Los actores que el público prefiere cuando va al cine
27/03/2017 - 02:51hs
Nació en 1991 como un desprendimiento de Míster América y fue el único grupo de la ciudad que tomó parte en lo que se llamó el nuevo rock argentino de los años 90, junto con Babasónicos, Los Brujos y Massacre. Además, influenció a decenas de formaciones musicales que se enriquecieron con su legado
La historia del rock platense es tan fructífera que varios libros podrían encargarse de abordar sus múltiples aspectos. En cada década hubo bandas de la ciudad que lograron algo único e irrepetible. Así lo hizo Virus, en la época en que Diego Maradona gambeteaba ingleses, o Él Mató a un Policía Motorizado, en la era post-Cromañón, llevando la bandera del buen gusto y el respeto por la música. En los 90, quizá la época más explosiva en cuanto a la cantidad de grupos que se divorciaron del rock nacional, surgió la formación puente entre la agrupación de los hermanos Moura y Él Mató, Peligrosos Gorriones, formada por Francisco Bochatón (bajo y voz), Martín “Cuervo” Karakachoff (teclados y sintetizadores), Guillermo Coda (guitarra y coros) y Rodrigo “Rocky” Velázquez (batería).
En una charla con diario Hoy, los integrantes de esta banda ineludible a la hora de elegir representantes de eso que afuera se conoce como rock platense, develaron su origen.
—¿Cómo surgió la formación y a qué se debió la elección del nombre?
Francisco:—No contábamos con un nombre. Yo tenía escritos muchos cuentos cortos y uno de ellos se llamaba Peligrosos machitos, pero no hubo una elección en particular, simplemente ocurrió que a partir de 1990 empezamos a llamarnos así. En esa época un grupo de salsa local actuó por primera vez con un nombre similar, así que cambiamos la palabra “machitos” por “gorriones”, ya que el adjetivo sigue estando adelante.
Rocky:—Peligrosos Machitos, integrada por Francisco y Coda, entre otros, fue un antecedente. Aquella agrupación fue mutando hasta que a mediados de 1991 nos presentamos como Peligrosos Gorriones con nuestra formación actual.
Coda:—Mi primer contacto con la música fue desde muy chiquito, porque en mi casa se escuchaban a través de un winco Los Beatles, Nino Bravo y Roberto Carlos, y muchos otros. Después, entre los 12 y 15 años, comencé a estudiar guitarra en el conservatorio y me picó el bichito del rock and roll. Para mis 17 ya tenía una banda armada junto con mis amigos del barrio. Tiempo después, a los 19 o 20 me juntaba con Francisco (Bochatón) en lo que fue la semilla de la que nacería Peligrosos Gorriones.
—¿Qué relación lograron establecer con los colegas de la música?
R:—A principio de los noventa tuvimos la oportunidad de relacionarnos con bandas como Los Brujos y Babasónicos. Los invitábamos a tocar en La Plata y después ellos nos invitaban a tocar a Buenos Aires. Fueron muy buenos esos intercambios, nos permitieron ingresar al circuito capitalino de rock.
—¿Se puede vivir de la música y la autogestión?, ¿tienen algún consejo para las bandas que recién comienzan?
F:—Creo que la autogestión es muy pesada. Requiere de un equipo y mucho esfuerzo, aunque es interesante a la vez. En nuestro caso, desde los inicios compartimos siempre el trabajo con compañías discográficas.
Sí creo que es posible vivir de la música, aunque es un proceso fluctuante. De esa manera hay que trabajar permanentemente y siempre es un placer.
C:—A los músicos que recién comienzan les diría que sigan, que nunca dejen de hacerlo, y si tienen la posibilidad que estudien. Pero más que nada que busquen su propio camino, sea el que sea.
—¿Qué no faltará en el show que van a dar en La Plata el 8 de abril?
C:—Las presentaciones de Peligrosos Gorriones son siempre diferentes e inesperadas, inclusive para nosotros mismos. No nos aferramos mucho a un libreto, puede que toquemos alguna canción que no está en ningún disco o quizás un tema nuevo, eso solo lo saben los que vienen a nuestros conciertos. Este show tendrá de todo un poco, como siempre.
