05/12/2012 - 09:35hs
El presidente egipcio, Mohamed Mursi, volvió a trabajar el miércoles en El Cairo, un día después de abandonar el palacio presidencial cuanto quedó rodeado por manifestantes furiosos por su medida de apresurar la redacción de una nueva Constitución tras haber expandido temporalmente sus poderes con un decreto.
El Ministerio de Salud dijo que 35 manifestantes resultaron heridos y el Ministerio del Interior indicó que 40 policías se lesionaron en choques cerca del palacio presidencial el martes.
Aunque la policía arrojó gases lacrimógenos cuando los manifestantes rompieron los cordones de custodia para llegar a los muros del palacio, los efectivos parecieron manejar la situación con moderación.
Una fuente presidencial dijo que Mursi volvió a su despacho, aunque unos 200 manifestantes habían acampado durante la noche en la entrada del palacio ubicado en Heliopolis, un distrito del norte de El Cairo.
El tráfico era normal en la zona y los policías antidisturbios se habían retirado, según un testigo de Reuters.
El resto de la capital permanecía en calma, pese al furor político desatado por el decreto del 22 de noviembre, que entrega a Mursi amplios poderes y lo inmuniza del control judicial.
El dirigente islámico dice que actuó para impedir que los tribunales hagan descarrilar una Constitución recientemente redactada por una Asamblea Constitucional, que será sometida a referendo el 15 de diciembre, y que si es aprobada invalidará el decreto de Mursi.
"Nuestras demandas al presidente: revoque el decreto presidencial y cancele el referendo sobre la Constitución", decía de manifestantes ubicados en una de las puertas de la sede de Gobierno.
Multitudes se habían reunido en lo que los organizadores calificaron como la "última advertencia" a Mursi. "¡El pueblo quiere la caída del régimen!", gritaban los manifestantes, repitiendo la consigna central de la revuelta que el año pasado terminó en el derrocamiento de Hosni Mubarak.
Pero la "última advertencia" terminaría siendo uno de los recientes intentos de una oposición dispar que tiene pocas posibilidades de detener el plebiscito de la próxima semana sobre la Constitución, delineada durante seis meses y rápidamente aprobada por una Asamblea dominada por islamistas.
Ante la peor crisis en sus seis meses de Gobierno, Mursi no ha mostrado señales de ceder frente a la presión, confiado en que los Hermanos Musulmanes -el partido que lo llevó al poder- y sus aliados pueden ganar el referendo y la elección parlamentaria que se realizará una vez aprobada la Constitución.
Decenas de manifestantes en favor de Mursi, custodiados por una cantidad similar de policías, ondeaban banderas fuera de la Corte Suprema Constitucional, cuyas normas han complicado la llegada del poder de los islamistas.
Un grupo de oposición de izquierda convocó el miércoles a nuevas protestas frente al palacio para contrarrestar las marchas de los Hermanos Musulmanes.