24/10/2015 - 07:59hs
Se acerca la jornada mundial sobre la concientización de la enfermedad y una especialista de La Plata le explica a Hoy qué la produce y a qué está asociada. ¿Cómo reducir el riesgo?
Hasta hace no mucho tiempo atrás, hablar de psoriasis significaba en el imaginario de muchas personas ver manchas en la piel, descamación y picazón. Hoy se sabe que padecer esta enfermedad, caracterizada por un desorden inmune a largo plazo que provoca lesiones en la piel inflamadas y enrojecidas cubiertas por escamas, también se asocia a otras enfermedades.
La psoriasis se manifiesta con placas escamosas en la piel, que pueden ser simétricas en zonas de extensión (codos, rodillas, cuero cabelludo) y de variado tamaño. A su vez, los síntomas son dispares y van desde prurito, ardor, dolor, sangrado leve por rascado e inflamación de las articulaciones, entre otros. Por otra parte, hay múltiples formas clínicas, entre las cuales se encuentran la eritrodérmica que comprometen toda la superficie corporal y la forma pustulosa, siendo éstas de profunda gravedad. Además, esta enfermedad puede afectar mucosas, semimucosas y pliegues. “La psoriasis es una enfermedad inflamatoria, de evolución crónica, compromiso sistémico y predisposición genética que afecta al 2% – 3% de la población general. Además, el 30% de los pacientes presentan antecedentes familiares. Puede aparecer a cualquier edad, en personas de cualquier raza y en ambos sexos por igual”, le indicó a Hoy la Dra. Patricia Rafti, Directora Médica del Centro Integral en Psoriasis (CIPs) de La Plata.
Se puede asociar a otras condiciones insalubles
“Hablar de psoriasis implica también la necesidad de prestar atención a las comorbilidades, es decir a las enfermedades que pueden asociarse a esta condición y entre las que se encuentran la hipertensión arterial, la diabetes, el síndrome metabólico y las enfermedades cardiovasculares que otorgan a los pacientes un índice del 4% de probabilidades de padecer un infarto agudo de miocardio. A su vez, existen en estas personas compromisos articulares, alteraciones en el colesterol, triglicéridos, alcoholismo, tabaquismo, obesidad, enfermedad inflamatoria intestinal, EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), depresión, trastornos psico emocionales, hipotiroidismo y trastornos oculares”, indicó la Dra. Rafti.
El objetivo actual del tratamiento, explicó la especialista, es inducir una remisión prolongada, mejorando la calidad de vida del paciente. “No sólo nos ocupamos de la piel, que es lo visible, sino del tratamiento de las comorbilidades que la puedan estar acompañando. Para esto, se debe elegir el medicamento con el mayor perfil de seguridad y eficacia, según el tipo de psoriasis, grado de severidad y la existencia o no de artritis, contemplando de manera individual a cada paciente. A su vez se debe tener en cuenta la accesibilidad al tratamiento y la adherencia del paciente al mismo”, sostuvo.