25/06/2016 - 07:32hs
Debido a que no le entregaron la visa, el papá de Marcos Rojo no pudo viajar a Estados Unidos para acompañar a su hijo en la final. La intimidad de una familia que mañana seguirá al equipo a la distancia y que espera que Marquitos pueda traer la Copa a casa del barrio El Triunfo se calienta con el tiro balanceado que ya acumula unos cuantos inviernos.
Cristina, la madre del platense que mañana representará a la Selección en la Final de Estados Unidos, llega de hacer los mandados.
Adentro esperan, Noelia, Micaela y Franco, los tres hermanos del jugador del Manchester United, quien pese a tener el tobillo hinchado como una pelota jugará el encuentro con Chile con uñas y dientes.
Así es la familia de Marcos Rojo: humilde por donde se la mire, con el amparo protector Tití, el padre del exdefensor de Estudiantes que representa a los platenses en la gesta de Estados Unidos.
Con una previa de facturas, como en la casa de cualquier vecino, la mesa se prepara para recibir uno de los tantos asados.
Desde la época de la Liga Amateur (Marcos Rojo se inició en Las Malvinas) en el barrio El Triunfo siempre se degustó la mejor carne traída de la zona del frigorífico de Gorina.
“Lo que estamos viviendo en un sueño”, expresa cerca de la emoción Marcos Tití Rojo, el padre de Marquitos, quien mañana buscará levantar por primera vez una Copa con la Selección nacional.
Durante los últimos años, desde que la Selección nacional llegó a la final con Alemania, la familia Rojo ha ganado muchos adeptos en el barrio. Ya es una postal pasar por el lugar y cruzar saludos en la húmeda vereda de 139, casi en la esquina de 519.
Los alumnos de la escuela 41, ubicada en 520 entre 138 y 139, no dudan en caminar algunos metros para observar si algún auto importado les permite dilucidar la presencia del gran defensor.
“Hoy no vino”, se le escucha a uno de los chicos que conocen los movimientos del lugar y sueñan con pedirle a Rojo una camiseta en una de las tantas visitas por La Plata.
Franco, el hermano menor que sigue sus pasos pero en el fútbol regional, se infla el pecho recordando la generosidad de Marcos, donando botines para jugadores de bajos recursos.
Al Rojo más longevo, ese número 10 de la vieja Liga Platense que deleitó por el talento y no tanto por la marca, le quedó la espina clavada de no poder viajar al país del Norte por haberle sido negada la visa, un trámite que en la Argentina logró sortear en los 90, pero que volvió a sufrir en la pasada década.
“Es una lástima no poder estar ahí”, se lamentan recordando que hace dos años acompañaron al defensor del Manchester en la Final de Brasil, cuando Argentina terminó perdiendo con Alemania.
Ya cuando el sol de la fría tarde de invierno se esconde en el horizonte de una de las regiones más humildes de La Plata, los Rojo van a preparar un buen descanso porque mañana todos llevarán buenas energías a la distancia para que el ex defensor del Pincha pueda volver a casa haciendo honor al barrio: con el triunfo.