Se calcula que más de 2,3 millones de personas en todo el mundo padecen EM.
30/05/2020 - 00:24hs
La esclerosis múltiple (EM) es una de las enfermedades más comunes del sistema nervioso central. En la actualidad, se calcula que más de 2,3 millones de personas en todo el mundo padecen EM. En la Argentina se estima que existen 16.000 pacientes.
Por sus múltiples manifestaciones es conocida como “la enfermedad de las mil caras”, y suele ser de difícil diagnóstico. Al momento no tiene cura, pero existen tratamientos paliativos para mejorar la calidad de vida de quienes la sufren.
Ivana tiene 44 años, vive con su esposo en esta ciudad y su hijo de 13 años. En el 2000 comenzó con algunas dolencias. “Iba a los médicos por un dolor muscular y me mandaban a rehabilitación. Después me decían que era nervioso, que tenía que ir a un psicólogo. Sentía cosquilleos en las extremidades y notaba que una pierna no me respondía. Me dolían los ojos y cuando iba al oftalmólogo me decía que tenía sinusitis”, contó la platense.
En el 2003, su situación empeoró. Comenzó a sentir mareos y no podía fijar la visión. Tras una resonancia, llegó el diagnóstico. “Me llevé puesta una pared a mil kilómetros por hora”, recordó Ivana.
“La detección, en general, se da entre los 20 y los 40 años, pero puede ser que la enfermedad aparezca antes o después de esa edad. Lo ideal es el diagnóstico temprano, ya que cambia el pronóstico”, explicó a diario Hoy la coordinadora general de la asociación Esclerosis Múltiple Argentina (EMA), Johana Bauer.
La representante de EMA precisó que la patología no se manifiesta de igual manera en todas las personas. Sin embargo, la fatiga está presente en un alto porcentaje de enfermos.
Ivana tiene cerca de 27 lesiones en el cerebro y tres en la médula espinal. Pasó por tratamientos profundamente invasivos y asegura que la fisioterapia y el acompañamiento de su familia son centrales a la hora de convivir con la afección.
“Al no tener una discapacidad visible se te cierran muchas puertas. Aunque quisiera, yo no puedo hacer una fila, no puedo viajar en micro sino me ceden el asiento. Por mucho tiempo dejé de utilizar el transporte público, porque si pedía el lugar me miraban. Yo les decía que me iba a caer y que iban a darse cuenta de que no estaba bien. ¿Por qué tengo que explicarlo? Con pedir por favor tendría que alcanzar”, declaró Ivana y afirmó: “Rendirse no es una opción”.