Compendio de falsedades

Política

12/02/2015 - 06:12hs

EN FOCO

Más de una hora duró la cadena nacional. Ese fue el tiempo que utilizó la presidenta Cristina Fernández para hacer un verdadero compendio de falsedades, que incluyeron a las más diversas áreas: desde la presentación de supuestas inversiones públicas en infraestructura escolar, pasando por los contratos firmados con China y hasta el anuncio de la electrificación del ferrocarril Roca, una promesa que se viene repitiendo año tras año. De hecho, es muy probable que cuando Cristina ya no esté en el sillón de Rivadavia los vagones del tren que une La Plata con Capital Federal sigan siendo las mismas estructuras oxidadas que se caen a pedazos, transitando a paso de tortuga por vías que tienen más de 100 años.

Pero como si el discurso en cadena no hubiese sido suficiente, la primera mandataria recurrió una frase muy poco feliz, cargada de una profunda provocación, frente a la militancia rentada que la escuchaba desde el patio de la Rosada.

“Nos quedamos con el canto, con la alegría, a ellos, a ellos les dejamos el silencio. Siempre les gustó el silencio; ¿saben por qué?", dijo CFK. En ese instante los cánticos interrumpieron por unos segundos la frase de la presidenta, pero luego continuó: "Digo que nos quedamos con la alegría, porque no tienen nada que decir o porque no pueden decir lo que piensan". Fue la primera muestra de rechazo a la marcha del silencio que se está organizando, para el próximo 18 de febrero, cuando se cumpla el primer mes de la muerte del fiscal de la causa AMIA que había denunciado a la presidenta de encubrir a los autores materiales de la voladura de la mutual judía.

En realidad, más allá de la chicana a quienes exigen que se esclarezca la muerte de Nisman, la razón principal de la cadena nacional de ayer fue defender los oscuros acuerdos firmados con China que implicarán que, a cambio de unos pocos recursos para recomponer artificialmente las alicaídas reservas del Banco Central, se deberá entregar una parte importante de nuestra soberanía. Es más, hasta tendremos una base militar, disfrazada de agencia espacial, que será manejada por las fuerzas armadas de China en la Patagonia, más precisamente en Neuquén, en el corazón de una de las mayores reservas de gas y petróleo no convencional del mundo.

Tan bizarro fue la puesta en escena de ayer que, mientras hablaba Cristina desde el balcón de la Rosada, los militantes rentados cantaba ser “los soldados de Perón”. ¿Ninguno de estos muchachos se preguntaron qué diría el Viejo respecto a tener una base militar china en la Patagonia? Seguramente, no tardaría en hacer tronar el escarmiento, como alguna vez manifestó en el año 1973, un día después de su retorno definitivo a la Argentina. Ni Menem se animó a tanta entrega como la que está haciendo el kirchnerismo que, cuando le quedan menos de 10 meses de gobierno, está hipotecando el futuro de las próximas generaciones de argentinos.

En su defensa de los acuerdos con China, la primera mandataria criticó al conglomerado industrial Techint y sugirió que ella, si estuviera en el lugar de los chinos, dudaría en financiar una obra que ejecute esta empresa. "Cuesta entender que cuándo se va a ser beneficiario de algo se escupa el asado", dijo. Estas declaraciones se produjeron luego de las críticas de un sector importante de la Unión Industrial a los convenios con el régimen asiático.

Ahora bien, si uno de los grupos económicos más importantes del país, que supuestamente va a recibir financiamiento chino para hacer un dique en San Juan, sale a cuestionar lo que se firmó es porque evidentemente los convenios rubricados sólo beneficiarán al país asiático, y pondrán a la Argentina en medio de una disputa geopolítica que tiene como protagonistas a Estados Unidos, Rusia, China y la Unión Soviética. Estamos hablando de acuerdos que se tejieron entre gallos y medianoche entre un gobierno que está en retirada, que durante años se llenó la boca hablando de derechos humanos, con un régimen de partido único, que censura de forma sistemática a sus ciudadanos y que viola casi todas las libertades individuales, reprimiendo con una virulencia extrema cualquier manifestación opositora dentro de sus fronteras.

En definitiva, el kirchnerismo se está yendo del poder mostrando su peor cara. Lamentablemente, hasta que se concrete el cambio de mando en la Casa Rosada, los argentinos estaremos inmersos en un contexto cargado de conflictos y disputas, que no harán más que profundizar la aguda crisis económica, política, social e institucional que sacude al país.