Microplásticos alcanzan la cima del mundo
Las muestras recogidas en el Monte Everest revelaron cantidades sustanciales de fibras de poliéster, acrílico, nylon y polipropileno.
CienciaEspaña, Italia, Francia, Bélgica y Grecia, entre otros países, impusieron el toque de queda para frenar la nueva ola de contagios. “Esto ha cambiado nuestras rutinas, la ciudad está desolada”, relató una argentina.
21/11/2020 - 00:00hs
La segunda ola de contagios de coronavirus en Europa impulsó a la mayoría de los gobiernos a endurecer las medidas del confinamiento. Entre las líneas de acción seguidas para frenar la propagación, el toque de queda fue la más generalizada y también la que generó más polémica, ya que, en general, prohíbe a los ciudadanos circular entre las 23 y las 6, a excepción de que quienes estén trabajando, volviendo a casa, tengan motivos médicos o estén al cuidado de otros.
En España, el toque de queda entró en vigor el pasado 26 de octubre y, si bien se prolongó por 15 días, cada comunidad tenía la autoridad de decidir sobre su prórroga. Actualmente, en Cataluña está vigente entre las 22 y las 6. Desde el corazón de esta comunidad, en Barcelona, donde reside hace tres años, la platense Julia Mendivil relató a diario Hoy su experiencia.
Los primeros meses de aislamiento, reconoció, “no fueron tan complicados porque por suerte seguí trabajando normalmente en el rubro de la comunicación. Socialmente fue un poco más difícil”. Las rutinas, como pasó luego en la Argentina, fueron arrancadas de cuajo por una pandemia que por entonces apenas se conocía.
Con el correr de los meses y con la situación más o menos controlada, España inició un período de reaperturas de cara al verano europeo. Sin embargo, por estos días todo el continente atraviesa una segunda ola de coronavirus: “El toque de queda o limitación de circulación en Cataluña es un poco molesto. Pero sigo yendo a la oficina durante la semana, y trabajar hace que la rutina sea un poco más normal”, contó Julia, y detalló: “Los fines de semana solo podemos movernos en la ciudad, no podemos salir de Barcelona. Esto ha cambiado nuestras rutinas de distensión los fines de semana. Los bares y restaurantes están cerrados o solo tienen las puertas abiertas para la modalidad delivery. La ciudad está desolada, es como si fuese feriado todos los días”.
Una postal clásica de Barcelona contribuyó a marcar el pulso del toque de queda: “También cerraron las terrazas, que son las mesas que hay en Barcelona y toda España en la vereda; es raro verlas cerradas, porque antes no pasaba ni siquiera los domingos”.
Para Julia, “el toque de queda complica los horarios porque hace que tengamos que cenar más temprano si queremos hacer algo con amigos, ya sea en una casa o en el parque. Tenemos que volver a casa a las 10, y parece que son las 12; y nos tenemos que ir a dormir porque el día ya termina. Estos hábitos cambiaron, y es raro”.
Si hubiera que indagar en el origen de la nueva ola de contagios que azota a Europa, podría creerse “que el verano hizo que la gente se relajara”, sostuvo Julia, aunque “también es cierto que estuve de vacaciones y visité ciudades donde las personas usaban barbijos” y respetaban otros parámetros de bioseguridad.
“Creo que haber salido del confinamiento casi total y poder ir a los bares o poder movernos libremente por el país hizo que los contagios se propagaran más, no tanto la relajación de la gente”, agregó, y concluyó: “Tengo pensado viajar en diciembre a la Argentina. Probablemente pase lo que pasó en Europa, donde se abrió durante el verano para que se pudiera mover un poco la economía, pero cuando termine el verano creo que va a haber una segunda ola. Acá, en España, se habla de que en febrero vendrá una tercera ola para toda Europa”.