¿Me estoy quedando sordo?

Interés General

20/06/2014 - 03:03hs

La pérdida gradual de la audición con el paso de los años es una afección muy normal. Sin embargo, no hay que minimizar los síntomas: una consulta médica a tiempo puede ser clave para mejorar la calidad de vida 

Cuando nos acercamos a la tercera edad y la frase “¿qué dijiste?” se convierte en un latiguillo, es probable que empecemos a tener síntomas de pérdida de audición. Algunos tienen signos más notorios y otros muy sutiles. En todos los casos, aunque sea algo muy normal, no hay que minimizar las primeras señales: consultar al médico a tiempo es muy importante.

No todos se lo toman la llegada de esta afección de la mejor manera, y puede generar bajones de ánimo e incluso perjudicar la relación con los demás. Pero con el diagnóstico y tratamiento indicado por un especialista, se puede mejorar la calidad de vida. 

La temida presbiacusia

El nombre que se le da a la pérdida de audición por el paso del tiempo se llama “presbiacusia”. La sintomatología “no es reversible y se manifiesta generalmente a partir de los 60 años de edad” señaló la fonoaudióloga y asesora audiológica Alicia Zubizarreta. No obstante, para paliar los síntomas, los médicos pueden recurrir tratamientos “como la utilización de audífonos y dispositivos de ayuda auditiva, que contribuyen a mejorar la audición y la socialización, lo que evita la frustración y el aislamiento que experimentan muchos adultos mayores en esta condición”.

Por suerte, destacó Zubizarreta, el avance de la tecnología facilitó el tratamiento. “Existen diversos modelos de audífonos y la mayoría de ellos cuentan con una gran variedad de posibilidades, parámetros y características que favorecen a la compensación de casi todas las pérdidas auditivas. Asimismo, es posible adaptarlos en forma personal e individual de modo que cada usuario pueda alcanzar un sonido nítido, natural y agradable” afirmó la experta.

Ruido de fondo

Sobre las razones de la pérdida auditiva, Zubizarreta explicó que “a medida que envejecemos, el tímpano va perdiendo elasticidad y las uniones entre los huesos del oído medio se van endureciendo, perjudicando la transmisión del sonido. En tanto que, en el oído interno, la cantidad de células ciliadas disminuye, por eso perdemos la capacidad para comprender el habla cuando hay ruido de fondo”.

La cantidad de gente que tiene este problema, se cuenta por millones. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada tres personas mayores de 65 años tiene presbiacusia, es decir, 165 millones de personas en todo el mundo. Aunque tiene varias causas, como aqueja a algunas familias más que a otras, también se la considera hereditaria.

Para escucharte mejor

Cuando los médicos relacionan una dieta adecuada con la prevención de la pérdida auditiva, tenemos que escucharlos: además de prevenir enfermedades que afectan al oído, algunas vitaminas y nutrientes están vinculadas a la salud del órgano de la audición.

Por ejemplo, el caso de la vitamina A, que encontramos con mayor concentración en zanahorias, brócoli, batatas, zapallos y lácteos. También las vitaminas del tipo C, muy presentes en frutas y verduras como naranjas, limones o espinaca. En tanto, la vitamina E es un gran antioxidante presente el germen de trigo, semillas de girasol, almendras y la mayoría de los frutos secos.

El zinc es otro nutriente importante que encontramos en las carnes, los cereales integrales, las legumbres, los frutos secos y panes leudados. En cuanto al ácido fólico, es una vitamina del complejo B que ayuda al cuerpo a fabricar células rojas en la sangre, y se puede encontrar en las legumbres (garbanzos, lentejas, etc.) y los vegetales de hoja verde.

Cuándo realizar una consulta

A través de una serie de estudios de audición (por ejemplo, las audiometrías) los especialistas pueden detectar si tenemos una pérdida auditiva. Algunas señales de alarma para pedir un turno son: 

•Tener que pedir al interlocutor que repita lo que dijo.

•Poner el volumen del televisor a un nivel que resulta muy alto para los demás.

•Encontrar dificultad para entender las conversaciones telefónicas.

•Sentir que las personas susurran o no hablan claro.

•Esforzarse mucho para entender una conversación, especialmente cuando varias personas hablan a la vez.

•Lo culpan de no prestar atención cuando le hablan o de hablar muy fuerte.

•Tener problemas para comprender cuando hay ruido de fondo, cuando hablan mujeres o niños.

•Oír con frecuencia silbidos o zumbidos en los oídos.

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