R:—Somos una banda con cierta tendencia a tener un comportamiento caótico, no tenemos un patrón fijo, y eso puede ser una fortaleza, o una debilidad al mismo tiempo. Depende del azar.
Sus discos, un camino fecundo y a contramano
Los Peligrosos Gorriones calaron hondo en la cultura alternativa de los años noventa, no solo en La Plata, sino en la Argentina, dentro de esa aleación de bandas tan dispares que los periodistas especializados llamaron nuevo rock argentino.
En 1993, al amparo de Zeta Bosio (Soda Stereo) y Eduardo Bergallo (productor de Gustavo Cerati y Él Mató a un Policía Motorizado, entre otros), editaron un álbum homónimo con un estilo que, si bien buscaba conectar con lo que sonaba afuera -hecho que los hizo estar en la rotación de MTV por un tiempo-, era interpretado con vitalidad y singularidad. La poética descriptiva de Francisco Bochatón era un punto de atracción y se enfrentaba al groove desencajado que imprimía su ejecución del bajo, la de Rocky en la batería y las puñaladas de guitarras y teclados de Coda y el Cuervo Karakachoff .
Para 1995 llegó el álbum Fuga, y con él una superación, con un sonido más profundo, menos rabioso. Sus historias revelaban escenarios opacos (sed, manicomios, procesiones zombies) y, ya en Antiflash (1997), juraban extinguirse, blanda y plácidamente. Así fue como el más heterogéneo disco de la banda, de boleros y letras mordaces, los vio separarse.
Luego de algunos años de resurrección informal, en 2016 las señales de prosperidad y madurez decantaron en un nuevo gran trabajo: Microbio, que evidencia intacto el gen gorrión de antaño pero también insinúa nuevos horizontes.
“Cambiaron el paradigma armónico, era muy necesario”
Chatrán Chatrán (Agustín Spasoff) es el encargado de los teclados y sintetizadores en Él Mató a un Policía Motorizado, una de las bandas que encontraron una bifurcación fructífera al camino que marcó sonora y poéticamente al grupo de Francisco Bochatón, y hoy es una de las agrupaciones más importantes del país. En comunicación con diario Hoy se expresó sobre el legado:
“La diferencia de Peligrosos Gorriones con el resto fue el trabajo armónico al que nunca se le hizo hincapié, quedó medio escondido abajo en el análisis, pero construyó el paradigma de la musicalidad platense que es tan reconocible.
En principio, el hito es que crearon una armonía seudoimpresionista, quizás sin saberlo. Pero el parangón armónico era muy necesario que cambie, sin asustar a los demás, al público, porque lo nuevo asombra. Y les salió solo, esa es la diferencia que marcaron.”
“Francisco Bochatón es el mejor letrista del rock argentino”
Javier Sisti Ripoll es uno de los compositores de la banda platense 107 Faunos, y es considerado por poetas como Fabián Casas como uno de los representantes de la mejor poesía argentina contemporánea. Consultado por Hoy, solo tuvo palabras de elogio sobre su colega Francisco Bochatón.
“En el rock argentino, el árbol tapó el bosque hace mucho tiempo. El viejo sistema de próceres consagrados por el público y la crítica dejó en general poco espacio para los artistas emergentes. Esta es una de las razones por las que Francisco Bochatón, el mejor letrista de la historia del rock argentino, a mi humilde entender, fue tan subestimado y olvidado. Lo considero el mejor porque sin ningún tipo de pretensión poética creó una lírica original surrealista y de exquisito gusto por la palabra que, complementada con su expresivo y lánguido canto, criticado e incomprendido por el reaccionario paladar medio, fue el accidente más feliz de la historia del rock local. Imágenes singulares y bellas, salidas de la nada, del nunca antes, que hablan de todo lo romántico en su versión más abstracta, carnal y descarnada”.