18/02/2014 - 14:51hs
En una que refleja la realidad tal cual es, y que lleva como título “Nacer desde el barro”, la periodista de la revista La Pulseada, María Laura D’Amico, sacó a luz a quienes viven en la oscuridad extrema, en la ciudad de Berisso, capital del inmigrante… y de las inundaciones cada vez más frecuentes.
Tras el aguacero del 7 de febrero todo fue un lodazal y vino la evacuación. “Ellos no piden tierra, vivienda ni alimentos. Quieren escombros para rellenar el suelo. Para poder salir”, resume la revista de la obra Cajade, en un pedido que surca el cielo ante el dolor de estos seres humanos de los barrios Mocoví y Obrero.
Son los mismos que sobrevivieron al trágico 2 de abril de 2013. Entre ellos, la familia Larrosa, que por primera vez tuvo que dejar su casa, con dos nietos recién nacidos, guareciéndose en el gimnasio municipal.
“La esquina de 27 y 153 es uno de los límites urbanos del municipio. A un lado de la 27 se encuentra el barrio Mocoví y al otro hay un asentamiento de la comunidad paraguaya. Después de la 153, si se continúa bajando por la línea imaginaria de la 27, comienza el campo. Pero el campo, lejos de ser un terreno deshabitado, desde hace tres años alberga a los Larrosa”, describe el artículo.
Las cuatro casas que armaron los Larrosa se parecen entre sí. Todas son de chapa y madera con piso de tierra. En el interior, una división separa lo que sería una cocina comedor, de una habitación donde hay una cama. Ninguna de las casas tiene agua corriente ni gas. Todas tienen pozo para los desechos cloacales. Todas se inundan cada vez que llueve.
“Lo único que pedimos es escombros y tierra. Que nos traigan acá adentro para que lo podamos ir desparramando nosotros. Tenemos chicos y cada vez que llueve no podemos salir. El jueves cuando nació mi nietita, decí que mi mujer la llevó un rato antes de que empiece la lluvia porque ya estaba pasándose de fecha. Imaginate si la teníamos que sacar el viernes. El viernes ya estábamos todos inundados”, relató Juan Carlos.
Dice que en la municipalidad de Berisso los mandaron a pedir escombros al corralón municipal —ubicado en 18 y 153, a 9 cuadras de su casa—, donde siempre ponen excusas: que el encargado está de vacaciones, que las calles están rotas y el camión no puede pasar.
“Vas al Municipio a pedir y cuando les decís la dirección, no te dan, y vos ves cómo a gente que vive más allá del asfalto, siempre le traen calcáreo, tierra. Y para este lado no quieren entrar. Es bastante terrible esto. Hay como preferencia. Eso te da mucha indignación. ¿Por qué? ¿A algunas personas las ayudan y a otras porque están en un nivel mucho más bajo que el de ellos no les hacen nada? No entiendo y me da mucha bronca. Nosotros también somos personas”, describió con impotencia y luego con una preocupación que causa escozor, agrega Juan Carlos: “Fue la primera vez que mi mujer con mis hijos se tuvieron que evacuar, por el bebé. Porque es chiquitito y no puede estar acá entre tanta infección, entre tanta agua podrida”.