Conmoción en Tucumán

Padre Juan: denunció a narcos y apareció muerto

El amanecer de ayer encontró al cura de la parroquia de la localidad tucumana de La Florida, Juan Heraldo Viroche (46), ahorcado en la sacristía del templo a su cargo.

La versión oficial, la de la Justicia, indica que se suicidó. Sin embargo, los cientos de vecinos que en la tarde de este miércoles marchaban por las calles del poblado en silencio, pidiendo justicia, aseguran que el sacerdote fue asesinado por denunciar el avance del narcotráfico en la zona.

El fiscal Diego López Ávila, a cargo de la investigación de la muerte del cura, declaró durante la mañana de ayer: “Todo inclinaría a pensar, por lo que indica el estudio forense, que este caso se trata de un suicidio”. 

Mientras, los vecinos del pueblo ubicado a 65 kilómetros de la capital provincial, se congregaban en la puerta de la iglesia Nuestra Señora del Valle para gritarle, a quien quisiera escuchar, que el sacerdote fue asesinado, que había recibido amenazas de muerte y que por esta razón ya había pedido al arzobispado su traslado.

Un suicidio en el que nadie cree

El fiscal sostiene su teoría en que “en el lugar donde esta persona falleció no había signos de violencia” y en que la puerta estaba cerrada y “había sido trabada por él desde adentro con un mueble, mientras que las otras aberturas del dormitorio por donde alguien podría entrar o salir estaban todas cerradas desde el interior”.

Dolores, una catequista que estuvo con Viroche el domingo, aseguró ante la prensa: “Lo vi triste por las amenazas y algo cansado”.

“Yo solo no puedo hacer nada”, contó la mujer que le decía siempre el sacerdote. Y agregó que en su cuello tenía rasguños, como si “se hubiera querido sacar la soga”, además de indicar que había signos evidentes de profanación en la Iglesia: hasta el Cristo estaba roto y los bancos se encontraban fuera de lugar. “Pareciera que quiso correr para escaparse”, sostuvo.

Conocida la noticia, el presidente de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, monseñor Jorge Lozano, aseguró que “las autoridades conocían las advertencias sobre el avance del narcotráfico en Tucumán, porque las denuncias del Padre Viroche eran puntuales y las hacía a cielo abierto”.

Por su parte, la Comisión Nacional de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia destacó en un comunicado que el sacerdote tucumano había expresado, entre sus más íntimos colaboradores, “un profundo dolor ante las amenazas que recibió por parte de las mafias narcotraficantes”.

A viva voz

Viroche había denunciado públicamente no solo el avance de la droga en la provincia, sino también episodios de persecución política.

Durante la tarde de ayer, la Fiscalía informó que la autopsia realizada al cuerpo del párroco indicó que se trató de un suicidio. Según comunicaron, en el cuerpo del religioso no se encontraron signos de violencia ni otros rasgos que indiquen que se haya tratado de un homicidio, como indicios de la intervención de otras personas en el hecho. Pero el fiscal general de Tucumán, Gustavo Gómez, que interviene en varias causas por narcotráfico en la provincia, afirmó que es “inconcebible” que el sacerdote se haya quitado la vida. “Que lo quieran disfrazar de un suicidio es otra cosa”, advirtió.

“El cuerpo fue encontrado con signos de tortura, con golpes. Yo descarto el suicidio: su personalidad no daba para esa situación. Es un hombre comprometido con la vida”, dijo.

“Rara vez uno pueda encontrar sacerdotes así. El había solicitado el traslado”, agregó el fiscal general, que denunció connivencia de la Policía y la dirigencia política tucumana con el narcotráfico.

Desde la Fiscalía dicen que la investigación se orientará ahora a determinar si Viroche fue víctima de un suicidio inducido. 

Los vecinos de La Florida, sacudidos por la muerte del cura, juntaban anoche firmas para reclamarle al Gobierno nacional que intervenga en el caso y preparaban la marcha de hoy, desde esa localidad hasta el centro de San Miguel de Tucumán, en la puerta de la Catedral.

“Esto se está poniendo muy feo”

En sus misas, en las redes sociales o en procesiones, el Padre Juan era reconocido en la zona por expresar públicamente las problemáticas que 

sufría su comunidad. A viva voz denunció incansablemente la venta de drogas y la inacción de las autoridades en los barrios.

