La compañía eléctrica cambió de manos y en el primer año de aplicación del cuadro tarifario pasó de obtener $424 millones a más de $2.760 millones. Pero los cortes se suceden hasta el hartazgo
El tarifazo energético, verdadero golpe al bolsillo de la clases medias, PyMes e industrias, se convirtió en la gallina de los huevos de oro de las empresas. Tal es el caso de Edelap, beneficiada discrecionalmente con millonarios subsidios durante la era kirchnerista, sin haber realizado las obras prometidas en más de una década, pero que igualmente con Cambiemos recibió la “bendición” de un cuadro tarifario que en los primeros tres meses de aplicación le generó una ganancia neta de $424 millones. La suma sería exponencialmente superior al año siguiente: a fines de 2017 ya embolsaba más de $2.762 millones. En el año del tarifazo, la diferencia fue del 664%, tal como se desprende del último estado contable de la compañía.
Fue precisamente el año pasado cuando Rogelio Pagano, dueño del grupo Desarrolladora Energética (DESA), desplegó sus alas en La Plata. Ya controlaba en la Provincia de Buenos Aires Eden (norte y centro) y Edes (sur), y en Salta, Edesa. Solo le faltaban Edea (Costa Atlántica y centro) y Edelap para quedarse con el monopolio eléctrico en el territorio gobernado por María Eugenia Vidal, concentrando el 65,2% del servicio distribuido en la Provincia y beneficiándose con ajustes tarifarios de hasta el 900% para todas sus empresas.
Pagano, uno de los empresarios preferidos del poder macrista (junto a Marcelo Mindlin, Joe Lewis y Nicolás Caputo) le adquirió las acciones a Alejandro Macfarlane, quien tras las denuncias por los recurrentes cortes en Edelap prefirió aprovechar las “bondades” del tarifazo con la distribución del gas (Ver nota aparte).
Antes, como ahora, las millonarias ganancias que obtiene Edelap no redundan en obras para garantizar un servicio de calidad. La historia se repite hasta el cansancio: cortes en el suministro, vecinos que reclaman y chocan con el silencio indiferente de la empresa.