Habiendo dejado atrás la parte más dura de la pandemia, José Daniel Ponce logró viajar a la Argentina desde Chile y de visita en
La Plata dialogó con este diario sobre el presente del León, en la previa a un partido muy difícil como lo será el domingo contra el Millonario.
José Daniel Ponce fue un emblema de Estudiantes en la década de 1980. Integrante del equipo campeón en 1982 y 1983 con Bilardo y Manera, el Bocha reconoce lo que significa pasar el proceso posterior a una consagración con el Pincha, peleando cosas importantes y tratando de mantener una línea de competitividad muy alta.
Ayer, de sobremesa en el Buffet de los Maestros de Edgardo “Tony” Llanos, el ex número 10 del Pincha justificó su visita a La Plata y se alineó a Sebastián Verón ante las críticas al Ruso Zielinski.
Si bien está radicado en Concepción de Chile, en donde trabaja en la minería, se compró gran parcela de tierra y suele salir a hacer paseos en moto para “disfrutar la vida”, el Bocha aprovechó su estadía en la ciudad para conocer a su nieta y analizar el presente del Pincha, al que irá a alentar el domingo en el estadio Uno.
La atención del personal en la sede Albirroja no podía ser mejor para esta gloria viviente del club: “Acá se comen las mejores pastas, como las que se cocinaban en el restaurante del viejo estadio”, comenzó diciendo, mientras la cámara de este multimedio empezaba a inmortalizar otro testimonio exclusivo.
—¿Cómo fue la parte dura de la pandemia en Chile?
—Durante toda la pandemia me tocó trabajar y es como que se me pasó y no sufrí mucho. Pero fue muy duro porque muchas empresas tuvieron que cerrar. A nivel gubernamental se está trabajando en implementar muchos cambios, pero con cautela. Chile está muy organizado y trabajó bien la pandemia logrando bajar el índice de contagios y la vacunación.
—¿Cómo es un día del Bocha Ponce en Concepción, en Chile?
—Yo trabajo en la minería. Ahí montamos unas plantas en el tratamiento de cobre en donde se trabaja para conseguir el cobre. Allí siempre tuve amigos y en su momento me preguntaron si estaba trabajando. Les dije que no y ahí me llamaron para allá. Esto fue hace más de 25 años. Trabajé de conductor de camionetas (chofer) o hasta trabajar con la gerencia. También trabajé en alguna escuela de fútbol.
—¿Qué vacuna te dieron en Chile?
—La Pfizer.
—¿Es el peor momento para que Estudiantes reciba a River?
—A Estudiantes, en el último partido lo vi mejor de lo que venía jugando. Se nota que va mejorando y que va levantando. Viene de no poder ganar un partido, pero no es la muerte de nadie. Creo que tenemos un buen equipo y tenemos un buen técnico como Zielinski que cada vez que tuvo tiempo en los equipos que dirigió demostró que obtiene resultados.
—Verón piensa lo mismo…
—Yo estoy totalmente de acuerdo. No hay que olvidarse que hace poco tiempo tuvimos que sacrificar a dos figuras del club que estuvieron en el banco de suplentes (el Chavo Desábato y el Chapu Braña). Ahora Zielinski tiene que tener una continuidad. Por algo se mantuvo en los equipos que estuvo. Desde un tiempo a esta parte se ha mejorado. No hay que pedir la cabeza de nadie por un par de resultados en contra.
—¿Qué tiene de diferente Verón a otro dirigente?
—Te lo voy a decir porque se lo dije a él cuando inauguró el estadio: él le abrió el club a los campeones. Antes, no sé por qué, pero no teníamos las mismas posibilidades. Yo sé que Estudiantes es una familia enorme y es difícil estar bien con todos. Pero Sebastián abrió el club para todos y eso no tiene precio para nosotros.
—¿Tenés relación con Néstor “Pipo” Gorosito?
—Sí, claro, jugamos juntos en San Lorenzo. Él estuvo en Chile como yo. Sabe que en ese país hay más educación y menos pasión. Me acuerdo cuando fue a jugar a Chile decía que se achanchaba cuando jugaba ahí con el Beto Acosta, porque en los 90 era mucho más lento el fútbol.
—Tenés 59 años, ¿cómo te ves en los próximos años de tu vida?
—Me veo disfrutando la vida. Tengo una parcela hermosa en mi casa y la estoy trabajando. No tengo animales y mascotas, pero salgo a andar en moto. Tengo una BMW y empecé haciendo 100 kilómetros de ida y otros 100 de vuelta. Quiero y me veo disfrutando la vida en los próximos años.