La secreta discusión interna de la que nadie quiere hablar: fútbol, barrabravas y canchas sin actividad por la pandemia. ¿Quién se hace cargo de mantener a estos grupos caracterizados?
10/05/2020 - 00:00hs
Boca y River dieron el puntapié inicial: la mayoría de los clubes de Argentina les plantearon a las autoridades de la AFA que no conciben ordenado y prudente el regreso del fútbol a la Argentina sin la presencia de los hinchas en los estadios. No es rentable. No es popular. Pero tampoco es posible, sin antes resolver un viejo y molesto problema que nunca tuvo solución: la relación con las barras adentro de los clubes.
De acuerdo a una investigación realizada por el diario Hoy, fuentes consultadas de diferentes clubes reconocieron que mantener la paz social dentro de los estadios, sin que se registren episodios de violencia, tiene un costo.
Por un lado está el denominado cotillón, que contempla donaciones implícitas preestablecidas de los dirigentes y algunos jugadores con los denominados barras. Éstas consisten en la entrega de camisetas oficiales para subastar en cenas que son presentadas como benéficas. También en la entrega y cesión de entradas. Esto último dejó de usarse en Argentina, pero sigue vigente cuando un equipo de nuestro país tiene que viajar al exterior a jugar partidos en la Copa Libertadores o Sudamericana en Latinoamérica.
En ese contexto, los barras suelen acercarse a los hoteles en donde están los jugadores y reciben una serie de entradas numeradas para poder ingresar y alentar al club de sus amores. De esa forma terminan amortizando el gasto que significa viajar al exterior para llevar la bandera a otro país.
Pero también existen los acuerdos tácitos entre clubes y barras, que directamente contempla un pago de dinero acordado para mantener el orden en las tribunas, la paz interna dentro de las sedes y los predios de entrenamientos, y hasta cierto distanciamiento físico a cambio de una suma acordada de
forma irregular.
Según pudo saber el Diario Hoy, el piso mínimo de este tipo de colaboraciones (o mantenimiento implícito de la barra que no están registrado en los asientos contables de los clubes) asciende a los 200.000 pesos por mes. Pero en algunos casos, en instituciones como Boca y River, serían millones de pesos por mes para contener a La 12 o a Los Borrachos del Tablón.
En el año 2012, la Justicia platense citó a declarar a dirigentes de Estudiantes por una investigación que había iniciado el fiscal Fernando Cartasegna por el reparto de entradas en el Estadio Unido. También en su momento, el fiscal Marcelo Romero había promulgado una investigación en Gimnasia, en tiempos de la presidencia de Muñoz, por un apriete de parte de La 22 a los jugadores, que años más tarde fue reconocido públicamente por Santiago Silva y otros futbolistas.
En marzo de este año, incluso, integrantes de la segunda línea de la hinchada de Gimnasia quedaron involucrados en una causa por robo y lesiones, y al momento de prestar declaración ante la fiscal Ana Medina reconocieron cobrar 35.000 pesos por mes para desempeñar tareas de guardaespaldas de dirigentes y protagonistas del club. La causa se elevará a juicio a partir de la intervención del juzgado de garantías número 6 de La Plata, a cargo de Agustín Crispo.
Ahora, ante la posibilidad de abrir los estadios, el coronavirus, sin pensarlo, le dio la excusa perfecta a los clubes para terminar con el negocio de las barras. Pero, ¿será tan fácil sacarse a estas personas de encima?
Esta situación, puertas hacia adentro, despierta mucha preocupación en los clubes, ya que se supone que no todo será color de rosa y que los denominados dueños de la tribuna no se quedarán con los brazos cruzados.