Cuando el pez por la boca muere

Política

01/12/2013 - 07:14hs

Desde que asumió su nuevo cargo, Capitanich hizo uso y abuso de su “bocota” para intentar difundir las mentiras del kirchnerismo

En la semana que pasó, los argentinos nos asombramos al ver como flamante jefe de Gabinete, Jorge “Coqui” Capitanich, sigue al pié de la letra las enseñanza de Carlos Corach, el ministro del Interior en la última etapa del gobierno menemista que era un experto en justificar lo injustificable, en uno de los períodos más oscuros de nuestra historia reciente.

Desde que asumió su nuevo cargo, que ya había ocupado durante la presidencial provisoria de Eduardo Duhalde, Capitanich hizo uso y abuso de su “bocota” para intentar difundir, y hasta defender con énfasis, las principales mentiras del kirchnerismo.

La principal falacia de la semana fue, sin duda, el polémico acuerdo con Repsol que significará que los argentinos debemos pagarle $8000 millones de dólares a una empresa que -en complicidad con el kirchnerismo- saqueó YPF y dejó al país en una aguda crisis energética e hidrocarburífera, que más temprano que tarde hará que todos los argentinos tengamos que pagar más de $10 pesos el litro de nafta.

Los K quieren convertir a la Argentina en una suerte de colonia del siglo XXI: sin soberanía energética, sin soberanía territorial (las fronteras son coladores y extensos territorios ya están en manos de carteles del narcotráfico) y sin soberanía económica. Ni siquiera contamos con una moneda con poder de compra, producto de la inflación y de una alocada emisión que se hace desde las entrañas del Banco Central para sostener el gasto público clientelar e improductivo. 

En ese escenario, mientras que el kirchnerismo delinque desde el Estado, el oficialismo y sus cómplices de turno están sentando las bases para garantizar la impunidad. Por ello, en la semana que pasó, hicieron aprobar una polémica ley, que recibió media sanción (terminará de ser aprobada a principios del año que viene), por la cual  los ciudadanos no podrán reclamar al Estado un resarcimiento económico en el fuero civil. 

Como las provincias dictan sus propias normas en el ámbito administrativo, el texto aprobado las “invita a adherir”, algo que puede demorarse años o décadas. El texto también establece que el Estado no deberá responder por los daños causados por concesionarios de servicios públicos. En otras palabras, si usted que está leyendo esta nota, o algún familiar, está viajando en uno de los trenes que ahora están administrados por el inefable ministro Florencio Randazzo, y sufre un siniestro como el ocurrido en estación Once en febrero de 2012, tanto usted (en caso de que quede con vida) o sus familiares no podrán pedir ningún tipo de reparación económica. Cualquier parecido de la administración K, con el gobierno de una republiqueta bananera, no es una mera coincidencia. 

Sin apoyo de la Iglesia

Otra de las grandes mentiras que se escucharon de boca de Capitanich fue el supuesto compromiso del gobierno nacional en la lucha contra las drogas, designando como titular de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y de la Lucha contra el Narcotráfico (Sedronar), a un sacerdote de nombre Juan Carlos Molina. Se trata de un cargo que estaba vacante desde el pasado 21 de marzo, cuando Rafael Bielsa presentó la renuncia.

Ahora bien, no fueron pocos los operadores políticos K que afirmaron que la designación de Molina constituía un mensaje a la Iglesia, luego de que las máximas autoridades eclesiásticas, siguiendo las órdenes de nuestro Papa Francisco, salieron a hacer una grave denuncia pública sobre el crecimiento del narcotráfico, especialmente durante la llamada “década ganada”.

La realidad es que el sacerdote que estará a cargo de la Sedronar nada tiene que ver con Francisco, que jamás habilitó a alguien de la Iglesia para ser funcionario K. Molina, en realidad, es un dirigente K desde hace años, asesor de la ministra Alicia Kirchner, una de las máximas responsable del clientelismo político que existe en el país (que tantas veces fue criticado por el cardenal Jorge Bergoglio, antes de convertirse en Sumo Pontífice), y también mantiene un estrecho vínculo con Capitanich. 

En Chaco, el pago chico de Capitanich, que gobernó hasta hace pocos días, también existen niveles alarmantes de clientelismo político mediante el que se busca aprovechar la miseria extrema que se vive en esa provincia para mantener el status quo.

Oscuro panorama económico

La semana cerró con una nueva suba del dólar oficial, que llegó a $6,13, la mayor devaluación en los últimos cuatro años, situación que podría tener fuertes efectos inflacionarios, echándole más nafta al alocado incremento del costo de vida que, con los últimos aumentos en los precios de los combustibles, se encuentra descontrolado.

De esta manera, mientras el dólar sube en el tipo de cambio oficial, el gobierno K está operando para que baje el llamado “dólar contado con liquidación”. Se trata de una operatoria bursátil mediante la cual una persona o empresa transfiere fondos desde y hacia el extranjero a través del Mercado de Valores. Técnicamente la operación es la siguiente: para transferir al extranjero, el inversor compra en el Mercado local un título denominado en pesos que tiene también cotización en el exterior (New York) en dólares. Inmediatamente solicita que se le transfiera el título al extranjero, acreditándose el producido de una venta en una cuenta de su titularidad en dicha plaza. De la diferencia entre el precio de compra en pesos y de venta en dólares, surge el tipo de cambio al cual se cerró la operación de transferencia. La operación inversa se realiza para ingresar fondos a la Argentina.

¿Cómo es la maniobra K para que baje el contado con liqui? Se está rematando lo poco que queda en las arcas del Estado. Se están metiendo mano a los fondos de la ANSES, del Banco Nación y de otros organismos públicos para intervenir en ese mercado.

Ante este escenario, resulta evidente que en los próximos días continuará el proceso devaluatorio, que se realiza a cuenta gotas. Por eso, hay serio riesgo de cerrar el año con un alza de precios muy por encima de lo previsto, que echan por tierra las mentiras de los funcionarios K que hasta niegan que exista inflación en el país.

Hay un sabio y conocido refrán que dice: “el pez por la boca muere”. Precisamente, estamos en los coletazos finales de un proceso político y económico, al que la ciudadanía hace rato le puso fecha de vencimiento.