Sin restricciones, el modelo sueco comienza a dar sus frutos

Si bien la tasa de mortalidad per cápita fue una de las peores del mundo, en las últimas semanas Suecia encontró estabilidad y mantiene las cifras de contagios más bajas de la Unión Europea.

Desde la llegada del coronavirus a Suecia, la estrategia elegida por las autoridades sanitarias para hacer frente a la pandemia fue de las más criticadas a nivel mundial.

Con la aparición del primer caso, el epidemiólogo estatal y arquitecto del “modelo sueco”, Anders Tegnell, señaló que el encierro sería un error. De esta manera, el país escandinavo planteó un camino a largo plazo que permitiera diseñar un sistema de vida que facilitara la convivencia con el virus por muchos años más.

Las autoridades alentaron el distanciamiento social pero no se decretó el uso obligatorio de tapabocas. Bares, shoppings y escuelas se mantuvieron abiertos, al igual que sus fronteras. El transporte público funciona con normalidad, a la vez que nunca fueron clausuradas las actividades deportivas.

Hasta fines de junio, la controversial estrategia parecía haber fracasado. De abril a julio, el país registraba aumentos que rondaban entre los 3.000 y los 7.000 casos por semana. A comienzos de mayo, las muertes per cápita en Suecia superaban las de Dinamarca y Noruega, donde las autoridades decidieron imponer las restricciones.

Sin embargo, el modelo a largo plazo elaborado por Tegnell comenzaría a dar sus frutos. Si bien el aumento de mortalidad alcanzó valores preocupantes, desde fines de agosto, los decesos diarios no superan los cuatro.

En mayo, pese a promover el confinamiento como estrategia predilecta, Mike Ryan, principal experto en emergencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS), elogió el plan sueco: “Creo que si queremos alcanzar una nueva normalidad, Suecia representa un modelo para volver a una sociedad en la que no tengamos confinamientos”.

Al tiempo que otros países europeos temen la aparición de una nueva ola de contagios, el registro de infectados en Suecia está un 90% por debajo del pico sufrido a fines de junio.

En cuanto a la economía, cabe destacar que si bien el PBI sueco cayó un 8% durante el segundo trimestre del año, la retracción fue de las más bajas de Europa.

“No creemos que sea viable tener este tipo de cierre, apertura y cierre drásticos. No se pueden abrir y cerrar escuelas. Y probablemente tampoco puedas abrir y cerrar restaurantes y cosas así muchas veces. Una o dos veces, sí, pero luego la gente se cansará mucho y las empresas sufrirán más que si las cierras por completo”, aseguró Tegnell.

A fines de agosto, el epidemiólogo advirtió que esta caída de casos podría significar que hay un nivel de inmunidad en la población del “20-30%, tal vez incluso un poco más en algunas áreas”. “Hacer cuarentena es como intentar matar una mosca con un martillo”, concluyó.

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