Informática: una charla sobre ciberbullying
28/11/2017 - 00:58hs
Se trata de la Primaria nº 60 “Hugo Stunz”, donde los alumnos no solo desayunan, meriendan y almuerzan, sino que también aprenden a cultivar hortalizas y plantas aromáticas que usan para cocinar en sus hogares
Antes de terminar el patio de cemento, las autoridades de la Escuela Primaria nº 60 “Hugo Stunz” de Ringuelet les pidieron a los obreros que mantuvieran un espacio de tierra. Querían dejar abierta la posibilidad de concretar un viejo anhelo: la huerta propia.
Dicho proyecto se materializó a principios de este año, y cerca de la primavera los chicos vieron brotar las primeras hortalizas y aromáticas que ellos mismos sembraron. Hoy, esos cultivos forman parte de la variada dieta que se les brinda en la institución.
“A los chicos les encanta. Algunos tomaron la idea e hicieron huertitas en sus casas. Son del barrio El Mercadito, que llevaron semillas e hicieron plantines en los parques de sus casas recién estrenadas”, celebró ante diario Hoy la directora de la institución, Graciela Tilleria.
Para poder incorporar la huerta a la escuela como proyecto institucional, el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) entregó semillas y brindó charlas de capacitación sobre el calendario de siembra. De esta manera, incluidos en el programa Pro Huerta, los 120 alumnos que asisten al establecimiento educativo de 2 bis y 515 comenzaron a adquirir conocimientos para la producción de sus propios alimentos. Especialmente los chicos de 4º y 6º grado, que gracias a las maestras Noelia Maldonado y Malena Chulet, trabajaron en profundidad sobre la temática.
Ahora, en la escuela se utiliza el perejil sembrado para condimentar las milanesas, la menta es usada por las maestras para preparar el mate, y la lechuga morada y los rabanitos son las verduras preferidas para la preparación de ensaladas. También se cosechó acelga, que sirve para preparar uno de los platos predilectos de los chicos: el pan de carne. “Es fantástico que puedan comer lo que ellos producen. Hay nenes que probaron nuevos sabores. Con esta iniciativa, por ejemplo, logramos que además de la papa incorporen otros tipos de hortalizas a su dieta”, precisó Tilleria.
Al cumplir jornadas de ocho horas, los estudiantes desayunan, almuerzan y meriendan en la institución. “Muchos de los papás de estos chicos no tienen empleo formal, trabajan en cooperativas o manejan caballos, por eso la escuela es el espacio de contención para ellos y tenemos un menú bien variado y completo”, explicó Tilleria, y destacó cuán importante se volvió el proyecto para los alumnos: “Varias veces los niños se llevan alguna ración, porque en sus hogares no tienen qué comer”.