09/11/2013 - 18:31hs
De vuelta con Man Ray, el dúo pop/rock que integró a fines de los ’80 junto a Tito Losavio, la cantante habla de ese regreso, de su etapa “onírica” y de sus años con Charly García
El de Hilda Lizarazu es un caso de despedidas y reencuentros; de partidas y regresos, de estadías citadinas y campestres en las que el arte siempre ha prevalecido: “Desde los seis años me veo con una guitarra o con un lápiz en la mano”, cuenta en exclusiva a Hoy, con la sonrisa fácil y una dicción perfecta que emana palabras sencillas, pese a tener desde hace tiempo su lugar en el Olimpo del rock.
-¿Como mujer, te costó abrirte paso?
-Si bien la nuestra es una sociedad machista, para mí no ha sido obstaculizante. Vivo de la música hace 25 años, así que la vida me sonríe.
Nacida circunstancialmente en Curuzú Cuatiá, Corrientes, pasó su adolescencia en Nueva York, de donde volvió en 1981 como fotógrafa profesional para deambular por una Buenos Aires que, en medio del dilema facto-democrático, paría un nuevo rock nacional. A mediados de esa década, las melodías pesarían más que los flashes y ella irrumpiría en la escena musical prestando su incomparable armonía a bandas como Suéter, Los Twist y Man Ray, además de convertirse, paralelamente, en el sostén coral de Charly García, sobre el que más adelante dirá que lo ve “como un ser humano, más que como un genio”.
De ese prolífico pasado, en este presente Hilda se reencontró con Man Ray, el dúo pop/rock que formó a fines de los ’80 con Tito Losavio y que popularizó hits como Caribe Sur, Sola en los bares o Todo cambia (cortina musical de Montaña Rusa), hasta su separación en 1999.
-En el ’99 te vas a Córdoba, donde nace tu carrera solista. ¿Cómo fueron esos días?
-Estuve en Sinsacate, un pueblito con paisajes montesinos que me conectó mucho con la naturaleza; fue algo muy onírico y allí experimenté la maternidad. Fue una etapa de procreación en todo sentido, porque me inspiró para mi primer disco solista, Gabinete de Curiosidades (2004) [luego vendrían Hormonal (2007) y Futuro Perfecto (2010)].
-Y ahora volviste con Man Ray, ¿por qué?
-A fines de 2012, mi gran amigo Tito me dijo que no había discos nuestros en ningún lado. Ambos sabemos que la la gente ya no compra originales: hoy, como pasa con los libros, comprar un disco es cultura. Pero Tito insistió en hacer una revisión de algunos temas emblemáticos y así nació Purpurina, un álbum que, a demás de tener nuestros clásicos, incluye Mañana campestre, en honor al rock fundacional argentino de Arco Iris y Santaolalla; Empezar de nuevo, como analogía de esta etapa; y Purpurina. Así que estoy muy feliz de volver.
-¿Vas a seguir como solista?
-Seguramente vuelva al estudio para grabar un disco en 2014. No me voy a quedar con Man Ray, pero mi presente está de lleno en el dúo.
REGRESOS
Si de algo sabe Hilda es de retornos. En la década del ‘80 volvió de Nueva York a una Argentina “en etapa de gestación. Yo era muy chica, tenía 17 años, y fue muy loco pasar de un gobierno de facto a una democracia”.
-Por esos años conocés a Charly García...
-Lo conocí en el ’81, en un almuerzo en La Falda, Córdoba, cuando yo trabajaba sacando fotos para la revista Humor junto a la periodista de rock Gloria Guerrero. Ya en los ‘90 me llamó para integrar sus coros; siempre lo respeté como un gran compositor de canciones populares y siempre me gustó aportar lo mío desde lo escénico y lo armónico. Pero, a diferencia de sus admiradores, me cuesta verlo como un genio o caer en el endiosamiento, prefiero verlo como un ser humano.
En 2009, Lizarazu regresó a los coros de García y lo acompañó en su vuelta a los escenarios, tras una larga rehabilitación por adicciones. El punto cúlmine de ese regreso fue El concierto subacuático de Vélez, donde las debilidades -humanas- del rockero fueron enmendadas por la soberbia voz y acting de ella.
-Fue muy lindo acompañarlo en esa etapa, lo hice con mucho amor. Ahora no sé si volvería porque estoy con Man Ray, pero si me invita lo acompañaría en algunos conciertos, aunque ya no en el día a día. Siempre estoy cerca de Charly, soy su amiga, aunque nuestras vidas hayan tomado rumbos diferentes.