Robó 30 pesos y lo condenaron

Le dieron tres años de prisión efectiva en un juicio abreviado. Sorprendió a la víctima en un tren e incluso quiso venderle su celular

Un joven con antecedentes fue condenado a tres años de cárcel de cumplimiento efectivo por haberle sustraído 30 pesos a un pasajero en un tren, en 2013, informaron fuentes judiciales.

La pena que le dictó el TOC nº 1 se unificó con otra, también por robo, de 2015, por lo que el acusado, Jonathan Garro (27), deberá pasar siete años y cuatro meses tras las rejas.

Según se estableció en el debate abreviado, el hombre, luego de quitarle el efectivo a la víctima, intentó venderle un teléfono celular usado, que el damnificado rechazó por desinterés y porque no tenía plata, ya que el delincuente se la acababa de sacar.

El hecho que originó la causa se registró la mañana del 24 de mayo de 2013 en el interior una formación del ferrocarril Belgrano Norte, cuando la unidad se desplazaba entre las estaciones Aristóbulo del Valle y Scalabrini Ortiz, en Capital Federal.

El maleante junto a otros dos cómplices, sorprendió al perjudicado y le dijo: “Dame la plata, porque recién salí de estar en cana y necesito armarme. Aparte tengo una .32 en la cintura, si querés te la muestro”.

El hombre le dio entonces un billete de 20 pesos, pero como Garro se mostró insatisfecho, debió agregar otro de 10. Luego, y según las constancias de la causa, la víctima se rehusó a comprarle a su agresor “un celular marca Nokia, con tapa, color negro y plateado”, que estaba “sin batería” y “en malas condiciones”. Cuando el tren llegó a la terminal de Retiro, dio aviso a la Policía, que detuvo al trío y secuestró el dinero robado y el teléfono.

Admitió el hecho

En el juicio, el hampón admitió haber cometido el ilícito y fue condenado a tres años de prisión de cumplimiento efectivo, teniendo en cuenta el agravante de haberlo perpetrado “en poblado y en banda”.

Pero como tenía condenas anteriores, la última impuesta el 16 de julio de 2015 por un tribunal de San Isidro, se le unificó la condena en siete años y cuatro meses de cárcel.

Debido al “mal estado de conservación” y al “escaso valor económico” del teléfono, el TOC nº 1 decidió devolvérselo a Garro, pero lo intimó a que en cinco días acredite ser el dueño de dicho aparato, “bajo apercibimiento de proceder a su destrucción”.