Entre tantas otras banderas, Cambiemos, el Presidente, la Gobernadora, levantaron la de la transparencia y la lucha contra la corrupción. Como tantas otras, la pisotearon.
30/10/2018 - 08:32hs
Pues, con total soberbia, sin siquiera cuidar las formas y como si gobernaran para un pueblo ingenuo, el Gobierno aprobó ayer la contratación directa al Correo Argentino para la digitalización y transmisión de las actas de escrutinio de las elecciones del año próximo. La empresa, controlada por el Grupo Macri, a la que el Gobierno -o sea Macri- le intentó perdonar una millonaria deuda con el Estado, ganó ahora esta contratación por $290 millones que serán abonados con el dinero de todos.
Así, el Gobierno que se bañó en ética para erradicar la plaga de la corrupción, se posiciona en los dos lados del mostrador para beneficiar a una de las empresas del imperio presidencial, a la que sigue buscando perdonarle la cuantiosa deuda luego de la administración fraudulenta de su familia.
Así, quienes se muestran libres de pecado pretendiendo arrojar la primera piedra contra los corruptos del pasado, tienen en su haber el mencionado fraude del Correo, pero también los aportantes truchos de campaña; la corrupción enquistada en el Ioma, donde los sobreprecios, las licitaciones directas y las coimas siguen siendo moneda corriente; las cuentas offshore de funcionarios; la bicicleta financiera con la que se benefician socios, funcionarios y amigos, a costa de la miseria de millones.
La corrupción es una máquina de generar miseria, desigualdades, violencia y crisis en general. Lo era antes, y lo es ahora. Urge darle muerte. Pero esa lucha no la podrán emprender los corruptos.