05/11/2013 - 07:52hs
A siete meses del inicio del Mundial, Alejandro Sabella festeja sus 59 años de vida compenetrado en un sueño que abarca a todo un país y que se gestó en la humildad del barrio de Tolosa
Cumple años Don Pachorra. Ese tipo sencillo, mesurado, porteño de uno de los barrios más bacanes de Capital: Barrancas de Belgrano, pero radicado desde hace varios años a nuestra querida ciudad.
Nacido en 1954, un 5 de noviembre, estas horas serán de íntimo festejo seguramente en su casa de casado, en Tolosa, a pocos metros del diario Hoy, con los familiares y los amigos.
Don Pachorra es Alejandro Javier Sabella, el que hipnotizó a la falange pincharrata cuando recibía la pelota, levantaba la mirada, amagaba y devolvía el pase sutil –todo al mismo tiempo-con la número 10 salida por fuera del pantaloncito, recibiendo el afecto hecho canción al son de “Saaabellaaa, Saaabellaaa…”
Hijo de un ingeniero agrónomo y una maestra de escuela, de clase media, con apenas 5 años entró al mundo del deporte: en un plan familiar todos los Sabella se asociaron al GEBA (Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires), donde “Ale” jugó los torneos internos.
La pulpo (pelota de goma) fue su amiga, la mayor maravilla que conoció en esos años ’60, casi al mismo tiempo que se gestaba el Estudiantes de Zubeldía. Acorde con su barrio de cuna, se hizo fanático de River.
Hasta hace pocos años, antes de marzo de 2009 cuando lo llamó Estudiantes para ser entrenador “solista” por primera vez sin Daniel Passarella, desocupado, pero siempre estudiando, aprovechaba a llevar a su hijo Alejo, a la cancha de VRADI, en 3 y 526. Esta humilde institución fundada en 2001 recibía al célebre Pachorra los días de entrenamiento y sábado por medio, donde colocaba una reposera atrás de un arco y el paisaje de los viejos galpones del ferrocarril Roca eran la antesala silenciosa de lo que Dios o el destino le puso después.
Lo ama Estudiantes, pero la raíz de esta semilla de talento ilimitado tiene una Banda Roja. Resulta que el padre de un compañerito de GEBA tenía cierta amistad con un delegado de River. Y le insistió para que se probara en Nuñez. “A mí me daba vergüenza, pero insistieron tanto... Cuando me preguntaron la edad, por consejo de este padre, dije que era del ‘55, porque yo era chiquito de físico, aunque soy del ‘54”. Días más tarde cuando volvió a probarse, con Bruno Rodolfi (“un histórico cinco de River”) recuerda que tuvo que decir la verdad, pero como la movió lindo fue fichado igual.
El nacimiento de “Pachorra”
Con los cortos y sus enganches finos, hizo que las tribunas le rindiesen pleitesía, adoración. Arrancó en River y saltó a Inglaterra (Scheffield, entonces en Tercera División, y luego a Primera pero con el Leeds United), Estudiantes de La Plata (1982-85), Gremio, Estudiantes (86-87), Ferro y el final en México (Irapuato).
El apodo de “Pachorra” se lo puso el relator Marcelo Araujo, porque gustaba de dormir la siesta “no porque no corriera en la cancha, ¡eh!”.
Antes de marzo de 2009, cuando asumió en Estudiantes con un total orgullo de pertenencia, Sabella sólo había sido asistente: Seleccionados de Argentina y Uruguay, Parma, Monterrey, Corinthians y River.
Familiero, lector hasta el hartazgo, además de sus dos hijos más chicos (María Alejandra y Alejo), tiene dos hijas más del primer matrimonio: Vanessa (nacida en Inglaterra) y Flavia.
En su primera conferencia en AFA, cuando se presentó formalmente, en una sala no tan poblada como en otras asunciones, sentenció: “Dos años son poco como entrenador, pero como persona uno se forma desde que nace". Es el “guarda” de la Selección, que en 2014 buscará la Copa del Mundo, el mismo que de niño jugaba de vereda a vereda con la pulpo, viendo pasar los tranvías por la Estación Belgrano. O el que grande acompañaba como papá al recóndito campito detrás de los galpones ferroviarios de Tolosa.