09/06/2014 - 03:04hs
En 2012 una ya recuperada Lindsay Lohan decidió hacer su regreso triunfal a la pantalla grande con un emblemático papel. La ex chica Disney dejó de lado la mala vida y se sumergió a la aventura de encarnar a Elizabeth Taylor en Liz and Dick, un filme que recrea la tortuosa relación entre la actriz y Richard Burton, que recibió críticas negativas en todos los aspectos. Sin embargo, la más destacada de todas las opiniones fue la que hizo foco en el intento de Lohan de encarnar una verdadera intérprete dramática. Según los especialistas, algunas escenas tristes hicieron que los espectadores se rían de esta deplorable interpretación.
Pero la sufrida Lindsay no fue la única cuestionada. La protagonista de Africa mía, Nicole Kidman, también obtuvo grandes detractores por su papel en la película Grace de Mónaco, recientemente estrenada en el Festival de Cannes.
Hayden Christensen en Factory Girl – biopic sobre Edie Sedgwick, musa de Andy Warhol -intentó personificar sin éxito a Bob Dylan con dos o tres gestos básicos que tampoco cayeron simpáticos a la crítica. Lo mismo sucedió con Jennifer Love Hewitt, quien también formó parte de una biopic sobre un personaje mítico del cine: Audrey Hepburn. La protagonista de la serie The Client List no logró llegar a la esencia de la sensual actriz y, de acuerdo a los críticos, su talento no estuvo a la altura de la protagonista de Desayuno en Tiffany’s.
Anthony Hopkins llevó al cine la vida de Alfred Hitchcock, hacedor de Psicosis. Pero los principales cuestionamientos de este papel, que para muchos podía ser magnífico, es que la atención estuvo sólo puesta en las similitudes físicas y gestuales del actor con el director, dejando en segundo plano la conexión emocional con el protagonista en cuestión.