EN FOCO

En el Fondo, la mentira

El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, anunciaron el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. El préstamo de 50 mil millones de dólares, incluirá recortes en jubilaciones, obra pública y subsidios, además de una suba de la inflación

Las portadas de la mayoría de los diarios reflejarán hoy el acuerdo alcanzado entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Cronicarán la conferencia de prensa dada ayer por el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, sus tecnicismos, sus variadas mentiras, sus imprecisiones, lo que a usted le cuesta comprender.

Pocos, en cambio, contarán lo que no dijeron, lo que se esconde detrás de lo que se presentó como una “muy buena noticia”, que nos “integra al mundo”, pero que tendrá sus costos en el día a día de los argentinos: menos obra pública, menos empleo, salarios y jubilaciones más bajas para reducir, en un año, el gasto en $240.000 millones y en US$19.300 millones en el lapso de tres años. Eso sí, nada hace prever el fin de la bicicleta financiera

La letra grande

En los números, el acuerdo contempla un préstamo del FMI de US$50.000 millones, a tres años, lo que obligará a reducir el déficit fiscal de este año a 2,7% del PIB (contra 3,2% de la meta previa), a 1,3% en 2019 (2,2%), equilibrio primario en 2020 contra un déficit previo de 1,2% y un superávit de 0,5% en 2021.

También, habrá metas inflacionarias: “Del 17% en 2019, 13% para 2020 y 9% para 2021”. Ahora bien, si la meta del 15% para este año ya se da por descartada, si hasta el Banco Central vaticina un piso del 27%, ¿por qué creer que se alcanzará la del año próximo? ¿Y qué hay de la proyección 2018? ¿Se mantiene?, se le consultó a Sturzenegger. Sin mayores explicaciones, el titular del Central deslizó que ya no hay metas para este año. La eliminación de ese punto de referencia para las negociaciones paritarias, será, sin dudas, un caldo de cultivo para futuros conflictos.

La letra chica

Las metas que el FMI exige como parte de sus condiciones y que propone el Ejecutivo para acceder al préstamo se extienden por tres años, es decir, más allá del mandato de Mauricio Macri. ¿Sueña el Gobierno con alcanzar la reelección? ¿Podrá hacerlo aún con la soga del ajuste ciñendo el cuello de sus votantes? Difícil imaginar ese escenario, porque la reelección no está escriturada y menos aún por esta senda del fracaso a la que volvemos como en una “calesita”.

Ajuste es la palabra del futuro. Apenas por recibir el 30% del crédito (unos US$15.000 millones), el Gobierno deberá bajar el gasto de aquí al año que viene en $240.000 millones. ¿Qué se recortará para alcanzar esa meta?.

Los despidos

Algunos indicios ya fueron dados: se quitarán $30.000 millones de la obra pública, con lo cual se frenará la gran rueda de la economía, con menos caminos, hospitales, escuelas, viviendas y, por supuesto, menos empleo. Propone el Gobierno que sean las provincias las que encaren los planes de viviendas. La pregunta es ¿con qué fondos?

También, según informes que trascendieron desde la Casa Rosada, habrá unos 30.000 despidos en el sector público y durante dos años no se generará empleo estatal. Cerrada la puerta del Estado, a esos trabajadores les será difícil hallar un refugio en el ámbito privado, porque el mercado interno agoniza y no hay jornada en la que un comercio, una fábrica o una empresa no baje sus persianas.

Las esquirlas de esta situación social ya golpean en la provincia de Buenos Aires, principal distrito electoral del país, en el que la miseria arrecia, y, como ayer, médicos y maestros salen a la calle para clamar por sus derechos adquiridos.

Inflación, recesión, devaluación

Fue la corrida cambiaria, la fuga de capitales golondrinas alimentada por la bicicleta financiera (fomentada por el propio Gobierno), la que disparó el dólar, obligó a elevar las tasas de interés al 40% y al Banco Central a sacrificar US$10.000 millones de sus reservas. Ese cóctel, inflacionario, recesivo e imposible para el financiamiento de PyMes, industrias y ciudadanos de a pie llevó al Gobierno a recurrir a su salvavidas de plomo: el FMI.

Dujovne y Sturzenegger insisitieron en que lo hicieron para “evitar una crisis”. De ahora en más, confiaron, lo que viene es el “desarrollo”, el “crecimiento sostenido durante 20 años”. 

Y sin embargo, en el decurso de la conferencia, la admisión, tímida pero inocultable: “Un poco menos de crecimiento, un poco más de inflación para este año” y “un tipo de cambio flotante”, liberado al mercado, que lo proyecta en $30 para fin de año. 

Preguntas sin respuestas

¿Se utilizarán los millones del Fondo para emprender el plan económico productivo que todavía es una deuda? ¿Para atacar la especulación financiera, frenar la fuga de dólares y promover el ingreso genuino de divisas? ¿Se hará algo para enfrentar los problemas que el acuerdo alcanzado generará en la gente de a pie?

Nada de eso fue respondido por los ministros. Ni por el presidente Mauricio Macri, quien, copa de champagne en mano y sonriente, celebró el “gran acuerdo”.

Pero la ecuación es más devaluación, más inflación y recesión. Los resultados ya los conocemos.

Las jubilaciones

El acelerador del ajuste implicará, también, la revisión en el sistema jubilatorio. Eso ya comenzó con la reforma previsional aprobada el año pasado, pero el FMI “recomienda” una nueva modificación en la fórmula de actualización de las jubilaciones; además propone vaciar las cajas previsionales de aportes personales y contribuciones patronales, bajándolas al 10%.