El prestigioso actor, director y comunicador es parte del elenco de la película de Ezequiel Tronconi y Juan Sasiaín que se verá hoy en TV. Además, estrena una obra online.
01/08/2020 - 00:00hs
Su nombre real es Carlos, pero todos lo conocemos hace años como Boy Olmi. En toda su carrera ha logrado forjar, a fuerza de buenas elecciones y talento, un camino que lo hizo destacar en la producción teatral y audiovisual local. En exclusiva,
diario Hoy dialogó con él sobre el estreno de El encanto en Cinear y otros proyectos.
—¿Cómo estás viviendo esta situación extraordinaria?
—Como todo el mundo. Atravesando algo que no tiene precedentes. Tenemos el privilegio de tener una casa y comida, estar guardados hace cuatro meses sin exponernos demasiado, pero expuestos como todos a esta situación que toda la humanidad está padeciendo. Tratamos de mantener la calma ante la incertidumbre total, apelando a todo aquello que durante la vida fuimos aprendiendo, capacidades, saberes, creatividad. Es una prueba para el ser humano, y estamos tratando de estar a la altura de lo que requiere el momento. Carola Reyna hizo una serie, y ahora estamos ensayando una obra que haremos online,
En casa miento.
—¿Cuál fue tu primera reacción ante el estreno de El encanto por Cinear?
—Las películas tienen caminos inesperados y propios, el cine es esa industria que involucra a tanta gente durante tanto tiempo... Para mi primera película contabilicé nueve años desde que empecé a escribir en un cuaderno hasta que la estrené en el Festival de Shanghái, junto con los cines comerciales de Argentina. Llevan muchos años los procesos del cine, y el cine independiente más aún, porque está regido por otras variables que las de la gran industria. Esta película está hecha con mucho amor, magia, con una enorme dosis de romanticismo y poesía, por lo tanto es una película muy amorosa que fue construida muy cuidadosamente por los directores. Por lo tanto, mi rol estuvo acompañado por esa manera cuidadosa de proponernos el trabajo. Hago del padre de Ezequiel; me habían hablado de él muy bien, sabía que eran pocos días y me dijeron mis compañeros de trabajo que lo hiciera, que lo conociera, y lo hice y acepté, y fue muy hermoso. Le llevé cosas de mi relación con mi padre, con mi hijo, porque tiene eje en la paternidad la película, y yo soy un padre muy activo y militante de la paternidad y pude llevarle cosas a él, que aún no es padre, de ese mundo que disfruto, transito y me gusta.
—Cuando te llega una propuesta en la que hay posibilidad de interactuar con el director y sugerir, ¿te da más ganas de participar?
—Sí, ellos abrieron generosamente el juego para construir los vínculos, y son inteligentes para tomar cosas que les llevamos los actores. Nos juntamos varias veces para dialogar, y eso sirvió para escribir las escenas del guion y enriquecer el vínculo real. Las relaciones entre padres e hijos son tan diferentes como las personas. Compusimos un padre moderno, divertido, con una condición irregular de lo afectivo, no ortodoxo. Un día despierta al hijo y hay una mujer durmiendo al lado, es algo de ahora, donde las relaciones son mucho más abiertas que cuando era un niño.
—¿Qué recuerdos tenés de Eterna sonrisa de New Jersey?
—Primero, que Carlos Sorín es un gran director, pero después el poderme cruzar en escena con Daniel Day Lewis. Él ganó luego el premio Óscar por Mi pie izquierdo, es un actor extraordinario por su compromiso, carisma, por su manejo de los instrumentos. Trabajar con él fue una hermosa historia para mí. Hace poco la revisé, mi participación es breve, pero no por breve en cine las actuaciones son menores. Fue muy divertido hacerla, a último momento se me ocurrió darle un aire retro beatnik a ese locutor de radio de un pueblito de la Patagonia. Tiene algo beatlesco que me divirtió hacer, él se tentaba incluso mucho, así que fue muy lindo.
—Has dirigido películas con un fuerte mensaje ambiental, ¿vas a seguir en ese camino?
—No exclusivamente, pero sí creo que debemos amplificar la advertencia de cómo estamos dañando nuestra propia casa y entender que la especie humana está en peligro. Por otro lado, hay algo social con las diferencias increíbles entre los humanos, hay que reconocer nuestra interdependencia. En tanto herramientas que manejo de comunicación y dirección, es posible que siga en esa línea.
—¿Van a hacer algo el día del estreno?
—Seguro la veré antes, y el día del estreno nos encontraremos virtualmente para celebrar. La estoy acompañando con mucho amor porque recibí mucho amor cuando la hicimos, por lo que la película merece ser tratada con ese cariño.
Olmi, un intérprete de mundo
Boy Olmi participó de producciones extranjeras en varias oportunidades, y una de ellas le permitió ser uno de los primeros actores de su generación “for export”.
—¿Cómo es ser un intérprete del mundo?
—Tengo trabajo de actor, pero también como director y comunicador, en relación a la crisis ecosocial que estamos viviendo. Las oportunidades aparecen, como protagonizar durante los años 1986 y 87 El pecado de Oyuki, en México, una megaproducción junto a Ana Martín, en Televisa. Hoy estamos más acostumbrados, pero esa fue una experiencia maravillosa, un año muy lindo que me permitió, además, ver el Mundial con Maradona campeón, en todas las canchas.
En el otro extremo, tengo una película brasileña llamada Ana, que aún no se estrenó, sobre el acoso sexual y psicológico de un director con su equipo y una actriz muy joven. Fue una oportunidad de hacer un personaje diferente, muy vigente y hablando fluido en portugués. Un gran desafío. Iba a viajar y surgió la pandemia.