01/11/2015 - 16:20hs
Se sabe que la avicultura industrial argentina (la que produce pollos parrilleros) atraviesa una de las crisis más notorias dentro de las economías regionales. Un grueso productivo instalado mayoritariamente en Buenos Aires (Monte, Carmen de Areco, San Andrés de Giles, Pilar) y Entre Ríos, pero que también tiene exponentes aviares en Santa Fe y Córdoba.
Felipe Carlevaro, un productor oriundo de Capilla del Señor (en el partido de Exaltación de la Cruz) donde tiene desde 1994 una granja que poco a poco fue ampliando hasta conseguir con el sudor de su frente una capacidad para 33.000 pollos, es uno de los que está a la espera de un cambio en la política para respirar. Mientras tanto, en la cuenta de Facebook de Avicultores Integrados, publicó una cruda reflexión que lleva como título “A British company” y que en su primer párrafo da cuenta que “desde hace tiempo los integrados de la actividad avícola estamos atrapados en una situación que de por sí se asemeja a situaciones que en el pasado ya vivieron otros trabajadores en el país. En la provincia del Chaco, hace cien años, una empresa inglesa pagaba a sus trabajadores con moneda que ellos mismos acuñaban y de esta manera tenía casi como esclavos a todos los trabajadores Tratando de emular a la antigua British Company, están tratando de pagar con pollos. No digo que estemos en la misma situación sino que es parecida, ya que la empresa aprovecha su posición de preponderancia para soslayar los derechos de los integrados y hacer de los mismos la variable de ajuste en todas las situaciones”.
El relato continúa con cierta resignación: “De esta manera hemos llegado a la situación actual, en que la mayoría de los integrados tratan de negociar sus tarifas en forma unilateral, y esto lo coloca en una clara posición de desventaja frente a la empresa. La integradora fomenta esta forma de actuar de los integrados ya que esto los beneficia claramente, la forma de hacerlo es darle momentáneamente al integrado un supuesto diferencial de tarifa, que al otorgarlo generalmente también se entrega con la consigna de mantener dicho diferencial en el más absoluto secreto, ya que esto podría provocar la quiebra de la empresa de tener que otorgarlo a todos los integrados; esto es una falacia total, pero genera en el integrado un sentimiento de superioridad ante sus colegas que es difícil de contrarrestar y a su vez fomenta la desunión de los integrados”.
El también miembro de la Sociedad Rural de Exaltación de la Cruz y miembro de Confederaciones Rurales Argentinas (CARBAP), en un contexto de desolación, explica que “desde todos los puntos de vista los granjeros venimos perdiendo, y para esto solo hace falta ver el desfasaje que hay entre los precios mayoristas del pollo faenado, y la tarifa percibida, determinada en forma unilateral por la empresa integradora. Este desnivel es demostrable solo con ver los cuadros comparativos de las dos variables en cuestión. Por todo esto es necesario que la nueva conducción provincial se entere de la situación reinante en el sistema de producción avícola argentino, y llame a las partes para que se sienten a la mesa, y llegar a un acuerdo justo para todos los integrantes de la cadena de producción avícola”.