16/02/2015 - 08:37hs
El kirchnerismo siempre se presentó en las antípodas del menemismo, pero la realidad muestra que tienen muchos y devastadores puntos de contacto, a pesar de los intentos de los K por esconderlos. Ahora el peso sufrió una devaluación similar a cuando cayó la convertibilidad del peso y el dólar, en el famoso “uno a uno”.
Es que en los últimos ocho meses, el peso se devaluó 6,4%, con una inflación oficial que en el mismo período fue de 10%. Pero el dólar subió 17,5% y la inflación en Estados Unidos no llegó a un punto. Por esas diferencias, los economistas ya no dudan: el país va camino de volver a una situación de atraso cambiario sólo comparable con la que, hace 15 años, provocó el final de la convertibilidad.
De acuerdo a diversos economistas, en la actualidad, la paridad entre el peso y el dólar está en niveles similares a los de fines de 2001. Desde la consultora Elypsis afirmaron que "nunca antes, desde la salida de la convertibilidad, es decir, el país había registrado un nivel de tipo de cambio en términos reales tan desventajoso como el actual."
Esto pasa a pesar de que el dólar de hoy es una moneda más barata que en aquel entonces (se estima que, en términos reales, los US$ 100 de hace 15 años equivalen a US$ 145 de hoy), dado que Estados Unidos, para salir de la crisis de las hipotecas, le quitó aditivos (bajó la tasa a 0%) e inundó el mundo de los billetes verdes. Y, en medio de eso, China se consolidó como el gran demandante de materias primas, lo que ayudó a revalorizar algo más las monedas de los productores de commodities frente al dólar.
El economista Ramiro Castiñeira sostuvo que "si bien el colapso del petróleo acapara toda la atención, la realidad es que, de un año a esta parte, cayeron 28% el precio de la soja, 27% el del maíz, 18% en el trigo, 20% el del cobre y 45% el del mineral de hierro." El analista de Econométrica aclara que ese proceso no se dio sólo por el rebote global del dólar, sino también por "la sobreoferta" de materias primas. Al respecto, un reciente informe del estudio Bein indicó: "El aumento que se proyecta en la cosecha (la de soja marcaría un nuevo récord) no alcanza a compensar la pérdida de ingresos por la caída en el precio de la soja".
Además agrava la situación mes tras mes, el retroceso de las exportaciones argentinas, ya que desde hace cuatro años caen en cantidad y, desde hace unos meses además, en precio.
Un tipo de cambio apreciado incentiva las compras y los consumos en el exterior y castiga las ventas. El Gobierno no lo ignora: no en vano arrancó 2011 bloqueando informalmente importaciones y después creó las DJAI para tratar de administrarlas. Y avanzó sobre la limitación (cupos para importaciones hormiga por Internet) o el recargo (35%) generalizado (aunque camuflado como un adelanto impositivo que la inflación deglute) a las compras minoristas o consumos en el exterior.
Este retraso cambiario es la peor herencia del ciclo K, porque complica al próximo gobierno a brindar respuestas que puedan ensayar para corregir la inflación y la flagrante distorsión de precios relativos, o disminuir desigualdades, entre otras cosas.
Otra variable que complica es que Brasil nos comprará menos. “Brasil, el principal receptor de nuestras exportaciones y mayor socio comercial, terminó 2014 con déficit de balanza comercial luego de 14 años consecutivos de superávits. ¿Qué significa? Que el país que más nos compra ahora tiene sus propios problemas y nos comprará menos. Sólo en la última semana el real se depreció otro 3,74% y ya vale 2,78 por dólar, el mínimo en la última década", explicó Miguel Boggiano, de Carta Financiera.
"El retraso cambiario deberá revertirse. Con un gobierno que imagina el dólar quieto como arma principal en su intento de contener la inflación, al mejor estilo de la convertibilidad o la tablita de Martínez de Hoz, está claro que lo que viene es un atraso cambiario mayor", señaló la consultora Empiria, que traduce ese escenario en economías regionales camino a una quiebra.