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Rusia anunció que en el segundo trimestre del año que viene podría iniciar la fabricación en Argentina.
Así se expresó Estela Díaz en una entrevista con diario Hoy sobre aquellas personas que no están a favor del aborto. Puso como ejemplo a la vicepresidenta Cristina Fernández, quien estaba en contra de la IVE y en 2018 cambió de opinión.
26/12/2020 - 00:00hs
En las vísperas del próximo martes 29, fecha en la que se discutirá en el Senado la aprobación de la ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), la ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires, Estela Díaz, dialogó con diario Hoy sobre lo que se espera para ese día, la gestión del Ministerio durante la pandemia y la violencia de género durante la misma. Además, habló de cuánto nos atraviesa el patriarcado en nuestra
cotidianidad y las acciones que realizaron en relación a las disidencias sexuales, que también sufren distintos tipos de violencias.
—¿Qué balance hace del resultado en la Cámara de Diputados, y qué se espera ahora del Senado?
—Estamos con mucha expectativa, calculando que hay posibilidades de que se construya el número para poder sancionar la ley en el Senado. Sabemos que es más difícil que en la Cámara de Diputados, pero hay varias cuestiones que muestran cómo se han dado pasos adelante respecto a, por ejemplo, lo que fue el debate del 2018. Y eso tiene que ver que la media sanción se logró con un mayor número de diferencia y con que en el Senado hubo dictamen, que en el 2018 no había ocurrido.
Ya hubo algún tipo de revisiones en la media sanción, que habían sido observaciones que se habían pedido en el Senado y que se incluyeron. Ahora, hay una serie de diálogos por algún planteo que están haciendo algunos legisladores y se está proponiendo una conversación en relación a la posibilidad de que esos aspectos sean contemplados en la reglamentación de la ley.
Además, me parece que la decisión fuerte del Ejecutivo del impulso de la ley IVE y de la ley de los 1.000 días, en esta mirada integral de poner a la política pública en el sentido de que dé respuesta en las decisiones sexuales y reproductivas y la salud de las mujeres, genera un contexto más que propicio a la construcción definitiva del número que dé positivo.
—Hay mujeres en contra del proyecto, no sé si como ministra, pero como mujer, ¿qué les diría usted?
—Creo que este es un debate que hacemos con el conjunto. Nosotras sabemos que la perspectiva de género mira las desigualdades históricas que las mujeres han sufrido en la sociedad. En razón del género, tiene también un andamiaje cultural que lo sostiene y eso nos atraviesa a todas las personas en la sociedad, más allá del género que tengamos. Entonces hay posicionamientos que tienen las mujeres en contra, como tienen los varones.
A mí me duele un poco más en una razón de empatía del propio género, porque yo sé que además somos especialmente las mujeres las afectadas, las que hemos sufrido los embarazos adolescentes y los abusos, las violencias por razones de género, la afectación para la salud y para la vida incluso de las mujeres también en ese sentido.
Además, como parte de un proyecto nacional, popular, peronista, de la mirada feminista, digo, hay una injusticia social en la ilegalidad del aborto que cuando además son mujeres de nuestro propio proyecto una tiene que entender los trayectos personales, las biografías, las historias y las culturas de donde se viene. Pero siempre hay que tratar de buscar el diálogo porque hay posiciones que se cambian y yo te pondría un ejemplo, que es la propia Cristina Fernández, nuestra vicepresidenta. Ella lo señaló en el 2018.
Cristina venía de otro posicionamiento respecto al aborto, favoreció en su gobierno todo lo que tuvo que ver con la política de prevención sexual integral, el programa de salud reproductiva, los protocolos en salud, muy modernos en salud en torno a los abortos que son legales, pero cuando le tocó en el Senado ella dijo: “Yo también me posiciono. Veo a las chicas que me hicieron reflexionar y pienso en mi nieta, pienso que me va a preguntar, ¿vos abuela qué votaste en esta ley?”. Así que se puede cambiar. Yo apuesto a que las mujeres que tienen otra posición también la puedan cambiar.
