Cuenta regresiva en la carrera electoral

Política

13/06/2015 - 07:05hs

El gobierno nacional busca imponer a Máximo Kirchner como candidato a vicepresidente y a otro camporista como postulante a la gobernación. La movida complica a Daniel Scioli, que necesita del voto independiente 

La semana que pasó dejó un escenario político totalmente distinto al que existía hace tan sólo un par de días. A la decisión de Sergio Massa de mantener su candidatura presidencial, que hoy por hoy sigue pendiendo de un hilo, en las últimas horas se le sumó una suerte de “operativo clamor” emprendido desde la Casa Rosada para intentar instalar la posibilidad de que Máximo Kirchner pueda ser candidato a vicepresidente.

El primero en recoger el guante fue Daniel Scioli, quien el jueves pasado dijo sentir “afecto y respeto” por el hijo de la presidenta Cristina Kirchner, quien a sus 38 años no se le conoce haber tenido un trabajo fijo en toda su vida y fracasó en todas las carreras universitarias que se anotó luego de haber terminado la secundaria. Muchos de quienes lo conocen afirman que, entre sus principales aptitudes, se destaca la de ser un hábil jugador de play station.

Ahora bien, al coro de elogios con poco sustento, ayer se sumó el hombre de la eterna sonrisa, Florencio Randazzo, quien sostuvo que “Máximo es un gran candidato” y reconoció que “le encantaría” que lo acompañe en la fórmula como vicepresidente. Recordemos que Randazzo es precandidato a ocupar el sillón de Rivadavia y dice querer competir en la Paso contra Scioli, pese a que sus chances son prácticamente nulas. Palabras similares a la de Randazzo utilizó el inefable Aníbal Fernández, quien sostuvo que el hijo de CFK “está habilitado y tiene estatura" para ser el compañero de fórmula del actual gobernador de la Provincia.

En realidad, si se confirma que Máximo será el compañero de fórmula de Scioli, sería una muy mala noticia para el gobernador bonaerense y una seria traba para sus aspiraciones presidenciales, al ser un auténtico pianta votos. El mandatario provincial, para no pasar sobresaltos, necesita votos de sectores independientes y peronistas críticos al kirchnerismo, que en una definición cabeza a cabeza entre Scioli y Macri estarían dispuestos a avalar al gobernador bonaerense siempre y cuando tome cierta distancia de la Casa Rosada. Estos votos podrían ser determinantes en un escenario donde la diferencia entre los principales candidatos no es muy amplia y existe la posibilidad de que por primera vez en la historia democrática de nuestro país haya balotaje en una contienda presidencial. Una segunda vuelta electoral implicaría que gran parte del 70% del electorado, que no quiere saber nada con la continuidad del kirchnerismo en el poder, termine abroquelándose. 

Máximo representa una de las peores caras del kirchnerismo al estar sindicado como uno de los principales responsables, tras la muerte de su padre, de las groseras irregularidades registradas en el crecimiento exponencial que ha tenido el patrimonio de la familia presidencial en los últimos años. De hecho, el juez Claudio Bonadío ha avanzado sustancialmente en la investigación en la causa Hotesur que involucra directamente al primogénito de CFK, a partir de la denuncia realizada por la diputada Margarita Stolbizer.

A este escenario, podría sumarse otro dolor de cabeza para Scioli: la posibilidad de que la Casa Rosada busque imponer, a dedo, a Eduardo “Wado” de Pedro, uno de los líderes de La Cámpora y secretario general de la Presidencia, como candidato único a gobernador del oficialismo, bajando así las precandidaturas de Julián Domínguez -que podría ser el compañero de fórmula de Wado- y de Aníbal Fernández, que pasaría a encabezar la nómina de diputados nacionales. Una decisión de este tipo podría provocar un cisma en el Partido Justicialista bonaerense y generaría una polarización al extremo en el electorado.   

Ahora bien, para que Mauricio Macri pueda aprovechar la polarización y acceder a una segunda vuelta requiere tener mayor peso electoral en la provincia de Buenos Aires, donde su candidata a gobernadora, María Eugenia Vidal, está muy lejos de ser una alternativa competitiva al justicialismo. El rechazo a la alianza con Massa ha dejado al frente electoral que comparten Macri, el radical Ernesto Sanz y la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, con poca inserción en el electorado cercano al peronismo. Esta situación intentó ser paliada con el ingreso al armado del sindicalista Gerónimo Venegas, líder del partido FE, y del intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, y otros exponentes del PJ ortodoxo como la familia Mércuri de Lomas de Zamora. Por el momento, todas estas incorporaciones aún no logran equilibrar la balanza: la mayoría de los intendentes del Conurbano, con poderío electoral, apoyan a Daniel Scioli.

En las últimas horas, trascendió que aún continúan los contactos subterráneos, a través de distintos emisarios, entre Massa y Macri. La posibilidad de un acuerdo aún es lejano, pero ambos están urgidos de necesidades. Especialmente el líder del Frente Renovador que, hoy por hoy, ni siquiera tiene candidato a gobernador (ver aparte).

En definitiva, el proceso electoral en la Argentina ingresó en la cuenta regresiva. Los comicios que se realizarán mañana en Río Negro y Santa Fe serán un indicio de lo que se puede venir en la Paso y condicionará las estrategias que desplegarán los principales candidatos.   

Un impresentable: se bajó Felipe Solá

El diputado nacional Felipe Solá bajó ayer su candidatura gobernador por el Frente Renovador y dejó en absoluta soledad a Sergio Massa en la principal provincia del país. Ante este escenario, surgieron versiones de que intentarían convencer a Francisco de Narváez para que resucite su postulación, que había bajado como gesto para intentar que haya un acuerdo con el macrismo. Otra opción podría ser postular a la esposa de Massa, Malena Galmarini. 

De esta manera, en el Frente Renovador, sólo se mantiene en pie la precandidatura de la diputada Mónica López, quien intentó hacerse conocida declarando que tiene 240 pares de zapatos.