus hermanas y también en la casa. Cuando se rompía algo, si yo no lo arreglaba lo hacía él. Era hábil con las manos. Arreglaba todo y se capacitaba cada día más. De hecho, estábamos por ponernos a pintar la casa y el último mensaje que me mandó fue para preguntar la cantidad de litros que tenía que comprar de pintura. Fue alrededor de las 21 de ayer (por el miércoles)”.

Carlos contó que su hijo era “fanático de Gimnasia y lo iba a ver seguido, ya que era socio. Vivía por eso”. E informó que solía “ir a jugar con sus amigos los sábados”.

La madre, Silvia, agregó que “el barrio es inseguro, pero nunca pasó algo tan grave.

Alguien de la parilla de enfrente (El Viejo Luiggi) tuvo que haber visto algo, tienen que haber testigos porque estaba llena”, a lo que Carlos dijo que muchos deciden no hablar porque “no se quieren ver involucrados en casos así”.
Al joven lo velaban desde anoche, a las 20.