La materia gris debe brillar

El próximo mes, 16 de las 17 facultades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) renovarán decanos, al tiempo que Fernando Tauber, único candidato a rector, se sentará en el sillón que hoy ocupa Raúl Perdomo.

El próximo mes, 16 de las 17 facultades de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) renovarán decanos, al tiempo que Fernando Tauber, único candidato a rector, se sentará en el sillón que hoy ocupa Raúl Perdomo.

En este proceso, todas las miradas están puestas en el decanato de Medicina (que renovará autoridades tras 25 años de hegemonía de Hoja de Roble), facultad que sirve para poner blanco sobre negro de lo que no se habla.

Porque desde que hace dos años la reforma en la Ley de Educación Superior eliminó los cursos introductorios para habilitar el ingreso irrestricto, la Facultad de Ciencias Médicas fue la que más se resintió. En este punto, Tauber optó por mirar siempre para otro lado.

Los argumentos se basaron en esa fantasía de dudosa izquierda que postula que la toma de exámenes excluye y permite el ingreso solo a los estudiantes adinerados. Lo cual es una mentira, porque lamentablemente en la coyuntura actual, con o sin examen, solo acceden a la UNLP quienes tienen un buen pasar económico: la realidad, por dura que sea, es que los pobres tienen vedada la formación universitaria.

Primero, porque muchos de ellos no terminan la secundaria y si la terminan, sus padres no pueden mantenerlos. Esto obliga a los jóvenes a salir al campo laboral, en una ciudad (y un país) en el que el empleo escasea.

En segundo lugar, está la mentira de la Universidad gratuita: rectores, decanos y profesores cobran del IVA que paga Doña Rosa cada vez que va al supermercado a comprar polenta, aún a sabiendas de que sus hijos o nietos estarán condenados a no poder cursar una carrera.

Este medio tiene la firme convicción de que en situaciones extremas como las que atraviesa nuestra querida Patria, con millones de argentinos por debajo de la línea de la pobreza, es obligación de quienes pueden alimentarse bien, desarrollar sus cerebros y, por eso mismo, ir a la Universidad, no caer en la vagancia, estudiar y rendir examen.

Es inadmisible que haya alumnos vegetando en carreras que, insistimos, pagamos todos los contribuyentes y es responsabilidad de los directivos de la UNLP torcer este rumbo. 

También, resulta vergonzoso y lastimoso asistir a la decadencia del sistema educativo, reflejada entre los chicos que llegan a la facultad y que, sin ser pobres, ni siquiera comprenden un texto. Así, su derrotero no puede ser otro que el fracaso.

Sucede que en Medicina no hablamos de cualquier fracaso, sino de la facultad que nada más ni nada menos forma a los futuros profesionales de la salud, los que luego deberán cuidar del soberano. Por ellos y por nosotros, la obligación moral de quienes mandan en la UNLP es concentrar la mirada allí. Para que ingresen los mejores y nuestro futuro sea más saludable.