Doble homicidio en Tolosa: peritajes decisivos

La fiscalía define esta semana los estudios de ADN, huellas y pelos hallados en la escena del hecho. El detenido, más complicado

Los investigadores focalizarán esta semana las pericias sobre los rastros levantados en la escena del doble crimen de los jubilados en Tolosa. El estudio de ADN, huellas y pelos podrían agravar aún más la situación del único detenido Gustavo Germán Ludueña (36) 

Ludueña se negó a declarar el viernes ante el fiscal Fernando Cartasegna. Los pesquisas sospechan que fue quien se lastimó su mano al sacarle el cuchillo a una de las víctimas, María Esther Paz (71), que tenía clavado en el pecho.

El cadáver de la mujer apareció degollado junto al de su marido, Aldo Teodoro Zárate (76), en el chalet en el que ambos convivían en Tolosa, en 2, 521 y 522. 

Al quedar detenido, Ludueña admitió ante la Policía haber estado en la casa de las víctimas, “sólo de visita”. Y que al encontrarse con los dos cadáveres, le intentó sacarle el cuchillo a su tía y fue allí que “se lastimó la mano”.  Incluso mencionó el lugar donde había dejado el puñal. Habló de la bacha de la cocina. El dato llamó la atención porque hasta entonces sólo era conocido por los investigadores. 

Lo que no dijo, según refrendaron las fuentes, fue por qué después de semejante escenario el imputado se fue para Los Polvorines. Aludió, simplemente a cuestiones laborales. 

La situación de Ludueña cada vez es más comprometida. Sus huellas aparecieron en el parabrisas del Renault Logan de las víctimas. Los pesquisas sospechan que se apoyó sobre el vidrio al pasar sobre el cadáver. 

Los testigos que declararon en el expediente dijeron que el auto siempre estaba limpio, que los jubilados no habían viajado a Los Polvorines y que ninguno de ellos tenía trato con su sobrino. De modo que la presencia de la huella en el parabrisas implica una severa evidencia en contra del acusado. 

El doble homicidio se descubrió el jueves 4 de junio, cuando allegados a Aldo y María Esther fueron a visitarlos, preocupados porque el día anterior no habían asistido a la iglesia evangelista a la que iban dos veces por semana, sin falta.

Los vecinos se alarmaron al ver que las luces estaban prendidas y llamaron al 911. Los policías que entraron por los fondos encontraron los cuerpos: el de Aldo estaba en el garaje, tirado al lado del auto. El de su mujer en la pieza, ambos degollados. Ella tenía, además, tres puñaladas en el pecho. En la cocina quedaron 130 mil pesos.

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