La historia de vida del hijo de Pedro, secretario general de Confederaciones Rurales Argentinas que ayer clavó un golazo de media distancia para abrir el marcador a los ocho minutos
En las calles de Magdalena, cuando lo buscaban a Francisco, preguntaban por el hijo de Pedro. Apaolaza no es un apellido más en la localidad que queda a 49 kilómetros de La Plata. En este caso, no es conocido por Pacho, el goleador de la noche para Estudiantes, de incipiente carrera como futbolista. La repercusión que tomó la familia (que ayer vivió un sueño) es por el rol que ocupa el padre del jugador, Pedro, quien ocupa el cargo de secretario general de Confederaciones Rurales Argentinas.
El ascendiente de quien ayer fue el delantero del equipo de Leandro Benítez, siempre acompañó en el crecimiento y las épocas de iniciación de Francisco como deportista. En las primeras etapas, sus parientes presenciaban los momentos en los cuales Pancho rompía redes en el club Crim, de su ciudad por adopción, ya que nació en La Plata.
Con una vida ligada al campo, el atacante del León forjó aptitudes como el disparo potente y la zancada propia de aquel jugador que se cría en potreros con espacios amplios. Ahora, el joven nacido en 1997 sueña con seguir los pasos del coterráneo Guido Carrillo. Al igual que Matías Pellegrini, todos los días se levanta más temprano que el resto para recorrer la distancia que separa Magdalena de La Plata.
Quien fuera goleador de la Reserva marcando más de doce tantos el torneo pasado, ayer se tiró a buscar una pelota al piso, tocó para construir juego, se posicionó como nueve y, desde afuera del área, rompió la quietud inicial con un derechazo que venció la valla del brasileño Marcelo Grohe, para debutar en la red de Primera división tras jugar cuatro partidos.