16/12/2013 - 06:11hs
Los días que restan, para que finalice 2013, no serán para nada fáciles. El malestar social reinante está subiendo al igual que la temperatura en esta época del año. Claro que los factores que contribuyen a esta situación nada tienen nada que ver con factores climáticos, sino con las consecuencias de los errores y horrores generados por las políticas económicas del kirchnerismo.
Pareciera que CFK, y sus acólitos seguidores, tienen la creencia de que con los aumentos salariales otorgados por decreto a las fuerzas de seguridad nacionales y provinciales, la protesta social estará contenida y no pasará a mayores. Obviamente, la realidad transita por otro carril.
En el Conurbano bonaerense, que es la zona del país con mayor densidad poblacional, con los bolsones de pobreza y de indigencia comparables a los que se encuentra en las naciones africanas más postergadas, la inflación está causando estragos y las deficiencias en los servicios públicos, en jornadas de intenso calor como la que se registraron en los últimos días, pueden derivar en que se produzcan nuevamente protestas populares.
En ese contexto, los gremios, impulsados por sus propias bases que exigen una urgente recomposición salarial, ante la acelerada pérdida del poder adquisitivo, harán sentir con fuerza su reclamo en esta semana que comienza (ver página 3). En el caso de los estatales y docentes, piden que el aumento otorgado a la policía, sea extendido en toda su magnitud al resto de los empleados públicos. Es, en definitiva, un reclamo entendible ya que los incrementos salariales para la policía provocó fuertes distorsiones: un agente que recién comienza pasará a cobrar mucho más que un maestro y casi el doble de un auxiliar docente que le da de comer a cientos de chicos, con 20 años de antigüedad, cientos de niños.
Es casi una obviedad decir que los policías tienen salarios que no se corresponden con lo que implica tener que estar arriesgando la vida en el cumplimiento del deber. Ahora bien, decretar incrementos salariales de poco servirá si no hay planes o programas para profesionalizar a las fuerzas de seguridad.
En ese sentido, lo que ocurre en Córdoba y en Santa Fe, con jefes policiales que fueron echados tras descubrirse que estaban estrechamente relacionados con bandas de narcotraficantes, que se han adueñado de importantes territorios en esas provincias, son una clara muestra del caos reinante y del grado de desprotección en el que se encuentra la ciudadanía.
Además de la responsabilidad que le cabe a los gobernadores José Manuel de la Sota y Antonio Bonfatti, por la crisis de las fuerzas de seguridad en sus provincias, la realidad es que el gobierno K es el primero que debería empezar a hacerse cargo.
El kirchnerismo, desde que llegó al poder, ha intentado minimizar el problema de la seguridad, al que primero consideró como una mera “sensación” creada por los medios de comunicación, y que luego atribuyó a “fantasmas desestabilizadores” y supuestos “intentos golpistas” que no resisten el menor análisis.
La crisis que se ha desatado, como no podía ser de otra forma, se sentirá con fuerza en Buenos Aires, la principal provincia argentina. Por un lado, el Estado bonaerense carece de recursos genuinos para poder cumplir con los aumentos salariales que reclaman docentes y empleados públicos y, por el otro lado, dentro de la policía, a partir de las protestas de la semana pasada, se rompió la cadena de mando, dañando seriamente el orden y la verticalidad que exige una institución de estas características para poder funcionar con normalidad.
Lo preocupantes es que el encargado de ordenar las piezas dentro de la institución es un polémico personaje. El titular de la cartera de Seguridad, Alejandro Granados, viene de haber protagonizado un penoso episodio en Ezeiza donde, poseído por la furia, invitó a pelear a la calle a un hombre que le cuestionó supuestos hechos de corrupción y, no contentó con ello, el propio ministro utilizó frases discriminatorias para increparlo.
Si el encargado de tener que garantizar la seguridad a los bonaerenses termina actuando como un barrabrava, ante un episodio menor, cabe preguntarse si está realmente capacitado para seguir conduciendo el ministerio más importante de la Provincia.