—Si se aprueba la IVE, ¿la provincia de Buenos Aires está preparada para atender a las mujeres?
—Claramente. La pandemia lo que ha tenido es que tuvimos que recomponer un sistema de salud que estaba devastado en la provincia de Buenos Aires. Se ha hecho una inversión gigantesca y hay una inversión muy importante. De hecho, se acaba de aprobar el Presupuesto 2021, que indica que se va a seguir invirtiendo en el sistema de salud. Además, en torno particular al aborto, cuando llegamos a la gestión con Gollán ratificamos la guía ILE nacional para la provincia de Buenos Aires, que había vetado la exgobernadora Vidal y se está implementando ya en el sistema de salud.
Se han hecho estudios de la cantidad de interrupciones legales: se han hecho más de 7.000 en nueve meses –estamos hablando de los abortos por causales, cuando hay peligro para la salud o la vida de la mujer o en los casos de violación–.
El sistema de salud, en torno a interrupción de embarazo, se va a ver descomprimido en poco tiempo porque hoy el 40 por ciento de las complicaciones por aborto –el aborto inseguro y clandestino – se atiende en el sistema de salud y es carísimo, porque en muchos casos son terapias intensivas, son intervenciones quirúrgicas, complejas. Ni hablar para la mujer que hasta le afecta su capacidad reproductiva.
La práctica del aborto, la inmensa mayoría, se hace en el primer trimestre de gestación. Es medicamentosa y ambulatoria. Por lo tanto, está realmente preparado nuestro sistema.
—¿Cuánto nos atraviesa el patriarcado en la vida cotidiana?
—Sigue siendo una cultura muy incorporada. Estamos en una sociedad en transición que ha producido enormes cambios en ese sentido y la presencia política, social, cultural de las mujeres ha contribuido enormemente para el cambio y para enfrentar a ese patriarcado que genera relaciones tan fuertes de desigualdad respecto al género y pone un eje dominante en la sociedad. Bueno, eso está en cambio.
Sin embargo, todavía en las instituciones, en las prácticas políticas y en nuestra cultura eso sigue muy presente. Lo podemos ver en las canciones, lo podemos ver en el deporte. Hemos visto algunos hechos terribles del rugby, pero también del fútbol. Deportes masculinos de prestigio, de poder.
Son lugares donde, en lugar de ser lugares de inclusión y de igualdad, no solo que para las mujeres son lugares inaccesibles en el nivel profesional, empiezan ahora a ser accesibles e igual en lugares de subalternidad, donde de ninguna manera se juega el tema del dinero que hay para el sector del fútbol profesional, sino que también lo vemos en abuso, en violencia de género y violencia sexual como hechos que se denuncian cada dos por tres y toman estado público, pero sabemos que hay detrás muchos que no lo toman.
Todavía hay mucho camino para recorrer en ese sentido y me parece que la decisión del gobernador Axel Kicillof y del Presidente Alberto Fernández de crear el primer Ministerio de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual es decir bueno, hay que poner en el principal rango de gestión estos temas.
—Hay muchas cuestiones que se militan a diario en el feminismo y tienen espacio dentro de la militancia, pero ¿cómo se hace para que desde la militancia se traspase al Estado y que desde el Estado llegue a la sociedad? Es decir, sabemos que en la sociedad hay personas que dicen que las mujeres solo sirven para lavar los platos, pero ¿cómo hacen ustedes desde el Estado para mejorar esas relaciones desiguales?
—Si hay algo que caracteriza a la Argentina, pero me parece que este es un movimiento a nivel mundial, que es el movimiento de mujeres y el feminismo, es que se ha logrado una capacidad de movilización gigantesca, masiva y de interpelación en la sociedad respecto a estos temas. Empezó acá muy fuerte en el 2015 con el Ni una Menos, pero después lo tuvimos en los paros de mujeres, cuando se plantearon los temas de la desigualdad económica, salarial, los temas de trabajo, las políticas de cuidado. Reconocer toda la tarea de trabajo y de cuidado que hacen las mujeres no remuneradas, que también son factores que estructuran las desigualdades sociales, económicas y favorecen, esas desigualdades, de última, esa forma de violencia.
