Torturan, matan y queman a una jubilada y a su cuidador

Los investigadores del doble crimen de la jubilada japonesa y su vecino y cuidador hallados el miércoles maniatados, golpeados y parcialmente calcinados dentro de una casa analizaban ayer si el hecho puede estar vinculado a una venganza cometida por ladrones que hace unos meses no lograron robar en la vivienda porque fueron perseguidos a los tiros por el marido de la víctima.

Fuentes judiciales y policiales informaron que entre las declaraciones testimoniales hay frentistas que contaron que hace seis meses la mujer asesinada, Yoshiko Kumakura (73), y su esposo sufrieron en su propiedad de Florencio Varela un intento de ilícito. Los testigos recordaron que en ese episodio los delincuentes no pudieron llevarse nada porque el japonés los espantó efectuando tiros al aire.

“Es una de las líneas de investigación. Aunque parece demasiado, podría ser una venganza por ese episodio”, confirmó un vocero con acceso a la causa.

Un sobrino de Romero

Así como surgió aquella pista, el fiscal les está tomando declaraciones a allegados y familiares –inclusive a un sobrino del matrimonio, que vive en Melchor Romero-, para determinar si los damnificados tenían enemigos o problema personal con alguien que pueda ser sospechosa del doble crimen.

Si bien aún no se descarta el robo, la casa no estaba revuelta y hasta el momento no se detectó ningún faltante evidente.

“Había un plasma moderno, otros electrodomésticos, una habitación con candado que no fue violentado y hasta un arma de fuego en un cajón, que es lo primero que se llevan los delincuentes. Había cosas para robar y no tocaron nada”, aseveró un pesquisa, quien agregó que la llegada a nuestro país del marido de la mujer, Toshiaki Oda, quien estaba en Japón para tratarse una enfermedad, será clave ya que él sabe si dentro de la finca había dinero, y si el mismo fue sustraído. 

Con saña

Tanto Kumakura como el otro asesinado, Martín Quiroga (50), quien solía ayudar al matrimonio con tareas domésticas, fueron hallados con las bocas tapadas con algún elemento (a ella le encontraron restos de una toalla y a él un trapo, que podrían haberlos sofocado). Ambos fueron asfixiados, golpeados -especialmente el hombre en la cabeza-, maniatados con telas y quemados de la cintura para arriba una vez muertos, con nafta y querosén. 

“La intención de los homicidas era incinerarlos para borrar huellas, pero las llamas se apagaron”, resumió una fuente, a la vez que añadió que el hecho se produjo entre la noche del martes y la mañana del día siguiente, mientras que fue descubierto el mismo miércoles al mediodía por el herrero que le alquila a los japoneses un local comercial ubicado al lado de la vivienda.