En noviembre del año pasado, celebró una misa al aire libre en la localidad rural de Delfín Gallo, a 10 kilómetros de la capital provincial, para pedir por un pueblo sin drogas ni robos. “Se ve que hay grandes operativos (policiales) en la zona del Gran San 

Miguel de Tucumán, pero el interior comienza a liberarse y (los delincuentes) empiezan a venir hacia acá”, alertó en esa oportunidad. Y relacionó los hechos delictivos con el avance del narcotráfico, que “corrompe” a adolescentes y jóvenes.

El 25 de agosto, día siguiente a su cumpleaños, Viroche publicó un agradecimiento por los saludos en su cuenta de Facebook y, a modo de reflexión, dejó entrever la situación que atravesaba: “Tata Dios me cuida tanto que tres veces no me accidenté: en una, me quedé sin frenos; en otra, casi se me sale la rueda; y en la tercera estuve cerca de electrocutarme en dos ocasiones. Sin duda, la que más me asustó fue cuando se quebró el tornillo de la moto; gracias a Dios, tiene dos en el manubrio. Un incidente muy raro, que me cuesta creer que haya sido simplemente un accidente, pero para qué pensar en algo que no fue”.

También fue en esa red social en la que, en su último posteo antes de ver la muerte, el sacerdote de La Florida mencionó que se habían llevado la corona de la Virgen de la parroquia y que había sido “una amenaza disfrazada de robo”, según le dijo “la Policía y varios de la comunidad parroquial”.

“Uno puede dar la cara y exponerse pero, lamentablemente, quienes pueden hacer algo miran para otro lado”, reflexionó. Y sostuvo: “No soy profeta de calamidades pero esto está poniéndose muy feo”.

“Hay muchos compañeros que están amenazados en distintos lugares”

Padre Carlos Olivero (Comisión Nacional de la Pastoral de Adicciones y Drogadependencia)

“Los curas de la Pastoral están todos consternados, perplejos”, dijo a diario Hoy el Padre Carlos Olivero, que trabaja con chicos de la Villa 21 y Zavaleta.

“Charly”, como todos lo llaman, reconoció que “hay muchos compañeros que están amenazados en distintos lugares”.

“Hay una ecuación que a mí no me gusta. La identificación de que eso llamado ‘narcotráfico’ no se corresponde con el cuidado de los chicos. Acá en el barrio no hay matrícula para que los chicos vayan al jardín, no hay instancias deportivas. No tienen oportunidades los pibes. Evidentemente el narcotráfico es un cáncer. Pero no sirve transformarlo en políticas violentas hacia los más vulnerables”, afirmó. 

“El narcotráfico está llegando a todas partes”

Monseñor Pedro Olmedo (Obispo de Humahuaca)

“Los narcotraficantes no tienen ningún escrúpulo. Agarran un campo virgen y entran sin parar haciendo mucho daño”, dijo a Hoy el Padre Pedro, conocido por denunciar el impacto de la droga, la corrupción y la pobreza endémica en Jujuy.

En opinión del obispo de la Prelatura de Humahuaca, “Tucumán es una zona muy brava”. 

“El narcotráfico está llegando a todas partes. Esta es una zona muy virgen, y también acá está metido, causando desastres en la gente joven, en los chicos”, describió. 

“No entra en la cabeza de un cura matarse”

Padre Eduardo Lorenzo (Párroco de Gonnet)

“Todos sabemos que uno de los principales males que hay en nuestro país es el narcotráfico, sobre todo en nuestra barriada pobre”, sostuvo el Padre Lorenzo en diálogo con el diario Hoy.

Para el párroco de Gonnet, “no es casualidad que el Padre haya denunciado a los narcotraficantes de su zona y posteriormente haya aparecido ahorcado. La gente que lo conocía dice que es absolutamente improbable que haya sido suicidio. Y yo, que también soy sacerdote, creo que no entra en la cabeza de un cura matarse. Tenemos muchos motivos y muchos sentidos por los cuales estar vivos. Fundamentalmente en el caso de un cura tan comprometido con su gente. Es muy preocupante. Pareciera que estamos en un país donde la liebre corre a la escopeta, donde los que se tienen que cuidar son los buenos”.

El sacerdote considera que con este hecho “se ha roto una barrera, se busca que el narco tenga más poder que el Ejecutivo”. Además, instó a que quienes gobiernan “no se acuerden de la gente cuando ya está presa, sino que empecemos a tratar que la gente no caiga en la cárcel”. También hizo énfasis en la importancia de “que los chicos coman, que puedan ir a la escuela, que los Derechos Humanos se empiecen a respetar desde el derecho a la vida. No hacer hombres esclavos de la economía, sino generar que puedan vivir con dignidad y ni por casualidad necesiten valerse de la droga”.

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