Me parece que ese movimiento es muy activo, permea todo el entramado social porque está en las organizaciones de mujeres pero también en el sindicalismo, en los partidos políticos, en las agrupaciones sociales y eso necesariamente tiene que dialogar con la gestión y la política pública.
Nosotras tenemos un diálogo permanente con las organizaciones y eso nutre la agenda de la gestión. Ahora hemos impulsado, junto con la Universidad y con el Conicet, la escuela sindical de género, que plantea cómo fortalecer los liderazgos de las mujeres en el sindicalismo para que la agenda del trabajo también tome fuerza.
Estamos en un momento muy difícil y el contexto de pandemia ha afectado muchísimo el trabajo, pero creo que cuando discutimos ahora la reactivación económica y la inversión en infraestructura eso tiene que ir acompañado con cómo reducimos brechas que las mujeres tenemos en esos sectores.
—¿Cómo han abordado la violencia de género durante el aislamiento? Dentro de la Provincia cambia la manera de abordar las temáticas de género, ¿no? Hace poco usted afirmó que en el 30% de las relaciones de pareja hay violencia de género
—El Aislamiento Preventivo Social y Obligatorio (ASPO) obligó a poner todo lo que tenía que ver con la atención en atención remota. Reforzamos la línea 144 y le incluimos WhatsApp.
Sin embargo, nosotras llegamos, y esto es una tarea que está todavía en proceso, con una falta muy grande de dispositivos de atención en toda la Provincia en torno a la violencia. Entonces, trabajamos muy fuerte en la articulación con las áreas de género de los municipios y ahí está la clave. La clave del territorio, porque quien sufre violencia vive en determinado barrio, en determinada localidad y hay que construir ahí las respuestas.
Así que fortalecimos mucho lo que tiene que ver con las mesas locales intersectoriales de prevención de atención de las violencias, donde se sientan los actores municipales, institucionales, los provinciales con asiento en ese territorio y las organizaciones sociales. Y ahí la idea es mirar, construir las hojas de ruta de atención, de asistencia, de acompañamiento y que la atención además sea sostenida en el tiempo.
Para eso venimos trabajando en varias cuestiones como fue el fondo de emergencia para las situaciones de mayor riesgo y que hay que dar respuesta en el momento. Estamos ahora impulsando el (programa) Comunidades Sin Violencia que es una transferencia económica en los municipios para fortalecer los dispositivos de atención, los hogares integrales, las casas de medio camino, las líneas de trabajo en la salida laboral.
Es muy compleja la violencia de género y cuando una mujer llamó y pidió ayuda ese es un paso para todo el proceso de la salida de la violencia. Lo que necesitamos es construir políticas de Estado para todo ese proceso. Estamos en camino.
—Y en cuanto a las disidencias sexuales,
¿hay políticas planificadas?, ¿sufren más la violencia?, ¿tienen estadísticas acerca de esta situación?
—Nosotras empezamos a hacer la estadística ahora porque la verdad es que nuestro registro era muy binario, era sobre todo alentado a la atención de las mujeres que sufren violencia de género sin demasiada distinción respecto a la población travesti, trans, lesbianas.
Ahora ya estamos trabajando más en eso, así que creo que a partir del año que viene estaban elaborando desde nuestra área de investigaciones algún informe en torno a estas distinciones y creo que se va a profundizar más el año que viene porque estaba todo muy enfocado hacia las mujeres y se está trabajando una línea de cómo se abordan los temas de violencia en diversidad sexual. Eso también era una deuda en política pública.
Sí, trabajamos el acompañamiento travesti trans en el contexto de pandemia con la ayuda alimentaria, con el acceso al Potenciar Trabajo y ahora firmamos junto con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación un convenio para una tarjeta Alimentar para la población travesti trans en lugar de la bolsa de comida, que es más compleja. Nos parece que eso va a ser de bastante ayuda en un contexto de mucha dificultad en lo laboral.